tag:blogger.com,1999:blog-85157807124986686492024-02-19T21:34:05.256-08:00Historia Universalnathiithahttp://www.blogger.com/profile/09610179596849225277noreply@blogger.comBlogger43125tag:blogger.com,1999:blog-8515780712498668649.post-23395696658549868412009-06-26T13:30:00.002-07:002009-06-26T13:31:21.910-07:00NEOLITICO<div align="justify"><br />El neolítico ha estado tradicionalmente asociado a los orígenes de la agricultura, a la vida sedentaria y al uso de la cerámica y de instrumentos de piedra pulimentada. Sin embargo, en la actualidad se sabe que algunos de estos rasgos son anteriores a esta etapa. La cerámica hizo su aparición en Japón hace 16.000 años y en Australia se han encontrado útiles pulimentados con una antigüedad de 32.000 años. Incluso durante el neolítico estas características no siempre aparecen de forma conjunta. Por ejemplo, en el Oriente Próximo la producción de alimentos fue anterior a la aparición de la cerámica, lo que ha dado origen al término de neolítico precerámico (véase Jericó). No obstante, el vocablo neolítico sigue en uso en algunas partes del Viejo Mundo. Sus inicios se centran en el VII milenio en el Oriente Próximo y tiene su fin en el II milenio en Europa septentrional dependiendo del comienzo de la utilización del cobre.<br /><br />En el neolítico se produjo la aparición de los primeros poblados con casas edificadas con diferentes materiales, en diferentes partes del mundo: casas de adobe en el Oriente Próximo y de grandes troncos de madera en Europa central y occidental por ejemplo. En Jericó, el neolítico precerámico coincidió con la construcción de una monumental muralla de piedra. Pero quizá el poblado neolítico más extraordinario sea el de Skara Brae en las islas Orcadas, cuyas casas y su mobiliario (incluido alacenas, aparadores y camas) están realizadas con losas. La cerámica, producto del desarrollo natural de pueblos sedentarios, fue ampliamente utilizada. El cultivo de cereal y la domesticación de animales, como vacas, ovejas, cabras y cerdos, fueron resultado no de un brillante descubrimiento, sino de la necesidad causada por la presión demográfica. La minería también hizo su aparición en el neolítico. Sus orígenes se pueden rastrear en el paleolítico, al practicarse actividades mineras para obtener ocre en África y en Australia o al excavar en cuevas para extraer nódulos de piedra. En el mesolítico se había obtenido obsidiana (piedra volcánica) en las islas del Mediterráneo, pero fue en Europa septentrional durante el neolítico cuando se explotaron ricas vetas de sílex de alta calidad mediante un enorme sistema de pozos y galerías radiales, extrayendo los bloques con picos construidos con astas de animales. Entre las minas mejor conocidas se encuentran las de Grimes Graves (Gran Bretaña), de Krzemionki (Polonia) y de Spiennes (Bélgica). El sílex de estas minas, al igual que el de otras muchas explotaciones al aire libre, fue transformado en hachas talladas o pulimentadas, objetos de una extensa y lejana comercialización, que se emplearon en la profunda deforestación que se produjo en Europa en esta época. Las numerosas y alargadas casas (de decenas de metros de longitud) construidas con grandes tablas de madera, pueden ser consideradas como evidencia de la deforestación. En el yacimiento de Kückhoven (Alemania noroccidental) se ha encontrado el pozo más antiguo, fechado más allá del 5000 a.C., que estaba revestido con enormes tablas de madera. Durante el neolítico también se construyeron carreteras o pistas mediante tablones de madera en la Europa húmeda, como la de Somerset (Gran Bretaña) y poblados formados por casas de madera a orillas de los lagos alpinos, a veces palafitos, esto es, levantadas en plataformas sobre el agua. Las excavaciones en estos poblados lacustres han sacado a la luz gran cantidad de productos manufacturados a partir de materiales orgánicos, como objetos de madera, de cestería o tejidos, que normalmente se desintegran con el paso del tiempo. Ello ha permitido vislumbrar la vida cotidiana de finales de la edad de piedra. Este tipo de materiales también se conserva en ambientes extremadamente áridos como el suroeste americano o las alturas andinas. La cerámica estaba a menudo ricamente decorada mediante motivos incisos, estampillados o pintados.</div>nathiithahttp://www.blogger.com/profile/09610179596849225277noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8515780712498668649.post-87650893156835749082009-06-26T13:30:00.001-07:002009-06-26T13:30:45.437-07:00PROTOHISTORIA<div align="justify"><br />Protohistoria, periodo de la historia situado cronológicamente entre la prehistoria, que la precede y obtiene toda su documentación historiográfica del uso de la arqueología, y la historia propiamente dicha, que la sigue y se apoya documentalmente sobre todo en los textos escritos. Es decir, la aparición de la escritura marcaría el punto de inflexión a partir del cual nos encontramos ante un periodo prehistórico o ante un periodo plenamente histórico, según respectivamente las diversas áreas culturales hayan llegado a ella. La protohistoria, no obstante, sería la época en la que cada civilización desarrolló sus elementos culturales propios que la llevaron al uso de la técnica metalúrgica y de la escritura, así como al desarrollo de una economía productiva no depredadora. En concreto, al menos en lo que respecta a Europa, la protohistoria designa un periodo cronológico que comienza en el II milenio a.C., inmediatamente después del calcolítico, y acaba con la generalización de la utilización del hierro hacia el 700 a.C.</div>nathiithahttp://www.blogger.com/profile/09610179596849225277noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8515780712498668649.post-38404762917586442592009-06-26T13:29:00.001-07:002009-06-26T13:29:55.821-07:00EDAD ANTIGUA<div align="justify">Edad antigua, término que corresponde a un periodo cronológico delimitado entre la prehistoria y la edad media, de acuerdo con la interpretación lineal del tiempo y la división cuatripartita de la historia forjada por la visión de Europa como centro cultural de la modernidad.<br />Dicha división es el resultado de la propia historia europea, y más concretamente del devenir histórico de la Europa occidental. En la formulación del concepto de antigüedad, sus connotaciones originarias derivan de la visión negativa que de la edad media, como época oscura entre dos edades de oro, se tenía durante el renacimiento. Aquella división en un principio se fundamentó en criterios filológicos y se plasmó en el ámbito de la historiografía a partir de la obra del erudito alemán Cristopher Keller, más conocido como Cristophorus Cellarius, titulada Historia antiqua, publicada en 1685. La noción tradicional de antigüedad o de lo antiguo, como asimismo de lo medieval o de lo moderno, sigue conservando un valor referente, aunque fue objeto de una profunda revisión crítica por parte de los historiadores a lo largo del siglo XX, tanto en la determinación de sus límites como en la concepción de sus contenidos.</div>nathiithahttp://www.blogger.com/profile/09610179596849225277noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8515780712498668649.post-62985797866192098002009-06-26T13:26:00.000-07:002009-06-26T13:29:07.251-07:00LOS FENICIOS<div align="justify"><strong>Pueblo fenicio</strong><br /><br />El pueblo creador de esta cultura, los fenicios, que se autodenominaba kna'ani o ben kna'an, coincide con el pueblo cananeo de la Biblia, pero el nombre de fenicio se aplica más bien a los descendientes de los cananeos que habitaban en la franja costera desde Dor (actual Israel) hasta Arados, o Arwad (actual Siria), entre 1200 a. C. y la conquista musulmana.<br /><br />La denominación del nombre "Fenicia" o del gentilicio de sus habitantes "Fenicios", se remonta a la expresión griega "Finiki" que quiere decir "Rojizo". De esta forma los antiguos griegos se referían a los pobladores de la antigua Fenicia, siendo difícil saber si esto se deba al color rojizo de su piel o a los tintes utilizados para teñir telas también de tonos rojos.<br /><br />La cultura fenicia es una civilización antigua que no dejó firmes huellas físicas de su existencia. Su lugar geográfico en la historia, es la actual República Libanesa, y el crecimiento desproporcionado de las ciudades, así como los frecuentes enfrentamientos bélicos del pasado, generaron un gran retraso para el hallazgo de nuevas y avanzadas muestras de un pasado glorioso. Sin embargo, a diferencia de otras, dejó un importante legado cultural a las civilizaciones posteriores, entre ellas crear un importante vínculo entre las civilizaciones mediterráneas, los principios comerciales y el alfabeto, que fueron los legados más importantes que dejaron los fenicios. Los fenicios ejercieron una poderosa influencia sobre toda la cuenca del mar Mediterráneo.<br /><br /> <strong>Cultura <br /></strong><br />El pueblo fenicio contribuyó a crear un importante vínculo entre las civilizaciones mediterráneas y más aún entre las formas artísticas del mundo antiguo, por imitación, fusión y difusión de ellas, aunque no se le considere como original creador de una gran cultura propia.<br /><br />Los fenicios utilizaban un alfabeto fonético, que los griegos adaptaron a su propia lengua y, con el tiempo, sirvió de modelo para los posteriores alfabetos occidentales. Este alfabeto constaba de 22 signos para las consonantes, y no tenía vocales, pero fue muy importante pues era sencillo y práctico, a diferencia de otros alfabetos coetáneos que sólo dominaban los escribas y altos funcionarios, tras un arduo aprendizaje.<br /><br />La cultura fenicia fue muy importante en su época pero, desgraciadamente, han quedado pocas huellas de su historia. Conocemos de su existencia, sobre todo, a través de los textos de otros pueblos que entraron en contacto con ellos, en particular los asirios, babilonios y, más tarde, los griegos. Se estudia principalmente en las ruinas de las ciudades que fueron colonias de Sidón o Tiro, como las de Cerdeña y Andalucía y, sobre todo, en las establecidas en la isla de Chipre.<br /><br /><br /><strong> Arte fenicio</strong> <br /><br />Cabeza de CartagoSus producciones son más artesanales que artísticas, y en sus esculturas, cerámicas, joyas y objetos de metal, domina la influencia egipcia desde el siglo X a.C. (que es la fecha más antigua que se suele asignar al arte fenicio), con elementos asirios, hasta llegar al siglo VII a.C. Sin embargo, a partir de entonces prepondera la influencia griega, llegando a veces a confundirse sus producciones con las griegas, como se confunden las anteriores al siglo X a.C. con las asirias y egipcias.<br /><br />Las formas de arquitectura se infieren más por los dibujos de los sellos y otros relieves que por las ruinas de sus edificios aunque no faltan algunos restos de piezas arquitectónicas hallados en Chipre y Fenicia. Entre éstos, figura el capitel con volutas, inspirado en el arte oriental y que bien pudo ser el antecesor del capitel jónico. Los templos fenicios (como el de Biblos) se distinguían por tener el santuario sin cubierta. En él se daba culto a una piedra o betilo que generalmente consistía en un aerolito de forma cónica (como piedra caída del cielo) situado en medio de la estancia a la cual precedía un atrio rodeado interiormente de columnas. Era también característica la forma que a los sarcófagos suntuosos de piedra daban los fenicios sidonitas que se adaptaba más o menos al contorno de la figura humana como los de la madera egipcios (sarcófagos antropoides)<br /><br /><br /> <strong>Actividad comercial</strong> <br /><br />El comercio era la actividad principal de la economía de los fenicios. Esta consistía en el intercambio o trueque de mercancías que ellos mismos producían y el transporte de las elaboradas por otros pueblos. Fueron los grandes mercaderes de la antigüedad. La geografía, que propiciaba la instalación de puertos, y la madera de sus bosques les brindaban los elementos básicos para construir barcos y organizar compañías de navegación. Una de ellas fue contratada por el rey persa Darío I en el siglo V a. C. También se conviertiron en una talasocracia, lo que les permitió controlar comercialmente el mediterráneo.<br /><br /><br /> <strong>Colonias y factorías</strong> <br /><br />Durante sus largos viajes debían abastecerse en distintos puntos de su recorrido. Con el tiempo, esos sitios fueron transformándose en establecimientos permanentes, llamados colonias. Los fenicios no conquistaron territorios, como otros pueblos invasores de la antigüedad, sino que fundaban establecimientos en sitios propicios de las costas para abastecerse y como almacenaje. Los marinos comerciantes de la ciudad de Sidón crearon asentamientos-almacenes amurallados, llamados factorías. También se establecieron en las proximidades de algunas ciudades, donde obtenían concesiones, como en la ciudad egipcia de Menfis.<br /><br />Las factorías fenicias se esparcían prácticamente por toda la costa mediterránea y sus islas: desde Gádir, más allá del estrecho de Gibraltar que era la puerta del océano Atlántico, hasta las costas de Asia, y el mar Negro. Los viajes fenicios establecieron nexos perdurables entre el Mediterráneo oriental y el occidental, no solo comerciales, también culturales.<br /><br />Si bien la geografía de la región era accidentada, los fenicios aprovecharon al máximo las posibilidades del suelo para la explotación agrícola y cultivaron hasta en las laderas de las montañas. Sus bosques del Líbano les permitían la explotación maderera. También elaboraron artesanía, como sus cerámicas -muy difundidas y utilizadas-, objetos de vidrio coloreado, y tejidos de lana teñidos con púrpura de Tiro, o murex, un colorante que extraían de un molusco. Desarrollaron una industria de artículos de lujo muy solicitados en la época y de gran valor comercial, como joyas, perfumes y cosméticos.<br /><br /><br /><strong> Alfabeto</strong><br /><br />Los fenicios fueron los inventores del alfabeto. El alfabeto fenicio comenzó como una serie de ideogramas, un conjunto de símbolos que representaban animales y objetos. A estos ideogramas se les asignaba un valor fonético de acuerdo al nombre, en idioma fenicio, del animal u objeto representado; este alfabeto sólo contenía consonantes, veintidós en total. Era un sistema simple, lo que permitía la difusión del conocimiento y la cultura.<br /><br />Posteriormente, el alfabeto fenicio fue adoptado y modificado por los griegos para representar su idioma. Los griegos tomaron algunas letras del alfabeto fenicio y les dieron valor de vocal; debido a las diferencias lingüísticas entre ambos idiomas (griego = indoeuropeo, fenicio = semita) también cambiaron la pronunciación de algunas letras, y agregaron algunos símbolos para representar sonidos inexistentes en fenicio. El alfabeto latino proviene del alfabeto etrusco, que fue a su vez una adaptación del alfabeto griego.<br /><br />Los hebreos también adoptaron el alfabeto fenicio, aunque dada la similitud de sus lenguas y la mutua influencia por su cercanía geográfica hubo una menor modificación que con los griegos.<br /><br />El alfabeto fenicio ha sido en una u otra forma la base para los alfabetos latino, griego, cirílico, árabe, y algunos estudiosos consideran que también dio origen a los abugidas del subcontinente asiático.<br /><br /><br /><strong> Religión</strong> <br />Los dioses adorados por los fenicios varían de una ciudad a otra. Así el panteón de Sidón difiere del de Tiro o el de Chipre. Aún así, algunas divinidades están presentes de una forma u otra en la mayoría de las ciudades significativas. Estas divinidades son principalmente Astarté, Baal, Dagón, Resef y Melqart.<br /><br /><br /> <strong>Astarté </strong>Principal diosa de Sidón y con presencia en las otras ciudades fenicias. Astarté es la diosa de la fecundidad, aunque sus características y dependiendo de las ciudades son diferentes. También es adorada como diosa guerrera, de la caza o incluso como patrona de los navegantes. Suele representarse posada sobre un león y sosteniendo una flor de loto y una serpiente. En otras representaciones se acentúa su carácter como diosa de la fecundidad y aparece tocándose los senos o dando de mamar a dos niños. Se asimiló en otras culturas con nombres diferentes como por ejemplo la Afrodita de los griegos, la Venus romana o la Isis egipcia. Contaba con abundantes santuarios en Sidón y Tiro. Está documentado un santuarios dedicado a Astarté en El Carambolo, (Sevilla), fechado en el siglo VIII a.C.<br /><br />Astarté es la reina del cielo a quien los cananitas había quemado incienso en la Biblia (Jeremías 44).<br /><br /><br /> Eshmún Adorado en Sidón y en Chipre. Se le asimila a Apolo y a Esculapio como dios sanador. Contaba con un gran santuario a las afueras de Sidón en un lugar donde brotaba una fuente. En los rituales de adoración a Eshmún se realizaban abluciones y danzas. También se conoce que existieron unos juegos en su honor y que el vencedor ganaba una tela púrpura.</div>nathiithahttp://www.blogger.com/profile/09610179596849225277noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8515780712498668649.post-11819673885611003972009-06-26T12:52:00.000-07:002009-06-26T12:59:58.648-07:00BABILONIA<div align="justify">Babilonia (imperio), antiguo reino de Mesopotamia, conocido originalmente como Sumer y después como Sumer y Acad, situado entre los ríos Tigris y Éufrates, al sur de la actual Bagdad (Irak). La denominación de este territorio, que llegó a constituirse como un gran imperio, deriva del nombre de la ciudad de Babilonia.<br /><br />CIVILIZACIÓN BABILÓNICA<br /><br />La civilización babilónica, que duró desde el siglo XVIII hasta el VI a.C., era, como la sumeria que la precedió, de carácter urbano, aunque se basaba en la agricultura más que en la industria. El país estaba compuesto por unas doce ciudades, rodeadas de pueblos y aldeas. A la cabeza de la estructura política estaba el rey, monarca absoluto que ejercía el poder legislativo, judicial y ejecutivo. Por debajo de él había un grupo de gobernadores y administradores selectos. Los alcaldes y los consejos de ancianos de la ciudad se ocupaban de la administración local.<br /><br />Los babilonios modificaron y transformaron su herencia sumeria para adecuarla a su propia cultura y carácter. El modo de vida resultante demostró ser tan eficaz que sufrió relativamente pocos cambios durante aproximadamente 1.200 años. Influyó en sus países vecinos, especialmente en el reino de Asiria, que adoptó la cultura babilónica prácticamente por completo. Afortunadamente, se ha encontrado una colección importante de obras de literatura babilónica gracias a las excavaciones. Una de las más importantes es la magnífica colección de leyes (siglo XVIII a.C.) frecuentemente denominada Código de Hammurabi, que, junto con otros documentos y cartas pertenecientes a distintos periodos, proporcionan un amplio cuadro de la estructura social y de la organización económica.<br /><br />La sociedad babilónica estaba compuesta por tres clases sociales representadas por el awilu, persona libre de clase superior; el wardu, o esclavo; y el mushkenu, persona libre de clase inferior, que se encontraba legalmente entre el awilu y el wardu. La mayoría de los esclavos eran prisioneros de guerra, aunque algunos eran reclutados entre la población babilonia. Por ejemplo, las personas libres podían ser hechas esclavos como castigo por algunos delitos; los padres podían vender a sus hijos como esclavos en momentos de necesidad; o un hombre incluso, podía someter a toda su familia a los deudores como pago de una deuda, pero no durante más de tres años. Los esclavos eran propiedad de su amo, como un bien mueble, podían ser marcados y azotados, y eran severamente castigados si intentaban escapar. Los esclavos tenían algunos derechos legales y podían realizar negocios, prestar dinero y comprar su libertad. Si un esclavo se casaba con una persona libre y tenían hijos, éstos eran libres.<br /><br />La familia era la unidad básica de la sociedad babilónica. Los matrimonios eran dispuestos por los padres y los esponsales se reconocían legalmente tan pronto como el novio presentaba un regalo nupcial al padre de la novia; la ceremonia matrimonial normalmente concluía con un contrato inscrito en una tablilla. Aunque el matrimonio se consideraba principalmente un acuerdo práctico, hay pruebas que sugieren que no eran completamente desconocidas las relaciones prematrimoniales clandestinas. La mujer babilonia tenía algunos derechos civiles importantes. Podía tener propiedades, realizar negocios y actuar como testigo en un juicio. Sin embargo, el marido podía divorciarse de ella por cuestiones triviales o, si no le había dado hijos, podía contraer matrimonio con otra mujer.<br /><br />El número de habitantes de una ciudad variaba probablemente entre 10.000 y 50.000. Las calles de la ciudad eran estrechas, sinuosas e irregulares, flanqueadas por los muros altos y sin ventanas de las casas. Las calles no estaban pavimentadas ni tenían alcantarillas. La casa media era una estructura pequeña, de una planta y de ladrillos de barro, compuesta de distintas habitaciones agrupadas alrededor de un patio. Por otra parte, la casa de un próspero babilonio era, probablemente, una residencia de dos pisos de ladrillo con aproximadamente una docena de habitaciones, con muros interiores y exteriores enlucidos y enjalbegados. La planta inferior tenía una habitación de recibimiento, una cocina, un cuarto de aseo, las habitaciones del servicio y, a veces, incluso una habitación privada para el culto. Los muebles incluían mesas bajas, sillas con respaldo y camas con armazón de madera. La vajilla doméstica estaba fabricada de arcilla, piedra, cobre y bronce, y los cestos y las arcas de caña y madera.<br /><br />Las casas frecuentemente se construían sobre un mausoleo donde se enterraban a los miembros de la familia. Los babilonios creían que las almas de los muertos viajaban al siguiente mundo, y que, al menos en cierto grado, la vida seguía allí como en la tierra. Por ello, enterraban junto al muerto tarros, herramientas, armas y joyas.<br /><br />Los babilonios heredaron los logros técnicos de los sumerios en riego y agricultura. El mantenimiento del sistema de canales, diques, presas y depósitos construidos por sus predecesores necesitaba de un considerable conocimiento y habilidad de ingeniería. La preparación de mapas, informes y proyectos implicaban la utilización de instrumentos de nivelación y jalones de medición. Con fines matemáticos y aritméticos, utilizaban el sistema sexagesimal sumerio de numeración, que se caracterizaba por un útil dispositivo denominado notación lugar-valor que se parece al actual sistema decimal. Continuaron utilizándose las medidas de longitud, área, capacidad y peso, normalizadas anteriormente por los sumerios. La agricultura era una ocupación complicada y metódica que necesitaba previsión, diligencia y destreza. Un documento escrito en sumerio recientemente traducido, aunque utilizado como libro de texto en las escuelas babilónicas, resulta ser un verdadero almanaque del agricultor, y registra una serie de instrucciones y direcciones para guiar las actividades de la granja, desde el riego de los campos hasta el aventamiento de los cultivos cosechados.<br /><br />Los artesanos babilonios eran diestros en metalurgia, en los procesos de abatanado, blanqueo y tinte, y en la preparación de pinturas, pigmentos, cosméticos y perfumes. En el campo de la medicina, se conocía bien la cirugía y se practicaba frecuentemente, a juzgar por el Código de Hammurabi, que la dedica varios párrafos. También se desarrolló, sin lugar a dudas, la farmacopea, aunque la única prueba importante de ello procede de una tablilla sumeria escrita algunos siglos antes del reinado de Hammurabi.<br />Ley y justicia eran conceptos fundamentales en el modo de vida babilónico. La justicia era administrada por los tribunales, cada uno de los cuales tenía entre uno y cuatro jueces. Los ancianos de una ciudad frecuentemente formaban un tribunal. Los jueces no podían revocar sus decisiones por ninguna razón, aunque podían dirigirse apelaciones contra sus veredictos ante el rey. Las pruebas consistían en afirmaciones de testigos o de documentos escritos. Los juramentos, que desempeñaban un papel importante en la administración de justicia, podían ser prometedores, declaratorios o exculpatorios. Los tribunales aplicaban castigos que iban desde la pena de muerte al azote, la reducción del estado social a la esclavitud y el destierro. Las compensaciones por daños iban desde 3 a 30 veces el valor del objeto perjudicado.<br /><br />Para asegurar que sus instituciones legales, administrativas y económicas funcionaban eficazmente, los babilonios utilizaban el sistema de escritura cuneiforme desarrollado por los sumerios. Para formar a sus escribas, secretarios, archiveros y demás funcionarios administrativos, adoptaron el sistema sumerio de educación formal, bajo el cual escuelas seglares servían como centros culturales. El plan de estudios consistía principalmente en copiar y memorizar ambos libros de textos y los diccionarios sumero-babilónicos que contenían largas listas de palabras y frases, incluidos los nombres de árboles, animales, pájaros, insectos, países, ciudades, pueblos y minerales, así como una gran y diversa colección de tablas matemáticas y problemas. En el estudio de la literatura, los alumnos copiaban e imitaban distintos tipos de mitos, epopeyas, himnos, lamentaciones, proverbios y ensayos en lengua sumeria y babilónica.</div>nathiithahttp://www.blogger.com/profile/09610179596849225277noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8515780712498668649.post-3153204771737964092009-06-26T12:38:00.000-07:002009-06-26T13:25:54.546-07:00EGIPTO<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBS-qwtIfgSeQYf8iSZ21p8hH_NFQ_HmD59GweIceh4denSf8nghsp8ojXeZ1duwxPS7wArNzvhqtskmeUZyZ9n-gj6Z0GUG79tSU4bA8TlZj1oOM3zbyMmfzU0TAa4VC2LWRmJLjCiTu9/s1600-h/EGIPTO.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5351725174751021938" style="FLOAT: right; MARGIN: 0px 0px 10px 10px; WIDTH: 320px; CURSOR: hand; HEIGHT: 256px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBS-qwtIfgSeQYf8iSZ21p8hH_NFQ_HmD59GweIceh4denSf8nghsp8ojXeZ1duwxPS7wArNzvhqtskmeUZyZ9n-gj6Z0GUG79tSU4bA8TlZj1oOM3zbyMmfzU0TAa4VC2LWRmJLjCiTu9/s320/EGIPTO.jpg" border="0" /></a> Antiguo Egipto, periodo de la historia de Egipto que abarca desde su protohistoria hasta el siglo VII d.C., y que comprende, por tanto, el conjunto de su edad antigua y parte de su edad media.<br />La antigua civilización egipcia fue notable no solo por la riqueza, esplendor y sofisticación de su arquitectura funeraria, que refleja y atestigua el poder de sus faraones y la habilidad de sus ingenieros. También lo fue por su desarrollado sistema de gobierno; por la aplicación de sistemas de irrigación; por su escritura pictográfica; por sus estudios en los campos de la astronomía, las matemáticas y la medicina; por la creación de una cultura espiritual muy compleja, patente en sus panteones y en sus conceptos de vida ultraterrena; así como por su destreza y sensibilidad artísticas.</div><div align="justify"><br />El conocimiento que en la actualidad se tiene del antiguo Egipto se debe, en buena parte, a los grandes monumentos que aquella civilización legó; y a la arqueología, que los descubrió, analizó y estudió. Una significativa faceta de la egiptología (que se define como el estudio de la civilización del antiguo Egipto) es la investigación de la valiosísima información proporcionada por los textos escritos en caracteres jeroglíficos que se han hallado en las paredes y muros de tumbas y templos, en obeliscos y columnas, y en tablillas de arcilla y papiros. La interpretación de esos jeroglíficos, que fue posible gracias al hallazgo, en 1799, de la piedra de Rosetta, ha permitido conocer progresivamente múltiples aspectos de la vida del antiguo Egipto. Otra fuente que resultó fundamental para la reconstrucción de su historia fue el Aegyptiaca de Manetón, un sacerdote tolemaico del siglo III a.C. que organizó una lista de reyes dividida en 30 dinastías.<br /><br /><strong>EL MEDIO FÍSICO</strong> </div><div align="justify"><br />Desde el comienzo de su historia, la vida en Egipto (al que Heródoto describió acertadamente como “el don del Nilo”) estuvo profundamente vinculada a ese gran río. Y es que, sin el Nilo, Egipto sería un monótono desierto que poco o nada favorecería la vida humana. Sin embargo, debido al río, y más concretamente a sus crecidas anuales, una estrecha franja, el valle del Nilo, se convirtió en un espacio especialmente fértil y en la cuna de una gran civilización. Esta fructífera lengua de terreno divide el Sahara en dos grandes áreas: el desierto Oriental (el desierto Arábigo), una región montañosa que se extiende hasta el mar Rojo; y el desierto Occidental (desierto Líbico), que se prolonga hasta el corazón del África septentrional. Los antiguos egipcios distinguieron perfectamente el árido Deshret (“tierra roja”) y el fértil Kemet (“tierra negra”, por el color de su suelo aluvial). Sentían el primero, el desierto, como una tierra extraña, a la que solo se aventuraban para la obtención de metales (como el oro), minerales y piedras preciosas. En cambio, consideraban el valle del Nilo su hogar; en él se sentían seguros y protegidos por una serie de de dioses que, indefectiblemente, propiciaban el puntual inicio de la crecida anual del río.</div><div align="justify"><br />Las precipitaciones estacionales en Etiopía motivaban que el Nilo alcanzara su mayor caudal; como consecuencia de este hecho, enormes cantidades de limo, rico en nutrientes, se trasladaban aguas abajo hasta depositarse en las llanuras del valle del Nilo. El nivel que alcanzara la crecida era fundamental: si era demasiado bajo, podía significar una mala cosecha y, como consecuencia, el hambre; si era demasiado alto, los depósitos aluviales que hacían fértil la tierra podían ser desplazados más allá de los suelos de cultivo y acabar en el desierto. La crecida del Nilo era tan importante que su inicio, en el actual mes de julio, señalaba el principio del año egipcio, que coincidía con la reaparición de Sirio en el cielo nocturno. Esta estrella fue asociada con Isis, pues se creía que las lágrimas de esta diosa provocaban la inundación. El año agrícola se dividía en tres estaciones (correspondientes a la crecida, la siembra y la cosecha); y el civil, en 12 meses de 30 días cada uno de ellos, con 5 días suplementarios que se añadían al final de cada año.<br /><br /><strong>SOCIEDAD Y ECONOMÍA</strong><br /><br />Los tiempos de estabilidad y prosperidad del antiguo Egipto se debieron, en gran parte, a la existencia de un gobierno central fuerte y al sentido unificado de objetivos creado por la creencia religiosa. Ambos factores fueron proporcionados por el poder de su soberano, el faraón, el cual, como dios viviente, era el sumo sacerdote de cada culto y embajador ante los dioses, la autoridad suprema, la fuente última de justicia, el responsable de la legislación y el auténtico poseedor del poder en el reino. No obstante, también permitió cierta autonomía; el país fue dividido en nomos o distritos, cada uno de los cuales tenía su administración (con su gobernador, el nomarca, al frente) y panteón propios.</div><div align="justify"><br />El faraón estuvo auxiliado en las tareas de gobierno por una cada vez más potente burocracia de consejeros y funcionarios. La existencia de numerosos escribas resultaba fundamental para la administración de la tierra, así como para el registro y gestión de los asuntos legislativos y judiciales, militares y religiosos. Dos cargos clave del funcionariado faraónico fueron el visir y el portador del sello. El visir supervisaba la administración de los nomos y las actividades del conjunto de funcionarios, y suponía una importante instancia judicial. Finalmente, la figura del visir se duplicó, siendo designado uno para el Alto Egipto y otro para el Bajo Egipto. Por su parte, el portador del sello actuaba como tesorero responsable de todos los bienes que entraban en los almacenes y depósitos regios.</div><div align="justify"><br />La esclavitud no fue habitual en Egipto hasta el periodo del Imperio Nuevo, cuando las grandes conquistas exteriores permitieron tomar como esclavos a los habitantes de los territorios sojuzgados. La mayor parte de la población estaba formada por campesinos, parte de los cuales trabajaba para los grandes propietarios de la tierra o para el propio faraón. Otro importante sector social lo constituían los artesanos, que producían ladrillos, esteras, cestas, instrumentos y utensilios de uso cotidiano. Otros dos elementos importantes de la sociedad fueron los comerciantes y los propietarios de las embarcaciones que efectuaban el transporte por las aguas del Nilo.</div><div align="justify"><br />La economía del antiguo Egipto se basaba en el trueque. Hasta el Imperio Nuevo, el comercio exterior no superó el ámbito de la pequeña escala. Egipto exportaba grano, lino y papiro; e importaba madera de Líbano, cobre de Chipre, incienso del este, piedras preciosas de lugares tan lejanos como el actual Afganistán y animales exóticos, como monos, del sur.<br />Agricultura: la vida en el campo<br /><br />En el mes de septiembre, cuando el nivel del agua comenzaba a bajar como consecuencia del retroceso de la crecida, se iniciaba el ciclo agrícola anual. Los canales de irrigación tenían que ser reparados y los límites de las tierras, factor muy importante para calcular los impuestos, eran medidos de nuevo. Una vez completadas estas actividades, podía iniciarse la siembra del trigo, la cebada y el lino, principales productos de la agricultura egipcia. Luego, había que efectuar trabajos de mantenimiento de los canales y proteger la futura cosecha de la acción de parásitos. La cosecha comenzaba en abril. El trigo se recolectaba después de que, por razones fiscales, los supervisores de las cosechas calcularan la producción; luego, se comparaba con la obtenida realmente. Después tenían lugar la trilla y el aventamiento. Finalmente, el grano era transportado a graneros, donde era almacenado para su consumo posterior (básicamente, sería usado para elaborar pan), aunque una pequeña parte se conservaba para servir como semilla en la siguiente siembra. Dada la fertilidad del terreno, era posible realizar una segunda cosecha, por lo general de verduras o legumbres. Otras verduras y frutas (como higos y dátiles) eran cultivados en huertos y jardines; asimismo, también existían viñedos. Por lo que respecta al ganado, se criaban ovejas, cabras, cerdos y aves de corral; los asnos eran empleados para el transporte.<br /><br /><strong>Alimentación</strong><br /><br />En términos generales, parece que puede afirmarse que la dieta de los antiguos egipcios fue variada, aunque, evidentemente, debieron existir notables diferencias y aquella tuvo necesariamente que depender de la categoría social. La base alimenticia de la población campesina fueron los cereales, utilizados para la elaboración de las que eran comida y bebida por excelencia: el pan (que inicialmente sería cocido en fuegos al aire libre y, ulteriormente, en primitivos hornos) y la cerveza (de la que los egipcios están acreditados como inventores). La dieta de los más afortunados se completaba con verduras y frutas (judías, garbanzos, lentejas e higos eran los productos más habituales) y pescado, que el Nilo proporcionaba en abundancia. La carne (y de esta, la de ganado vacuno comúnmente) debió ser más extraña en la mesa de la población común, quedando posiblemente reservado su consumo a festividades y ocasiones especiales. En cambio, los individuos pertenecientes a sectores sociales superiores sí debieron comer con regularidad la carne de animales como el antílope o la gacela, que formarían parte, como se ha dicho antes, de una ingesta mucho más rica y que incluiría tres comidas al día (por las dos que debían ser habituales en el resto de la población). En la tumba de un noble menor de Tebas se conservó el menú de una comida funeraria que incluía gachas, codorniz asada, riñones, paloma, pescado hervido, ternera, pan, pasteles, compota de frutas y queso.<br /><br /><strong>Artesanía y otros oficios</strong><br /><br />Los egipcios que no se dedicaban a la agricultura se empleaban en el sector artesanal. En muchos casos, los oficios se heredaban de padres a hijos, aunque también había jóvenes que iniciaban su vida profesional como aprendices en negocios ajenos a la familia.</div><div align="justify"><br />La cerámica y el vidrio se produjeron regularmente, y alcanzaron su momento de mayor esplendor a partir del Imperio Nuevo; en el caso de los alfareros, el desarrollo del torno resultaría fundamental. Los carpinteros y ebanistas estuvieron muy determinados por la escasez de madera autóctona, lo que hizo depender su actividad de la importación; este factor explica que los objetos de madera fueran caros y que su consumo quedara reservado a los sectores sociales superiores. Trabajos de gran antigüedad fueron los del hilado y el tejido (la prenda de ropa más antigua que se conoce en Egipto se remonta al 3.000 a.C.). El desarrollo de talleres textiles (a menudo controlados por mujeres) y de un cierto tipo de telar vertical en el Imperio Nuevo significaron que este sector incrementara su importancia. Otros hitos tecnológicos fueron el fuelle de pie, el bastidor y el grabado de objetos metálicos. Por lo que se refiere a la metalistería, el cobre fue el material más trabajado, ya que el bronce se introdujo de forma tardía; el oro era muy caro, pero al encontrarse en Egipto, hizo que la plata, más rara, tuviera que ser importada y terminara por ser más apreciada y valiosa. Los artesanos especializados estuvieron vinculados especialmente a la joyería (en la que empleaban piedras y metales preciosos, vidrio, esmaltes), la pintura, la escultura y el diseño y construcción de los grandes monumentos construidos para gloria de faraones y deidades. Por ello, estos artesanos trabajaron en condiciones favorables y disfrutaron de un estatus elevado, gozando de un considerable patrocinio regio.</div><div align="justify"><br />La navegación fue otra profesión de gran importancia. Esto se explica por el hecho de que el Nilo proporcionara el único medio práctico para transportar mercancías a lo largo del país. Las crecidas provocaban cada año corrientes peligrosas y remolinos, por lo que no resulta extraño que muchos papiros literarios refirieran con detalle las proezas y el heroísmo de marineros naufragados y sorprendidos por tormentas.<br /><br /><strong>Pirámides, templos y tumbas</strong><br /><br />La construcción de los grandes monumentos tenía lugar, habitualmente, en la época de la crecida del Nilo, cuando resultaba imposible dedicarse a las tareas agrícolas. Parece que, al contrario de lo que se pensó durante mucho tiempo, estos trabajos no fueron realizados por cuadrillas de esclavos sometidos a un ambiente opresivo. Existen pocas evidencias de trabajos forzados, y la ausencia de soldados en los relieves que describen la edificación de estos monumentos sugiere que esta no se desarrolló en unas condiciones excesivamente ásperas, si bien es cierto que exigía un elevado esfuerzo físico. Además, los trabajadores no solo participaban en estas empresas por disposición expresa de los faraones; la creencia en la vida después de la muerte era común entre los egipcios, por lo que la construcción de grandes tumbas para sus soberanos, dioses vivientes, pudo ser un aliciente de gran importancia en las estructuras mentales de la población.</div><div align="justify"><br />Enormes cantidades de piedra debían ser extraídas de las canteras (a veces próximas, pero en ocasiones situadas a centenares de kilómetros de las obras) y arrastradas por grupos de hombres hasta el Nilo, donde los bloques eran cargados en embarcaciones. Para comprender en toda su magnitud la dificultad que conllevaba la ejecución de esta arquitectura monumental es necesario añadir la relativa simplicidad del instrumental. Estos trabajos comunales efectuados durante la crecida tienen que vincularse también con las necesidades de los egipcios para hacer frente a las cargas fiscales; si aproximadamente el 90% de la población estaba unido a la agricultura, ese mismo porcentaje trabajaría en los grandes proyectos arquitectónicos durante la crecida.</div><br /><div align="justify">La construcción de los templos, con sus colosales columnas, estatuas y obeliscos de granito, caliza, diorita o, más raramente, alabastro suponía una empresa similar. Los bloques de piedra, de hasta 800 toneladas, eran tallados de forma grosera en las canteras para facilitar su transporte, recibiendo su forma final a pie de obra. Los delineantes y los pintores que decoraban tumbas y templos eran profundos conocedores de su oficio; trabajaban según convenciones artísticas prefijadas y empleaban rejillas que aseguraban las dimensiones correctas de las figuras que representaban para ilustrar las vidas de faraones y sus consortes, historias tradicionales, episodios mitológicos y escenas de la vida cotidiana. Véase también Arte y arquitectura de Egipto.<br /><br /><strong>Ciudades y aldeas</strong><br /><br />Como las orillas del Nilo han sido habitadas de forma continuada desde aquellos tiempos hasta el presente, los asentamientos egipcios más antiguos, ya fueran ciudades, pueblos o pequeñas aldeas, descansan bajo una gran acumulación de niveles de ocupación, lo que dificulta en extremo su investigación arqueológica. Sin embargo, los restos de un pueblo hallado en Deir el-Medina (en Tebas) y los de la que fuera Ajtatón (hoy, Tell el-Amarna, entre Menfis y Tebas) han proporcionado datos suficientes para conocer cómo fueron las antiguas poblaciones y comunidades egipcias. Parece que la mayor parte de ellas se desarrolló sin una planificación formal previa. A menudo se encontraban amuralladas, para asegurar su protección. Sus distintos espacios estuvieron habitados por miembros de diferentes clases sociales, lo que explica que grandes mansiones con jardines convivieran con aglomeraciones de pequeñas viviendas separadas por callejones, aunque no existieran segregaciones estrictas.<br /><br />La casa típica estaba construida con adobe (ladrillos de barro mezclado con heno o paja y cocidos al sol). Sus paredes interiores y exteriores estaban blanqueadas, tanto por motivos ornamentales como de higiene y salubridad. Los suelos eran generalmente de arcilla comprimida, cubierta de esteras de caña que evitaban que se levantara polvo. Las viviendas más habituales, es decir, las de la mayor parte de los egipcios, tenían entre tres y siete cuartos, con áreas de trabajo en la planta baja, un espacio para el alojamiento y una escalera que conducía a un pequeño habitáculo sobre los dormitorios en la azotea que puede que cumpliera las funciones de cocina. Generalmente, las ventanas eran pequeñas (para que entrara poca luz) y es posible que estuvieran orientadas al norte (para facilitar el acceso de aire fresco).<br /><br />Las residencias de las clases altas de la sociedad fueron mucho más lujosas, con no menos de 60 ó 70 habitaciones y jardines amurallados en los que se plantaban árboles, normalmente higueras, que proporcionaban sombra en la canícula. Estas casas tenían varias alturas, existiendo áreas dedicadas al trabajo en la planta baja, espacios residenciales en la primera planta, posiblemente también un harén, y dormitorios en el segundo piso. En el recinto, alrededor de la casa, había talleres, corrales y almacenes. Mayor esplendor aún tuvieron los palacios regios y los templos, en cuyo interior había comunidades.<br /><br /><strong>Educación y ciencia<br /></strong><br />La formación de los egipcios dependía de la clase social a la que pertenecieran. Los niños de las familias de sectores sociales inferiores aprendían de sus padres el oficio de estos; de ello dan testimonio los relieves funerarios que representan a niños participando en tareas simples del campo. Igualmente adquirirían las destrezas de sus progenitores o de otros varones con los que tuvieran relación en las diferentes profesiones artesanales. Por su parte, las muchachas aprenderían de sus madres las labores que estas realizaban en los hogares, principalmente las relativas a la confección de tejidos y la elaboración de pan y cerveza. La lectoescritura estuvo reservada a los niños pertenecientes a familias ricas, futuros integrantes de la burocracia estatal ligada a la administración pública. Esta enseñanza estaba a cargo de los escribas, una profesión que se heredaría de padres a hijos. Los miembros de esta élite social debieron también añadir a su bagaje cultural conocimientos matemáticos en los campos del álgebra (se cree que los egipcios fueron capaces de solucionar ecuaciones elementales) y la geometría (solo sus profundos avances en esta rama explicarían la construcción de la arquitectura monumental).</div><div align="justify"><br />Otras ciencias motivo de estudio fueron la astronomía y la medicina, aunque siempre vinculadas al marco de las creencias religiosas. La astronomía era de gran importancia para las prácticas religiosas, así como para la medición del tiempo, y debió alcanzar importantes cotas. Sirvan como ejemplo de esta última afirmación el que los egipcios no mostraran extrañeza ante los eclipses del Sol y la Luna, o la referencia anticipada que un papiro efectuaba acerca de la visión de un cometa (probablemente, el Halley). Aunque, como se ha dicho, profundizaron en sus estudios en matemáticas y astronomía, e incluso practicaron la alquimia, probablemente la medicina fue la rama más importante de la ciencia para los egipcios. Así, se han encontrado numerosos papiros que catalogan las dolencias y sus tratamientos, remedios y curas. Véase también Literatura egipcia.<br /><br /><strong>RELIGIÓN Y MITOLOGÍA</strong><br /><br />Al igual que en otros aspectos de la vida del antiguo Egipto, el Nilo y el Sol (Ra) fueron ejes centrales de la religión. Se consideraba que el Sol había creado el río mismo y ambos estaban vinculados a los mitos de la creación. El Nilo era sagrado: no tenía fuente visible de origen y, pese a que en Egipto la lluvia era muy escasa, el río inundaba cada año el valle y permitía la vida. Los conceptos de la creación fueron diversos y cada ciudad rendía culto y adoraba a diferentes divinidades.</div><br /><div align="justify">Todas las ciudades egipcias se hallaban bajo la protección de tres dioses. La tríada de Tebas estaba constituida por Amón, su esposa Mut y su hijo Khonsu. Amón, la divinidad principal de la tríada, fue un dios relativamente menor hasta que Tebas se convirtió en la capital de Egipto durante el Imperio Nuevo. En ese periodo, Amón fue identificado con Ra y esa asociación, Amón-Ra, se convirtió en la deidad imperial de Tebas y en el dios personal del faraón. Ptah, dios de la creación, fue la principal deidad de Menfis; y Osiris, señor del reino de los muertos, estuvo especialmente relacionado con la ciudad de Abidos.</div><br /><div align="justify">Aparte de Ra (creador del Universo), Mut (diosa del cielo y, en ocasiones, madre divina del faraón reinante), Amón, Ptah, Osiris y su esposa Isis, los principales dioses egipcios fueron Horus (dios del cielo), Set (encarnación del mal y del caos), Hator (diosa del cielo y reina del firmamento) y Anubis (dios de la muerte). Los templos que les fueron dedicados eran considerados sus moradas y, en virtud de ello, solo sus sacerdotes y el faraón podían acceder a ellos. En su honor se celebraban grandes festividades, dirigidas personalmente por el faraón, que escoltaba a las estatuas de los dioses a través de calles formadas por las columnas de los templos decoradas con banderas y guirnaldas. Aunque probablemente la mayor parte de la población rendía culto a divinidades locales menores en santuarios de sus hogares, en ocasiones debía participar en esas grandes celebraciones.</div><div align="justify"><br />Muchas de las principales divinidades del antiguo Egipto estuvieron asociadas a determinados animales; por ello, fue muy común su representación zoomórfica (sobre todo, de la cabeza) en pinturas murales, grabados, relieves, manuscritos y esculturas (así, por ejemplo, Anubis, con cabeza de chacal, y Horus, como un halcón). De igual forma, los egipcios sacralizaron a los animales asociados con algunas deidades; tal fue el caso de los gatos (con los que se identificaba a Bastet, diosa del amor y de la fertilidad, hermana de Ra), de los cocodrilos (por el dios Sobek, a veces identificado con Amón o Ra) y de los ibis (que daban a apariencia a Tot, dios de la Luna y escriba de los dioses). En tiempos posteriores, gran número de estos animales sagrados fueron embalsamados, momificados y llevados a las tumbas regias.</div><div align="justify"><br />Gracias a esos sepulcros reales se ha llegado a tener un alto grado de conocimiento sobre los ritos funerarios de los egipcios y su creencia en la vida ultraterrena. Ya en tiempos predinásticos, ofrendas y ajuares funerarios acompañaban al difunto en su tumba para servirle en el más allá. El proceso de embalsamamiento y momificación aseguraba la conservación del cuerpo (requisito para la vida después de la muerte) y los ritos de inhumación fueron diseñados para facilitar el tránsito del alma a esa nueva vida. La preservación del nombre de la persona muerta sobre las paredes de su tumba se consideraba igualmente muy importante; si se borraba, el difunto quedaría condenado a la oscuridad. El paso último lo decidía el juicio de Osiris, que pesaba el corazón del fallecido tomando como medida una pluma (símbolo de Maat, deidad de la verdad y la justicia). El alma de los difuntos se convertía en una estrella que viaja a través del cielo, aunque la vida después de la muerte también era tenida por una continuación de la vida en la Tierra. Estas profundas y complejas creencias de los antiguos egipcios no implicaban una fascinación mórbida por la muerte, sino que encontraban su razón de ser en el ferviente anhelo de prolongar la vida; y precisamente, muchos de sus nombres y la mayor parte de su cultura e historia se conservaron para la posteridad gracias a los hitos materiales que dispusieron para asegurar la vida eterna que tanto desearon. Véase también Mitología egipcia.<br /><br /><strong>El nacimiento de una civilización</strong><br /><br />La presencia del hombre en Egipto se remonta a 500.000 años. Sin embargo, las primeras culturas neolíticas bien identificadas aparecieron en los milenios VI y V a.C. Cada una de ellas es conocida por el nombre del yacimiento arqueológico que las definió y fueron, por orden cronológico, la badariense (por El-Badari); la amratiense (por El-Amrah) o Nagada I, y la geerziense (Nagada II y III). En el transcurso de las dos primeras, se desarrollaron sociedades más complejas, vinculadas a comunidades y pueblos, como consecuencia de la aparición de la agricultura (cebada y trigo), y emergieron nuevos ritos funerarios relacionados con la inhumación. El paso del periodo amratiense al geerziense estuvo marcado por la llegada (c. 3500 a.C.) de pueblos camito-semíticos que se incorporaron a las poblaciones del Nilo en la región de Fayum.</div><br /><div align="justify">Las ciudades que habían ido surgiendo en el valle del Nilo se agruparon progresivamente en dos reinos: el del delta del Nilo, en el Bajo Egipto, en la zona de Buto; y el del Alto Egipto, en torno a Hiérakonpolis, en la zona de Ombo. En fechas algo anteriores al 3100 a.C., Narmer, soberano originario de Hierakónpolis al que tradicionalmente se ha identificado con el legendario Menes, unificó las regiones del Alto y del Bajo Egipto, con lo que nació el país 'de las dos tierras', con capital en la ciudad de Tinis (o Tis), cerca de Abidos. Inauguró de este modo la I Dinastía Tinita (a veces denominada Dinastía 0). Las investigaciones arqueológicas efectuadas en las necrópolis de Abidos y Saqqara permiten pensar que las dinastías tinitas sentaron las bases de la monarquía de derecho divino y de una administración centralizada. Además, comenzaron a desarrollar los sistemas de irrigación, dando un nuevo valor a las tierras.<br /><br /><strong>Imperio Antiguo (c. 2755-2255 a.C.)</strong><br /><br />El denominado Imperio Antiguo comprendió desde la III hasta la VI dinastías. La III Dinastía fue la primera que gobernó desde una nueva capital, Menfis, ciudad situada en el punto de unión entre el Alto y el Bajo Egipto. Este periodo estuvo marcado por la aparición de una arquitectura de carácter colosal, circunstancia que no es sino testimonio de una nueva situación. El sistema político evolucionó hacia una forma teocrática de gobierno, en el que los soberanos ejercían el poder de modo absoluto sobre un territorio sólidamente unificado. En este sentido, la religión desempeñó un papel fundamental, otorgando al faraón la consideración de dios en la Tierra.</div><br /><div align="justify">El primer faraón de la III Dinastía y, por tanto, del Imperio Antiguo fue Sanajt (Nebka), cuyo padre, Jasejemui, había sido, a su vez, el último de la II. Sanajt fue sucedido por su hermano Zoser o Djoser (c. 2737-2717 a.C.), uno de los personajes más conocidos del periodo. Se piensa que fue con Zoser cuando Menfis se convirtió en la capital. Asimismo, durante su reinado, la arquitectura vivió su primer gran momento de esplendor. Vinculado a todo ello estuvo la figura de un personaje llamado Imhotep, arquitecto, jefe espiritual y ‘ministro’ de Zoser, que diseñó para su señor la pirámide escalonada de Saqqara, así como el complejo funerario de 15 hectáreas que la circunda. Fue la primera tumba regia de carácter monumental, cuya función sería preservar la inmortalidad del monarca.</div><br /><div align="justify">Emblemáticos continuadores de la tradición iniciada por Zoser serían los titulares de la IV Dinastía, durante la cual se reafirmó el poder del soberano, encarnación de Horus y Osiris sobre la tierra, donde era el señor absoluto. El monarca ejercía su control sobre el país gracias a una creciente administración. El primer faraón de la IV Dinastía fue Snefru (c. 2680-2640 a.C.), paradigma del rey guerrero, pues dirigió campañas militares en Nubia, Libia y el Sinaí, y al que se atribuye la construcción, en Dahsur, de la primera pirámide egipcia no escalonada. El importante desarrollo del comercio y de la minería fue determinante para que Egipto viviera tiempos de prosperidad. A partir de Snefru, el monarca estuvo secundado en las tareas de gobierno por un visir. A Snefru le sucedió su hijo Keops (c. 2638-2613 a.C.), quien erigió la Gran Pirámide de Gizeh, monumento que, amén de dar fe del gran poder adquirido por los faraones, prueba de modo fehaciente el grado de complejidad que habrían alcanzado la administración y burocracia estatales. Los dos siguientes monarcas fueron sendos hijos de Keops: Redjedef (c. 2613-2603 a.C.), quien introdujo una divinidad asociada al elemento solar (Ra o Re) en el título real y en el panteón religioso; y Kefrén (c. 2603-2578 a.C.), quien dispuso la edificación de su complejo funerario en Gizeh, legando al futuro la segunda de las grandes pirámides de este lugar. La tercera, la menor, la levantaría su sucesor, también miembro de la IV Dinastía: Mikerinos (c. 2578-2553 a.C.).</div><div align="justify"><br />Durante la IV Dinastía, la civilización egipcia alcanzó la cúspide de su desarrollo, que se mantendría durante la V y VI dinastías. Un esplendor que no solo se manifestaba en la arquitectura monumental, sino también en la escultura, la pintura, la navegación o la astronomía; así, por ejemplo, los astrónomos de Menfis establecieron un calendario de 365 días. Los médicos del Imperio Antiguo también mostraron un extraordinario conocimiento de fisiología, cirugía, del sistema circulatorio humano y del uso de antisépticos. Mientras, los navegantes egipcios exploraban el continente africano hasta la actual Somalia. La prosperidad del Imperio Antiguo se sostuvo en la explotación de las minas de Sinaí; en los intercambios comerciales con Fenicia, de donde provenía la madera del Líbano empleada en los sarcófagos; en las relaciones con Chipre y Creta; y en la dominación de Nubia, que abastecía de marfil y ébano.</div><div align="justify"><br />Si bien es cierto que los faraones de la V Dinastía mantuvieron la prosperidad del reino gracias a la ampliación del comercio exterior y a las incursiones militares en Asia, también comenzaron a aparecer síntomas del declive de la autoridad real, como consecuencia de la mayor burocracia y del incremento del poder de administradores no pertenecientes a la realeza. El último titular de la V Dinastía, Unas (c. 2428-2407 a.C.), fue enterrado en una cámara funeraria de la pirámide de Saqqara en cuyas paredes se encuentran los denominados ‘Textos de las Pirámides’, inscripciones que aparecen también en las tumbas regias de la VI Dinastía y en las autobiográficas de funcionarios de la misma. Todas ellas atestiguan un evidente proceso de debilitamiento del poder faraónico. Alguna de estas fuentes refiere acerca de una conspiración contra el faraón Pepi I (c. 2395-2360 a.C.) en la que pudo estar implicada la propia esposa del soberano. Asimismo, se cree que durante los últimos años de reinado de Pepi II (c. 2350-2260 a.C.), el poder pudo ser ejercido de facto por su visir.</div><div align="justify"><br />Factores determinantes del proceso de decadencia y hundimiento del Imperio Antiguo fueron la propia expansión territorial y el crecimiento económico, elementos que propiciaron la progresiva aparición de una oligarquía de altos funcionarios centrales pero también locales, cuya fuerza terminó por convertirse en una amenaza para los soberanos. En este sentido, los nomarcas reafirmaron su autonomía. Por otra parte, la preponderancia del dios solar, Ra, se impuso probablemente a finales de la V Dinastía, gracias a la influencia del clero de la ciudad de Heliópolis; en algún momento a partir de entonces, el faraón pasó a ser considerado hijo de Ra.<br /><br /><strong>Primer periodo intermedio (c. 2255-2134 a.C.)</strong><br /><br />La VII Dinastía marcó el inicio del primer periodo intermedio de la historia del antiguo Egipto. Sometido a incursiones bélicas procedentes del exterior, la unidad territorial se desgajó, la autoridad se atomizó, apareció el hambre y las rebeliones se multiplicaron, de forma simultánea a la difusión del culto a Osiris, que parecía colmar las aspiraciones populares de inmortalidad.<br /><br />A partir de la IX, varias dinastías cohabitaron e intentaron recuperar en torno a ellas la unidad del país. La IX y X dinastías controlaron dos terceras partes del territorio desde Heracleópolis, extendiendo su poder hacia el norte hasta Menfis (incluso hasta el delta) y hacia el sur, hasta Licópolis (actual Asiut). Por su parte, la XI Dinastía, al postre triunfante, radicó en Tebas, en el Alto Egipto, y dominó el espacio desde Abidos hasta Elefantina, cerca de Siene (hoy Asuán).<br /><br /><strong>Imperio Medio (c. 2134-1784 a.C.)</strong><br /><br />El inicio del periodo de la historia del antiguo Egipto conocido como Imperio Medio se data en torno al año 2134 a.C., el de la entronización de la XI Dinastía, que convivió con la X. Los primeros faraones de la XI Dinastía afrontaron la reunificación territorial, intentando hacer efectiva en el norte y en el sur la autoridad que ejercían en su enclave tebano. Por este motivo, lo cierto es que el Imperio Medio comenzó cuando aquel proceso resultó completado, aproximadamente en el 2047 a.C.<br /><br />La reunificación se produjo durante el reinado de Mentuhotep II (c. 2061-2010 a.C.), quinto representante de aquella XI Dinastía, el cual derrotó a los faraones de Heracleópolis, conquistó Licópolis y avanzó hasta ocupar todo el Medio y Bajo Egipto. En su proclamación como faraón, Mentuhotep II recibió el nuevo título de Nebhepetre (‘de todo el país’), aunque todavía tuvieron que transcurrir algunos años para que se alcanzara la completa pacificación. Mentuhotep II trasladó la capital a Tebas y el dios local de esta ciudad, Amón, comenzó a ver afirmada su primacía. Envió expediciones a Libia y a la península del Sinaí para combatir a pueblos nómadas invasores, y promovió las actividades comerciales y mineras en Nubia. Mentuhotep II ordenó erigir su complejo funerario en Dayr al-Bahari, en las afueras de Tebas.<br /><br />Con la XII Dinastía, la capital se desplazó simbólicamente hacia el norte, cerca de Menfis. La pretensión de reforzar la unidad nacional se manifestó en el compromiso religioso entre los cleros tebanos y heliopolitano por el que Amón fue asociado a Ra, naciendo así 'el padre de los dioses, el hacedor del género humano, el creador del ganado, el señor de todo lo que es'. Intercesor entre Amón-Ra y los hombres, el faraón reforzó su poder reduciendo el de los gobernadores locales y asegurándose, en vida, la designación de su sucesor. Al mismo tiempo, la inmortalidad dejó de ser una condición privativa del soberano. El fundador de la XII Dinastía fue Amenemes I (c. 1991-1962 a.C.), el cual reorganizó la burocracia (formando un cuerpo de escribas y administradores), exigió la lealtad de los nomarcas y estableció la citada nueva capital. Durante los últimos diez años de su reinado, actuó como corregente su hijo y sucesor, Sesostris I (c. 1962-1928 a.C.), quien edificaría fortalezas por toda Nubia, establecería relaciones comerciales con el exterior, enviaría gobernadores a Palestina y Siria, y lucharía contra los libios en el oeste. Durante los reinados de Amenemes I y Sesostris I, Egipto vivió un periodo de intenso renacimiento intelectual y cultural, patente tanto en el desarrollo de variados géneros literarios y tratados científicos escritos sobre papiro, como en las manifestaciones artísticas, que revelan una extraordinaria delicadeza en su concepción. Sus sucesores fueron Amenemes II y Sesostris II. Durante el reinado de este último (c. 1895-1878 a.C.), se afrontó el proceso de saneamiento y acondicionamiento de la región de Fayum. Sesostris III (c. 1878-1843 a.C.) construyó un canal en la primera catarata del Nilo; constituyó un ejército permanente, que utilizó en su campaña contra los nubios; erigió nuevas fortalezas en la frontera meridional; y dividió administrativamente el país en tres unidades geográficas, cada una de ellas controlada por un alto funcionario supervisado por un visir. Amenemes III (c. 1842-1797 a.C.) concentró sus esfuerzos en la expansión económica: realizó grandes proyectos de irrigación y de recuperación de tierras, principalmente en el lago Moeris, en Fayum; impulsó la producción minera, y sus flotas comerciales navegaron por el mar Rojo y atravesaron el Mediterráneo hasta Chipre y Creta. Además, al final de su reinado, logró suprimir la amenaza que suponían los nobles locales.<br /><br /><strong>Segundo periodo intermedio (c. 1784-1570 a.C.)</strong><br /><br />La unidad egipcia se vio de nuevo quebrantada como consecuencia de la invasión de su territorio por los hicsos, pueblo semita procedente, muy posiblemente, de Palestina y Siria, que tomaron Menfis y el Bajo Egipto y se establecieron en Avaris (probablemente, la antigua Tanis), en la frontera noreste del delta del Nilo. Los hicsos, sin duda, debieron aprovecharse del debilitamiento del poder faraónico durante la XIII y XIV dinastías, circunstancia a la que se sumaban sus mayores conocimientos bélicos (introdujeron en Egipto el caballo y el carro de guerra). Los soberanos hicsos de la que pasó a ser XV Dinastía adoptaron, sin embargo, las costumbres egipcias, adoraron a los dioses Set y Ra, y tomaron epónimos y protocolos de los faraones de Egipto.<br /><br />Coetáneas de la XV Dinastía hicsa fueron la XVI Dinastía (que reinó en la zona central de Egipto) y la XVII Dinastía (que de forma más independiente ejerció desde Tebas su autoridad en la parte sur del país, dominando el territorio entre Elefantina y Abidos). Un soberano de esta última, el tebano Kames o Kamosis (c. 1576-1570 a.C.) luchó con éxito contra los hicsos, aunque fue su hermano Amosis I quien los derrotó finalmente, reunificando de nuevo Egipto.<br /><br /><strong>Imperio Nuevo (c. 1570-1070 a.C.)</strong></div><br /><div align="justify">Amosis I (c. 1570-1546 a.C.) fue, por tanto, el fundador de la XVIII Dinastía, primera del Imperio Nuevo, cuya capital sería Tebas. Durante los cinco siglos de esta nueva etapa, Egipto conoció los momentos de mayor apogeo y fortaleza de su historia antigua.<br /><br /><strong>Periodo Tutmosida</strong><br /><br />El sucesor de Amosis I, Amenofis I (o Amenhotep I, c. 1546-1524 a.C.; corregente desde 1551 a.C.), extendió los límites de Egipto hacia Nubia y Palestina. Por iniciativa suya, Karnak, en la orilla oriental del Nilo, comenzó a ser una de las ciudades paradigmáticas de la arquitectura monumental. Este faraón separó su tumba del templo funerario e instauró la costumbre de que el lugar de su último descanso permaneciera secreto. El siguiente faraón de la XVIII Dinastía fue Tutmosis I (c. 1524-1518 a.C.), quien destacó tanto por sus acciones militares (extendió sus dominios en Nubia y avanzó hasta el río Éufrates) como por sus realizaciones arquitectónicas (mandó construir en Karnak dos pilones, una sala hipóstila y dos obeliscos). Tutmosis I fue el primer faraón que se hizo enterrar en el Valle de los Reyes. Su línea de gobierno fue seguida por su hijo, Tutmosis II (c. 1518-1504 a.C.), el cual luchó contra tribus nubias rebeldes y contra los beduinos, y dispuso que se efectuaran mejoras en el Gran templo de Amón en Karnak. Al morir Tutmosis II, el trono fue ocupado por su hermana (era hija de Tutmosis I) y esposa, Hatshepsut, la cual privó del ejercicio real del poder a Tutmosis III, hijo de Tutmosis II y una concubina. Aunque el reinado de Tutmosis III comenzó nominalmente cerca del año 1504 a.C., su inicio efectivo no tuvo lugar hasta la muerte de Hatshepsut,(c. 1483 a.C.); se prolongó hasta c. 1450 a.C. y supuso un periodo de gran apogeo exterior, marcado por 17 victoriosas campañas militares que afirmaron la supremacía egipcia en Oriente Próximo. Tutmosis III infligió severas derrotas a Siria (cuyas fuerzas fueron aniquiladas en la llanura de Jezrael, perseguidas y nuevamente vencidas, en el 1479 a.C., en Meguido); al reino hurrita de Mitanni (al alentar este Estado mesopotámico revueltas en determinadas ciudades sirias y fenicias dominadas por Egipto, los ejércitos faraónicos invadieron su territorio, conquistaron varias de sus ciudades y extendieron el poder de Egipto en el norte de Palestina y Fenicia); sometió a Nubia y Sudán; y consiguió que le rindieran tributo Creta, Chipre, el poderoso reino anatolio de los hititas, Asiria y Babilonia, además de Mitanni.<br /><br />Los inmediatos sucesores de Tutmosis III, Amenofis II (c. 1450-1419 a.C.) y Tutmosis IV (c. 1419-1386 a.C.), intentaron mantener las conquistas asiáticas frente a los intentos expansionistas de los reinos de Mitanni y de los hititas. El largo reinado de Amenofis III (c. 1386-1350 a.C.) fue un periodo de paz (posibilitado por el mantenimiento del equilibrio con los estados limítrofes gracias al hábil empleo de la diplomacia) y de florecimiento de la arquitectura (edificó el gran templo de Amón en Luxor).<br /><br /><strong>Revolución religiosa de Ajnatón</strong><br /><br />En el siglo XIV a.C., Egipto proporcionó a la edad antigua uno de sus episodios más peculiares. Lo protagonizó Amenofis IV (c. 1350-1334 a.C.), hijo de Amenofis III. El nuevo faraón adoptó el culto a Atón, dios o disco solar con el que eventualmente se identificó y al que consideraba único creador del Universo (por ello, algunos autores le sitúan como precursor del monoteísmo). Una vez instituida la nueva religión, así como su clero, cambió su nombre regio por el de Ajnatón (‘Atón está satisfecho’) y trasladó la capital de Tebas a Ajtatón, una nueva ciudad dedicada a Atón en el actual emplazamiento de Tell el-Amarna (de ahí que esta etapa también sea conocida por el nombre de periodo amarniense o de Amarna). Ajnatón (que estuvo acompañado en su devoción a Atón por su esposa, Nefertiti) ordenó suprimir todos los signos y costumbres religiosas de sus predecesores y se enfrentó duramente a los sacerdotes que pretendieron mantener el culto a Amón. No obstante, esta revolución religiosa fue efímera, ya que desapareció con su creador; de hecho, su yerno y sucesor, Tut Anj Amón (c. 1334-1325 a.C.), restauró el culto a Amón y reintegró la capitalidad a Tebas. Pese a que poco más se sabe de Tut Anj Amón, es sin duda uno de los faraones más famosos; ello se deriva del descubrimiento en el Valle de los Reyes de su tumba, incólume y plena de tesoros, y de su propia momia. Fue este un hito de la egiptología protagonizado en 1922 por el arqueólogo británico Howard Carter y su mecenas, George Herbert, quinto conde de Carnarvon, que la supuesta maldición del faraón alimentó pronto de misterio.<br /></div><strong></strong><div align="justify"><strong>Periodo Ramesida </strong></div><div align="justify"><strong><br /></strong>Para contrarrestar la influencia de Tebas, los Ramesidas (once faraones de la XIX y XX dinastías) fundaron una segunda capital en el delta, cerca de Tanis. El fundador de la XIX dinastía, Ramsés I, reinó solo dos años (c. 1314-1312 a.C.). Le sucedió su hijo Seti I (1312-1298 a.C.; corregente junto a su padre desde el 1313 a.C.), quien intentó recuperar algunas de las posesiones sirias perdidas durante el final de la XVIII Dinastía, conquistó Palestina, defendió su frontera occidental frente a los libios y luchó contra los hititas. Egipto conoció luego un largo periodo de prosperidad con el hijo y sucesor de Seti I, Ramsés II (c. 1298-1235 a.C.), cuyo reinado supuso una de las cúspides del antiguo Egipto. Durante los primeros años en que estuvo al frente del reino, Ramsés II luchó para recuperar las tierras de África y del oeste de Asia Menor que Egipto había poseído durante los siglos XVI y XV a.C. Estas aspiraciones le hicieron enfrentarse a los hititas, contra los que mantuvo una larga guerra, cuyo principal combate fue la batalla de Qades (c. 1296 a.C.), librada en Siria y que Ramsés II consideró como un gran triunfo de las tropas egipcias sobre las del soberano hitita, Muwatalli. Sin embargo, todo parece indicar que el resultado de aquella contienda no fue determinante, pues solo el tratado firmado en torno al año 1283 a.C. fijó las fronteras de las tierras sirias en disputa, al tiempo que disponía el matrimonio entre Ramsés II y la hija del nuevo monarca hitita, Hatusili III. La segunda parte del reinado de Ramsés II estuvo caracterizada por la construcción de impresionantes monumentos, tales como el templo excavado en piedra de Abu Simbel, el llamado Ramesseum (su templo funerario, en Tebas) y la conclusión del gran vestíbulo hipóstilo del templo de Amón de Karnak.<br />Pese a solventarse el peligro hitita, Egipto no tardó en tener que defender su integridad territorial frente a nuevos invasores: los denominados por la historiografía pueblos del mar, provenientes de las costas de Asia Menor y de Grecia, de donde llegaban desplazados, a su vez, por otras invasiones de pueblos indoeuropeos y por la irrupción de los dorios en el mar Egeo. Meneptah, hijo de Ramsés II, rechazó a los pueblos del mar, como también lo haría Ramsés III (c. 1198-1176 a.C.), soberano perteneciente ya a la XX Dinastía, quien derrotó igualmente a los libios y cuyas victorias fueron representadas en su templo funerario de Madinat Habu, cerca de Luxor. El final del reinado de Ramsés III marcó el inicio de la decadencia del Imperio Nuevo; Egipto se vio a partir de entonces afectado por revueltas internas (propiciadas por el creciente poder de los sacerdotes de Amón y del ejército) y por el acoso exterior de Asiria y de los libios.<br /><br /><strong>Tercer periodo intermedio y Baja Época (c. 1070-332 a.C.)<br /></strong><br />Hacia el 1070 a.C., la unidad egipcia se vio nuevamente vulnerada, dando lugar al inicio de una etapa que, en virtud de ello, es denominada ‘tercer periodo intermedio’. Esta fase comprendió desde la XXI hasta la XXIV dinastías. Los faraones que gobernaron desde Tanis, en el norte, rivalizaron con los sumos sacerdotes de Tebas, con los que parecían estar relacionados. Los soberanos de la XXI Dinastía puede que tuvieran antepasados libios, porque fueron jefes libios quienes dieron origen a la XXII Dinastía. Cuando los gobernadores libios entraron en un periodo de decadencia, varios rivales se alzaron en armas para conquistar el poder. De hecho, las XXIII y XXIV dinastías fueron coetáneas a la XXII, al igual que la XXV (cusita), la cual controló de forma efectiva la mayor parte de Egipto cuando aún gobernaban la XX y XXIV Dinastías, al final de su mandato.<br /><br />Los faraones incluidos desde la XXV hasta la XXXI dinastías gobernaron Egipto durante lo que se conoce como Baja Época. Los cusitas gobernaron desde el 767 a.C. hasta ser derrotados por Asiria en el 671 a.C. Los soberanos egipcios se restablecieron con la XXVI Dinastía (o dinastía saíta), fundada por Samético I (664-610 a.C.). El resurgir de nuevos logros culturales, reminiscencia de épocas anteriores, alcanzó su plenitud con la XXVI Dinastía. Cuando el último faraón egipcio fue derrotado por Cambises II, en el 525 a.C., el país cayó bajo dominio de Persia durante la XXVII Dinastía (Aqueménida). Egipto reafirmó su independencia con las XXVIII y XXIX dinastías, pero la XXX Dinastía fue la última de soberanos egipcios. La XXXI Dinastía, que no se menciona en la cronología de Manetón, representó el periodo de la segunda dominación persa.<br /><br /><strong>Épocas helenística, romana y bizantina (332 a.C.-642 d.C.)</strong></div><div align="justify"><strong></strong><br />Alejandro III el Magno, cuyas tropas ocuparon Egipto en el 332 a.C., liberó de la tutela persa al país, que quedó integrado en el mundo helenístico hasta el año 30 a.C. El soberano macedonio, que dejó Egipto en la primavera del 331 a.C., fundó Alejandría y supo ganarse el favor de la población al mantener las leyes y las tradiciones nacionales. Se aseguró sobre todo el apoyo de la clase sacerdotal, al acudir al templo de Amón y hacer reconocer su filiación divina. Al fallecer Alejandro Magno, en el 323 a.C., sus territorios pasaron a ser gobernados por sus generales. Uno de ellos, Tolomeo, quedó al mando de la satrapía de Egipto y Libia, en calidad de sátrapa (gobernador) del territorio. Sin embargo, en el 305 a.C., Tolomeo se proclamó rey, dando inicio a la dinastía Tolemaica o Lágida (así llamada por ser Tolomeo hijo de un macedonio llamado Lagos). A Tolomeo I Sóter (305-285 a.C.), le sucedieron en el trono egipcio Tolomeo II Filadelfo (285-246 a.C.) y Tolomeo III Evergetes (246-221 a.C.).<br /><br />Egipto pasó a ser una provincia romana, situación que se prolongaría durante casi siete siglos (salvo un pequeño lapso, en el siglo III d.C., en que fue gobernado por la reina Septimia Zenobia de Palmira). Durante ese largo periodo, Egipto fue un territorio de vital importancia económica para el Imperio de Roma, especialmente por su función como suministrador de cereales, pero también por sus vidrios, metales y otros productos manufacturados; además, se convirtió en un punto clave del comercio de especias, perfumes, piedras preciosas y metales procedentes de los puertos del mar Rojo. La administración del Egipto romano dependía de un prefecto; con el tiempo, esta figura acumuló un gran poder, por lo que, en el siglo VI, el emperador bizantino Justiniano I le privó de sus prerrogativas militares y dispuso que fuera un comandante el que ejerciera la autoridad sobre el ejército.</div><div align="justify"><br />Durante el periodo de dominación romana, Egipto vivió tiempos de relativa paz. Alejandría conservó la capitalidad que alcanzara en época de los Tolomeos y fue una de las grandes metrópolis del Imperio romano, centro de un próspero comercio con India, la península de Arabia y los territorios mediterráneos. La romanización no tuvo gran incidencia, al ser ya la egipcia una sociedad muy helenizada desde tiempos tolemaicos. Para entonces, la población incluía importantes minorías de judíos, griegos y de otras comunidades de Asia Menor. La lengua copta comenzó a desarrollarse de forma independiente de la egipcia, por la influencia griega y de otras lenguas semíticas. Al igual que los habitantes de otros pueblos dominados por Roma, los egipcios no alcanzaron la ciudadanía romana hasta el año 212, gracias al Edicto de Caracalla. Los emperadores romanos protegieron las tradiciones religiosas egipcias; culminaron y embellecieron templos comenzados bajo los Tolomeos y, al igual que los faraones, hicieron inscribir en ellos sus propios nombres. Por otra parte, los cultos egipcios de Isis y de Serapis se extendieron por todo el ámbito grecorromano. Sin embargo, Egipto tuvo una notable importancia, a través del monacato, en la difusión del primer cristianismo.</div><div align="justify"><br />Tras la división del Imperio romano, en el 395 d.C., Egipto pasó a formar parte del Imperio bizantino. El patriarca de Alejandría adquirió una gran fuerza en el seno de la Iglesia cristiana y gozó del apoyo papal frente a su rival de Constantinopla. San Cirilo, patriarca de Alejandría entre el 412 y el 444, obtuvo la condena, por herético, del nestorianismo, defendido por el patriarca de Constantinopla, Nestorio. Sin embargo, el poder del patriarcado alejandrino llegó a ser incluso amenazador para el propio Papado. El sucesor de Cirilo, Dióscoro, que defendió el monofisismo, fue depuesto tras el Concilio de Calcedonia (451). Al ser condenadas por Constantinopla, las tesis monofisitas fueron desde entonces adoptadas de forma masiva por los cristianos de Egipto. Durante los dos siglos siguientes, la Iglesia copta fue víctima de persecuciones impulsadas por el poder bizantino.<br /><br />Durante el siglo VII, el Imperio bizantino sufrió el desafío de la Persia de los Sasánidas, que invadió Egipto en el 616. Pese a que fueron rechazados y expulsados en el 628, poco después, en el 642, Egipto cayó bajo el dominio del califato musulmán de Umar I. El proceso de expansión del islam supuso la llegada de una nueva religión y dio paso a una nueva etapa de la historia egipcia.</div>nathiithahttp://www.blogger.com/profile/09610179596849225277noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8515780712498668649.post-5897469524309853382009-06-26T12:34:00.000-07:002009-06-26T12:37:57.112-07:00GRECIA<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiz9gtuZ-Qx5ZgP8EVB2MHTqQGBUhm2w6FcOkxkxRrw3WML-3nVIN8caS0naUgipu08K_xaKnOPxh302uIl2l2KUIiwXAKH-8zYK0vRPXfLnzsDB4ywRLosBe8gjeuC-244-WicczPrqulq/s1600-h/Grecia_Antigua.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5351722789107753378" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 320px; CURSOR: hand; HEIGHT: 261px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiz9gtuZ-Qx5ZgP8EVB2MHTqQGBUhm2w6FcOkxkxRrw3WML-3nVIN8caS0naUgipu08K_xaKnOPxh302uIl2l2KUIiwXAKH-8zYK0vRPXfLnzsDB4ywRLosBe8gjeuC-244-WicczPrqulq/s320/Grecia_Antigua.jpg" border="0" /></a><br /><div align="justify"><strong>PRIMEROS TIEMPOS</strong><br /><br />Las huellas más antiguas de ocupación humana en Grecia se remontan al paleolítico. Puede decirse que, en torno al 4000 a.C., aparecieron los indicadores neolíticos: las comunidades adquirieron hábitos sedentarios, desarrollaron la agricultura, aumentaron en número y ocuparon un espacio más extenso; diferentes vestigios (particularmente, la obsidiana de la isla de Milo) atestiguan la existencia de relaciones marítimas con el archipiélago de las Cícladas.<br /><br /><strong>LA EDAD DEL BRONCE: LA CIVILIZACIÓN DEL EGEO<br /></strong><br />Diversas civilizaciones de notable importancia se desarrollaron en el ámbito del mar Egeo durante la edad del bronce. La historiografía incluso ha utilizado el término civilización del Egeo para hacer referencia al conjunto cultural del que la cuenca de este mar fue escenario desde aproximadamente el IV milenio hasta el 1200 antes de Cristo.<br /><br /><strong>La civilización minoica<br /></strong><br />En la isla de Creta, la civilización minoica se originó aproximadamente en el 2600 a.C., alcanzó su momento de máximo apogeo en el periodo 2000-1450 a.C. y desapareció hacia el 1200 a.C. Se desarrolló en el marco de los palacios y sus principales centros fueron Cnosos, Festo, Malia y Zákros. Los soberanos de Cnosos tuvieron su mayor poder hacia el 1600 a.C., controlaron toda la zona del Egeo y comerciaron con Egipto. Esta floreciente cultura estableció un complejo sistema de pesos y medidas, así como varios sistemas de escritura lineal (lineal A y lineal B). La destrucción de Cnosos y el ocaso minoico fueron coetáneos del periodo de esplendor, en el bronce final, de otra de esas civilizaciones del Egeo que posteriormente se mencionará, la micénica.<br /><br /><strong>La cultura cicládica<br /></strong><br />La cultura cicládica floreció en las islas Cícladas aproximadamente desde el 3200 hasta el 1500 a.C. Los habitantes de sus fortificados poblados practicaban la agricultura, la ganadería, la pesca y el comercio marítimo (de esto último dan indicios la presencia de objetos cicládicos en Creta, Ática, el Peloponeso y Asia Menor; así como las representaciones de barcos en la cerámica, o el descubrimiento de maquetas de piedra o cueros ilustrados con técnicas de construcción naval). Debió de tratarse de una sociedad fuertemente jerarquizada, con cúspide en una significada casta aristocrática. Tecnológicamente, se les atribuye la expansión de la metalurgia. Tras haber dominado el Egeo durante aproximadamente 1.300 años, entraron en decadencia en torno al 1500 a.C., y el desarrollo independiente de estas pequeñas islas quedó superado por la cada vez mayor influencia minoica.<br /><br /><strong>La civilización heládica</strong><br /><br />En el Peloponeso, la civilización heládica (c. 2500-1100 a. C.) coincidió con una etapa de crecimiento demográfico y se caracterizó, sobre todo, por la aparición de nuevos ritos funerarios, probablemente por la influencia de un pueblo de reciente implantación en aquel espacio: los helenos.<br /><br /><strong>Migraciones indoeuropeas</strong><br /><br />A finales del III milenio a.C., había comenzado un periodo de lentas migraciones de pueblos de lengua indoeuropea procedentes de las regiones danubianas. Practicaban la agricultura y la ganadería, utilizaban caballos e introdujeron el empleo de instrumentos y de armas de cobre o de bronce, así como de una cerámica particular que lleva el nombre de ‘minyenne’. Entre el 2000 y el 1600 a.C., tres fueron los principales y sucesivos grupos de esos pueblos: los jonios, que ocuparon el Ática y las Cícladas; los eolios, que se establecieron en Tesalia; y los aqueos (el grupo más importante), en el Peloponeso.<br /><br /><strong>La civilización micénica<br /></strong><br />En la última fase de la edad del bronce (c. 1600-1200 a.C.), los aqueos dieron paso a la civilización micénica, que debe su nombre a la ciudad reino de Micenas, cuyos numerosos vestigios arqueológicos fueron descubiertos por el alemán Heinrich Schliemann en el siglo XIX. Los micénicos, que ocuparon el Peloponeso, Beocia, Ática y Creta después del misterioso hundimiento de la civilización minoica, aparecen relacionados con la fundación de diferentes reinos, como Tirinto o Pilos, organizados en el marco de palacios y fortalezas, y gobernados por un rey, que se encontraba en la cúspide de una sociedad fuertemente jerarquizada. Una poderosa clase sacerdotal estuvo al servicio de un complejo sistema religioso que incluía la creencia en numerosas divinidades, tales como Zeus, Hera, Poseidón, Ártemis o Hermes. Las tumbas micénicas, que a menudo ocultaban verdaderos tesoros, han dado cumplido testimonio de la vitalidad y de la riqueza que esta civilización debió alcanzar.<br />Si bien los micénicos fueron comerciantes, también se dedicaron a la piratería y estuvieron muy ligados a la actividad bélica y guerrera. De hecho, como ya se refirió anteriormente, los micénicos debieron estar relacionados con la desaparición de la civilización minoica y, si se toma a Homero y su Iliada como fuente, estuvieron involucrados en la guerra de Troya, que culminó con la destrucción de dicha ciudad.<br /><br /><strong>Nuevas oleadas migratorias</strong><br /><br />La destrucción de las ciudades y palacios micénicos, y la desaparición, a finales del siglo XII a.C., de su civilización fueron explicadas tradicionalmente a partir de un único hecho coadyuvante: una última oleada indoeuropea, la protagonizada por el pueblo dorio. Sin embargo, otras causas debieron influir en el devenir de aquellos acontecimientos, tales como trastornos sociales que debilitaron a las clases dirigentes o cambios climáticos que tuvieron nefastas consecuencias en la agricultura. Todos los factores citados no son excluyentes, y parece probable que el final de la civilización micénica fuera el colofón de la acción conjunta de varios de aquellos.<br /><br /><strong>LA EDAD OSCURA</strong><br /><br />Entre el hundimiento micénico y la emergencia de las ciudades-estado (la que sería nueva forma de organización política), transcurrieron casi cuatro siglos sobre los que poco se sabe, hasta el punto de ser llamados edad o época ‘oscura’ por los historiadores.<br />En el siglo XI a.C., surgieron importantes innovaciones culturales en distintos campos, como la fabricación de cerámica con decoración geométrica y la utilización del hierro en sustitución del bronce. Estos elementos fueron atribuidos durante mucho tiempo a los dorios, al ser concomitantes con su llegada; sin embargo, no existen pruebas determinantes que vinculen ambos hechos. Esta época estuvo también marcada por importantes movimientos migratorios; así, grupos griegos, probablemente empujados por las invasiones, emigraron para establecerse en las islas del mar Egeo y a lo largo de las costas asiáticas. Beocia, Tesalia, Asia Menor y la isla de Lesbos fueron ocupados por los eolios; los dorios se concentraron en el istmo de Corinto, en el Peloponeso, en Creta y en Rodas; por último, los jonios se instalaron en Ática, Eubea y las Cícladas.<br /><br />El curso de los siglos IX y VIII a.C. (periodo que es conocido gracias a Homero y Hesíodo) preludia algunas de las características del subsiguiente periodo histórico de la antigua Grecia, el arcaico. Así, de forma paralela al redescubrimiento de la escritura y el renacimiento de la vida religiosa, surgieron nuevas estructuras sociales, políticas y mentales. Fue entonces cuando se hicieron presentes pequeñas unidades territoriales dirigidas por un basileus o rey, que poseía las tierras más ricas, y una serie de clases sociales que incluía desde los notables y principales del soberano a los esclavos, excluidos de toda participación en la vida política y en el ejército; así como un sistema de valores, fundado en los principios de la hospitalidad y el valor, que se convirtió en distintivo de identidad de una cultura griega común.<br /><br />Entre los siglos VIII y VII a.C., Mesenia, en el suroeste del Peloponeso, fue invadida por Esparta, que progresivamente se instaló en toda la región.<br /><br /><strong>PERIODO ARCAICO</strong><br /><br />El progresivo proceso colonizador extendió los límites del mundo griego a la península Ibérica, el sur de la Itálica (la llamada Magna Grecia), Tracia, la península Calcídica, la costa africana (en Egipto), Asia Menor y el Ponto Euxino (mar Negro).<br /><br /><strong>El nacimiento de la ciudad</strong><br /><br />Otros importantes procesos de transformación, en los órdenes social y político, estaban teniendo lugar de forma simultánea a las colonizaciones. No existe acuerdo unánime entre los historiadores acerca del momento de aparición de las primeras ciudades, pero lo que sí es seguro es que ya existían en el siglo VIII a.C. El término polis (‘ciudad’) servía para designar a una comunidad independiente y dotada de sus propias instituciones que vivía sobre un territorio en el que había un espacio rural con pueblos y otro urbanizado en mayor o menor grado. Sin embargo, no todas las zonas griegas alcanzaron al mismo tiempo este estadio de desarrollo, siendo la costa de Jonia el ámbito en el que antes se logró. La organización social de la ciudad reposaba esencialmente en la existencia de hoplitas (ciudadanos-soldados).<br /><br />La evolución política y social de las ciudades griegas durante el periodo arcaico es aún mal conocida. Las monarquías serían progresivamente reemplazadas, entre los siglos XI y VII a.C., por oligarquías. De este modo, el poder pasó a los jefes de las grandes familias que poseían la tierra y, por consiguiente, la riqueza y las armas. Entre ellos escogían a magistrados temporales, que eran denominados arcontes en Atenas y éforos en Esparta.<br /><br />En los siglos VII y VI a.C., la aristocracia dominante tuvo que hacer frente a graves disturbios derivados de los problemas económicos y sociales que el modelo vigente generaba; estos eran, principalmente, el notable incremento de los campesinos sin tierra y el descontento de una clase mercantil nacida como consecuencia de la colonización y que reclamaba derechos políticos. Ciertas ciudades, como Atenas, remitieron la solución de estos conflictos a legisladores (como Solón y Dracón), mientras que otras recurrieron a la acción de aristócratas locales, a menudo jefes militares, que recibieron el nombre de tiranos.<br /><br /><strong>Las tiranías</strong><br /><br />Si bien es cierto que su extracción era aristócrata, los tiranos gobernaron sin tener en cuenta a los individuos de su mismo origen (incluso a veces, contra ellos). Algunos se revelaron como hábiles dirigentes y fortalecieron su ciudad; un ejemplo de esto último fue Polícrates, tirano de Samos en el periodo 535-522 a.C. Pero, en cualquier caso, los regímenes tiránicos no pudieron resistir a la voluntad de los individuos de obtener auténticas responsabilidades políticas y convertirse, realmente, en ciudadanos.<br />El periodo de las tiranías (c. 650-500 a.C.) se caracterizó por ser una época de notable vitalidad cultural y económica. Los intercambios comerciales, en particular por vía marítima, se multiplicaron, y el uso de moneda se tornó esencial. El desarrollo de actividades culturales comunes en el conjunto de todas las ciudades griegas fue, junto a la lengua y la religión, uno de los principales factores de cohesión en una antigua Grecia caracterizada, en lo político, por la desmembración. En este sentido, cabe mencionar la importancia de los juegos impulsados en diversas ciudades: los panhelénicos u olímpicos (organizados en Olimpia desde el 776 a.C.), los píticos (promovidos en Delfos), los nemeos (en Nemea) y los ístmicos (en el istmo de Corinto). Estos eventos contribuyeron de forma decisiva a que los antiguos griegos adquirieran conciencia de su adscripción a una misma civilización.<br /><br /><strong>Emergencia de Atenas<br /></strong><br />Convertida, junto con Esparta, en una de las principales ciudades-estado griegas entre los siglos VIII y VI a.C., Atenas vivió una original y peculiar evolución política e institucional. La monarquía hereditaria fue abolida en el 683 a.C. por y en favor de los eupátridas, clase aristocrática originada de la poderosa oligarquía terrateniente que conservaría el poder hasta mediado el siglo VI a.C. Los eupátridas eran la única fuente de derecho y podían llegar a ser arcontes, magistrados responsables de la dirección de los asuntos bélicos, religiosos y legislativos, elegidos anualmente por el Areópago, el consejo de notables cuyos miembros, además de esta capacidad electiva de los arcontes, representaban la máxima instancia judicial.<br /><br />El descontento con este sistema era generalizado, y el intento de tiranía de Cilón (632 a.C.) pretendió, sin éxito, acabar con él. En el 621 a.C., el arconte Dracón, en ese contexto de profunda y continuada agitación social, codificó la legislación ateniense; las severas leyes draconianas limitaron la capacidad judicial de los areopagitas, pero no pudieron resolver otro de los grandes motivos de malestar de la sociedad ateniense: la crisis económica.<br /><br />El segundo golpe para los intereses de los eupátridas fue protagonizado por el legislador Solón, elegido arconte en el 594 a.C., después de que una grave crisis agraria condujera a la esclavitud a muchos campesinos libres que no pudieron hacer frente a sus deudas. Solón prohibió los préstamos realizados bajo el aval de la libertad del deudor; canceló todas las hipotecas y deudas; e impulsó el comercio y los oficios liberales. La reforma legislativa y constitucional que le es atribuida reemplazaba el privilegio de nacimiento por el mérito de la fortuna para acceder a las magistraturas y cargos públicos. La sociedad quedó dividida en cuatro clases, atendiendo al criterio de riqueza, cada una de las cuales tenía que asumir ciertas obligaciones (lo que suponía la asunción del concepto de responsabilidad del ciudadano). La última de esas clases creada por sus leyes era la de los thetes (aquellos que no tenían propiedades), quienes no podían acceder a las magistraturas y cargos políticos pero sí participar en la Asamblea popular (Ekklesia). Otras instituciones de nuevo cuño fueron el Consejo de los Cuatrocientos (que realmente supuso una nueva Bulé), con iniciativa legislativa; y el tribunal popular de los heliastas (así llamados por reunirse en la plaza Heliea al salir el Sol). Las reformas de Solón introdujeron los fermentos de la democracia en la vida ateniense.<br /><br />En el 560 a.C., Pisístrato, apoyado por el pueblo, se hizo con el poder en Atenas y se convirtió en tirano. Su gobierno (hasta el 527 a.C.), en el que le sucederían luego sus hijos, Hipias e Hiparco, supuso un periodo de gran prosperidad para la ciudad. Sin embargo, el régimen de los Pisistrátidas, que terminó por ser considerado despótico, finalizó de modo violento; Hiparco fue asesinado en el 514 a.C., e Hipias tuvo que exiliarse tras ser apartado del poder por una insurrección popular en el 510 a.C. El poder ateniense regresó entonces a manos de la oligarquía.<br /><br />Sin embargo, a partir del 510 a.C., el legislador Clístenes, miembro de una familia aristocrática (los Alcmeónidas), adoptó una serie de medidas que reconstruyeron profundamente el sistema político ateniense. Pese a la hostilidad de la aristocracia, pero con el apoyo de la facción democrática, Clístenes amplió el número de las tribus de Atenas (las cuatro existentes se fundamentaban en las relaciones familiares y constituían el pilar de la aristocracia). Las 10 nuevas tribus no estaban basadas en el criterio gentilicio, sino que reflejaban la división geográfica de la sociedad y representaban a otras tantas regiones del Ática; esta transformación introdujo un mayor grado de igualdad entre los ciudadanos ya que, a partir de entonces, la participación en la vida pública y el acceso a la misma pasaron a depender del lugar de residencia y no de la fortuna (cada tribu enviaría 50 representantes a la Bulé, que se convirtió así en Consejo de los Quinientos). Además, dispuso salvaguardias para eludir nuevos gobiernos tiránicos; en particular, la figura del ostracismo, medida jurídica que, previa aprobación por mayoría simple, permitiría el destierro por diez años de aquel ciudadano que fuera considerado peligroso para el bienestar público. En virtud de todo ello, se considera que Clístenes sentó las bases institucionales y los principios de la democracia, siendo en ocasiones calificado de ‘padre’ de la misma. Esta evolución política estuvo acompañada de la bonanza económica y la apertura cultural.<br /><br /><strong>PERIODO CLÁSICO</strong><br /><br />Desde la mitad del siglo VI a.C., la emergencia de Persia con la dinastía Aqueménida constituyó una seria amenaza para la estabilidad, expansión y prosperidad del mundo helénico. A partir del 546 a.C., año en que Ciro II el Grande derrotó a Creso, rey de Lidia, los persas atacaron las ciudades jonias y sometieron toda la Grecia asiática y las islas costeras, a excepción de la isla de Samos.<br /><br /><strong>Las Guerras Médicas</strong><br /><br />En las llamadas Guerras Médicas, desarrolladas en el siglo V a.C., las ciudades griegas lucharon unidas contra el enemigo común que constituía el Imperio persa. En el 499 a.C., los jonios, liderados por el tirano de Mileto, Aristágoras, y ayudados por Atenas y la ciudad eubea de Eretria, se sublevaron contra Persia. Aunque la rebelión de Jonia triunfó en un primer momento, finalmente fue derrotada en el 494 a.C. por Darío I el Grande, quien saqueó Mileto y restableció su control absoluto sobre la región. En el 490 a.C., el rey persa envió una gran expedición para castigar a los atenienses por su participación en el levantamiento, pero sus ejércitos fueron vencidos el 13 de septiembre de ese año en la batalla de Maratón por las fuerzas griegas, que comandó el general ateniense Milcíades el Joven.<br />Atenas, siguiendo la estrategia de su dirigente Temístocles, decidió emplear la riqueza de la ciudad en construir una poderosa flota de trirremes y en desarrollar el puerto de El Pireo. Pero la amenaza persistía y los ataques persas fueron reanudados por el hijo de Darío I, Jerjes I, el cual, en el 480 a.C., marchó con sus ejércitos sobre Tracia, Tesalia y Lócrida. Los persas se vieron detenidos momentáneamente en el paso de las Termópilas, defendido por el soberano espartano Leónidas I; el sacrificio de este (murió junto a sus 300 hombres) otorgó un valioso tiempo a los griegos, que pudieron reorganizar sus fuerzas. Aunque Jerjes I reanudó la marcha, continuando hacia el Ática y quemando Atenas, que había sido abandonada, su flota sufrió una grave derrota en la batalla de Salamina (29 de septiembre del 480 a.C.) ante los barcos de guerra griegos comandados por Temístocles y por el espartano Euribíades. Jerjes I se retiró a Asia Menor y dejó a Mardonio al mando de las tropas persas que permanecieron en Grecia. Este fue vencido y muerto en la batalla de Platea (479 a.C.) por las fuerzas griegas, al frente de las cuales estuvo el general espartano Pausanias y el ateniense Arístides el Justo.<br /><br />La última tentativa persa contra Grecia resultó igualmente fallida, al ser desbaratada cerca del río Eurimedonte (ahora Köprü, en Turquía), por el general ateniense Cimón en el 468 a.C. En el 449 a.C., se acordó la que fue denominada Paz de Calias, así llamada por el nombre del político ateniense que la promovió y negoció con el soberano persa Artajerjes I. Finalizaban así las Guerras Médicas; Persia dejaba de representar una amenaza para los griegos al renunciar a sus pretensiones en el mar Egeo, mientras que Atenas, que quedaba como potencia hegemónica en este espacio geográfico, se comprometía a no inmiscuirse en los territorios persas de Asia Menor, Chipre o Egipto.<br /><br /><strong>Apogeo y hegemonía de Atenas<br /></strong><br />Vencedora indiscutible de Persia, la ciudad-estado de Atenas obtuvo un inmenso prestigio como consecuencia de las Guerras Médicas y se convirtió en la entidad más determinante del ámbito egeo. La batalla de Salamina había demostrado la vital importancia de las fuerzas navales; el ejército de Esparta, hasta entonces la principal potencia militar de Grecia, perdió su supremacía ante el creciente empuje de la flota ateniense.</div><br /><div align="justify"><br />En el 478 a.C., un gran número de ciudades griegas se habían unido en torno a la Confederación o Liga de Delos, alianza militar destinada a constituir una estructura de solidaridad mutua permanente frente a futuros ataques persas. Su base radicaba en la isla de Delos y sus miembros (llegaron a ser más de 200) contribuían, en proporción a sus recursos, con un determinado número de embarcaciones y hombres. Pero poco a poco, los integrantes de la Liga de Delos fueron sustituyendo tales aportaciones materiales y humanas por pagos económicos. Estos adquirieron prácticamente la esencia de un tributo a Atenas, de modo que, lo surgido como iniciativa entre iguales degeneró en cierta suerte de ‘imperialismo’ generador de relaciones de ‘vasallaje’ hacia Atenas, que consolidó su poder en torno a ellas. En el 454 a.C., el tesoro de la Liga fue trasladado desde el templo de Apolo en Delos a Atenas, que dio carácter de obligatoriedad tanto a la pertenencia a la confederación como al pago de tributos.</div><br /><div align="justify"><br />Se abrió entonces un periodo de pleno dominio político, cultural y artístico de Atenas, que alcanzó su momento álgido con Pericles, quien, desde su cargo de estratega (magistratura para la que fue elegido cada año por los atenienses desde el 443 a.C.), reforzó las instituciones democráticas de una ciudad que, gracias al flujo tributario de la Liga, fue embellecida y dotada de nuevos monumentos (la mayor parte de los edificios de la Acrópolis data de esta época). El siglo V a.C., el así llamado Siglo de Pericles, supuso también la Edad de Oro de Atenas en los marcos cultural y artístico (con autores como Esquilo, Sófocles y Eurípides; filósofos como Sócrates y Platón; historiadores como Tucídides y Heródoto, y escultores como Fidias) y económico (El Pireo pasó a ser el núcleo clave del comercio mediterráneo).<br /><br /><strong>La guerra del Peloponeso y el dominio de Esparta<br /></strong><br />Sin embargo, la política hegemónica de Atenas devino finalmente en su propio perjuicio. Como ya se ha referido, la Liga de Delos, fundacionalmente una confederación de aliados, terminó por forjar un imperio ateniense no igualitario en el que las ciudades que decidían separarse o rebelarse contra él eran duramente castigadas; así les sucedió a Naxos (470 a.C.), Thásos (465 a.C.), Beocia (447 a.C.), Megara (446 a.C.), Eubea (445 a.C.) y Samos (439 a.C.). Esparta, celosa de la prosperidad de Atenas y deseosa de recobrar su prestigio, supo sacar provecho de la situación. Dado que, a su vez, lideraba una confederación formada por ciudades del Peloponeso en el 550 a.C., Esparta disponía de los medios para enfrentarse a Atenas. Sin embargo, la guerra se retrasó como consecuencia de la firma de una tregua de treinta años firmada en el 446 a.C. Las hostilidades se desataron en el 431 a.C., y el pretexto fue el apoyo prestado por Atenas a Corcyra (hoy Corfú) durante la disputa que esta mantenía con Corinto, aliada de Esparta. La que fue conocida como guerra del Peloponeso enfrentó a ambas confederaciones hasta el 404 a.C. y finalizó con la capitulación de Atenas y la rendición de su flota, lo que otorgó la supremacía a Esparta.<br /><br />Finalizada la guerra, Esparta favoreció al partido aristocrático ateniense, lo que se tradujo en la instauración del denominado gobierno de los Treinta Tiranos, en Atenas, y de otros similares en diversas ciudades griegas. El dominio espartano sobre el mundo helénico se reveló pronto más severo y opresivo que lo fuera el ateniense. En el 403 a.C., Atenas, liderada por Trasíbulo, expulsó de la ciudad a la guarnición espartana que sostenía a la oligarquía, y la democracia y la independencia fueron restauradas. Esparta se vio igualmente desafiada por otras ciudades griegas que se rebelaron regularmente contra su hegemonía.<br /><br /><strong>Luchas por la hegemonía</strong><br /><br />En torno al año 400 a.C., tropas espartanas se desplazaron a Asia Menor, donde Persia había iniciado acciones beligerantes. Pese a que la contraofensiva obtuvo éxito, las tropas espartanas de Agesilao II se vieron obligadas a regresar en el 395 a.C. para hacer frente a las hostilidades abiertas por una coalición integrada por Argos, Atenas, Corinto y Tebas. Se iniciaron así las Guerras Corintias, algunos de cuyos momentos de mayor trascendencia fueron la victoria de la flota aliada, dirigida por el ateniense Conón, sobre la espartana en la batalla de Cnido (394 a.C.); la derrota de atenienses y tebanos en la batalla de Coronea (librada también en el 394 a.C.); y la Paz de Antálcidas (386 a.C.). Esta última toma su nombre del lacedemonio Antálcidas, quien logró el triunfo en las batallas del Helesponto, como consecuencia de lo cual los atenienses fueron expulsados del mar Egeo. Previamente, Antálcidas había logrado el apoyo de Persia gracias a una serie de acuerdos con Artajerjes II que garantizaron la supremacía persa sobre las ciudades griegas de Asia Menor y la autonomía de las ciudades-estado de Grecia.<br /><br />Pese a la paz acordada, Esparta invadió Tebas en el 382 a.C. y estableció un régimen oligárquico. Dirigidos por el general Pelópidas y apoyados por Atenas, los tebanos se rebelaron en el 379 a.C., consiguiendo expulsar a los espartanos y restablecer la democracia. La guerra entre Esparta y la alianza Atenas-Tebas se prolongaría hasta el decisivo desenlace de la batalla de Leuctra (371 a.C.), una rotunda victoria del general tebano Epaminondas que marcó, por un lado, el fin del dominio de Esparta y la decadencia de su fuerza militar, y, por otro, el inicio de un periodo de supremacía de Tebas. Atenas no aceptó desde luego someterse a la nueva situación y, en el 369 a.C., se alió con su antigua enemiga, Esparta. La batalla de Mantinea (362 a.C.), en cuyo transcurso murió Epaminondas, marcó el fin de la efímera hegemonía tebana.<br /><br /><strong>PERIODO HELENÍSTICO<br /></strong><br />Toda esta serie de conflictos entre las ciudades griegas terminó por producir un efecto debilitador en todas ellas, allanando el camino para que nuevas fuerzas aparecieran en escena de forma decisiva. Tal ocurrió con Macedonia.<br /><br /><strong>Apogeo y hegemonía de Macedonia</strong><br /><br />Situada en el norte de Tesalia, la próspera monarquía centralizada de Macedonia estuvo regida desde el 359 a.C. por Filipo II. Aprovechando los conflictos existentes entre las distintas ciudades y valiéndose de un poderoso aparato militar que se fundamentaba en el sistema de falanges tebanas, Macedonia fue poco a poco afianzando su hegemonía. Tras apoderarse de la Grecia central y de Tracia, Filipo II se propuso extender su dominio a la totalidad de la península. La principal oposición a sus fines provino de Atenas y estuvo dirigida por Demóstenes. Pese a que, en el 341 a.C., Atenas, Eubea, Tebas, Corinto y Megara se coligaron, sus fuerzas fueron severamente derrotadas en la batalla de Queronea (338 a.C.) por Macedonia, que vio así reconocida su supremacía. A partir del 337 a.C., la Liga de Corinto aglutinó a las principales ciudades griegas para preparar y afrontar las campañas militares que el monarca macedonio se disponía a efectuar en Asia. Al ser asesinado Filipo II, en el 336 a.C., Alejandro III el Magno heredó el trono de su padre.<br /><br /><strong>El imperio de Alejandro Magno y su herencia<br /></strong><br />A partir del 334 a.C., Alejandro Magno continuó la política de expansión de su padre y se lanzó a la conquista de Persia. Solo diez años después, su inmenso imperio se extendía desde el Adriático hasta el Indo. Símbolos de la nueva época fueron centros de la cultura tales como Alejandría y Pérgamo. En el contexto religioso, la interacción entre la religión griega y los cultos orientales originó un significado proceso de sincretismo espiritual.<br />Al morir Alejandro Magno, en el 323 a.C., su imperio territorial fue sometido a un proceso de división entre sus generales, los llamados diádocos (‘sucesores’), que dieron lugar al nacimiento de dinastías reinantes en sus respectivos espacios de influencia. Tres fueron las más importantes: la Tolemaica en Egipto, la de los Seléucidas en Oriente Próximo y la Antigónida en Macedonia. Las ciudades griegas intentaron aprovechar las divisiones entre los reyes macedonios para recobrar su independencia. Pero las propias disensiones intestinas existentes en las plataformas que lo podrían haber propiciado (la Liga Etolia o la Liga Aquea) motivaron que el dominio macedonio se prolongara hasta la conquista romana.<br /><br /><strong>DOMINACIÓN ROMANA</strong><br /><br />En el 215 a.C., la República de Roma comenzó a penetrar en los Balcanes y a inmiscuirse en los asuntos griegos. Filipo V, rey de Macedonia (221-179 a.C.), se alió con Cartago, pero los romanos, apoyados por la Liga Etolia, vencieron a las tropas macedonias en el 205 a.C. y se establecieron sólidamente en Grecia. Roma, con el sostén que le proporcionaban ambas ligas griegas, derrotó de nuevo a Filipo V en la batalla de Cinoscéfalos (197 a.C.). El hijo y sucesor de Filipo V, Perseo, prolongó la lucha de su progenitor para salvaguardar la independencia de su reino frente a las tropas romanas, que lograron una decisiva victoria en la batalla de Pidna (168 a.C.). Macedonia, sojuzgada, debió concluir la paz y, en el 148 a.C., se convirtió en provincia romana. El último intento de resistencia griega (149-146 a.C.) estuvo protagonizado por la Liga Aquea, pero la revuelta concluyó con la conquista y destrucción de Corinto por los romanos, con la disolución de las ligas y con la integración del conjunto de Grecia en la referida provincia de Macedonia. Roma había reconocido la autonomía de las ciudades griegas con ocasión de los juegos ístmicos del 196 a.C. (al año siguiente, por tanto, de que la batalla de Cinoscéfalos pusiera fin a la segunda Guerra Macedónica). Pese a ello, el protectorado romano establecido sobre Grecia cercenaba notablemente la teórica soberanía de sus diversas entidades políticas, al prohibir toda forma de alianza en el marco de confederaciones o ligas. La dominación romana se tradujo para Grecia en la ocupación militar y en el pago de tributos.<br /><br />La expansión romana prosiguió. En el 133 a.C., el reino de Pérgamo fue anexionado para convertirse, poco después, en la provincia de Asia. Más tarde, Cneo Pompeyo Magno conquistó el reino de la dinástía Seléucida, que pasó a ser la provincia de Siria (64 a.C.). Por último, en el 30 a.C., el Egipto de la dinastía Tolemaica se sumó igualmente a los ya vastos territorios bajo control romano.<br /><br />El conjunto del mundo helenístico había sido sometido por Roma. En el 88 a.C., Mitrídates VI Eupátor, rey del Ponto, acometió una campaña para liberar Asia Menor y Grecia del dominio romano. Fue apoyado por numerosas ciudades griegas que esperaban reconquistar su independencia. Pero esta rebelión fue sofocada, dos años después, por las legiones de Lucio Cornelio Sila. Al final del conflicto, Grecia central quedó completamente arruinada.<br /><br />A pesar de estas tentativas de rebelión, de los repetidos ataques de piratas (78-66 a.C.) y de las guerras civiles romanas (en suelo griego se libró, por ejemplo, la batalla de Farsalia, en el 48 a.C.), los siglos II y I a.C. supusieron cierta expansión económica, gracias primordialmente al desarrollo del comercio marítimo, como fue el caso de Rodas. Para las ciudades griegas, la ocupación romana tuvo como consecuencia el fin de la democracia y la llegada al poder de las oligarquías (así ocurrió en Atenas, por ejemplo, a partir de 102-101 a.C.).<br /><br />Reorganizada por el emperador Augusto en el 22 a.C., gran parte de Grecia pasó a integrarse en la provincia de Aquea, administrada por el procónsul de Corinto; Macedonia quedó unida a Tesalia, mientras que el Epiro fue confiado a un procurador. Los efectos de la pax romana dejaron de sentirse notablemente en Grecia, auténtico modelo intelectual y artístico para el Imperio romano. Emperadores como Adriano (117-138) o Marco Aurelio (161-180) estuvieron particularmente influidos por la cultura griega y vinculados al intento de promover su renacimiento y de devolver a Atenas su esplendor clásico. Esfuerzos que resultaron insuficientes, pues la vieja ciudad sufrió, desde finales del siglo II, la creciente competencia de las ciudades de Asia Menor. La invasión de Grecia por los godos en los años 267-268 (Atenas fue conquistada; Argos, Corinto y Esparta, prácticamente destruidas); el avance del cristianismo; el ocaso del helenismo; la suspensión de los juegos olímpicos en el 394, por su simbología pagana... Todos ellos resultaron hitos significativos, factores explicativos del ocaso de una época. El mundo antiguo llegaba a su fin en Grecia. Tras la división del Imperio romano en el 395, Grecia quedó encuadrada en su nueva entidad oriental: el Imperio bizantino.<br /><br />Para otros aspectos relacionados con la antigua Grecia, véanse los artículos Arte y arquitectura de Grecia, Filosofía griega, Lengua griega, Literatura griega y Mitología griega.</div>nathiithahttp://www.blogger.com/profile/09610179596849225277noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8515780712498668649.post-38728989931482781782009-06-26T12:15:00.000-07:002009-06-26T12:20:36.380-07:00PARTENON<div align="justify"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgUBRvR0c0ZPZvHOa8vUQpTghsSILXQnjJKvt96cZpWLes4bUGUvMMjk8S95iPJgyBKhSOiAxBL2sk-jVNmXRKDbvUphb7ZLCxUmx8lBDXloFfDbW1N3Rd9QjbkQnLjIa2SqVAqvnvKciSp/s1600-h/partenon.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5351718283261402802" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 320px; CURSOR: hand; HEIGHT: 199px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgUBRvR0c0ZPZvHOa8vUQpTghsSILXQnjJKvt96cZpWLes4bUGUvMMjk8S95iPJgyBKhSOiAxBL2sk-jVNmXRKDbvUphb7ZLCxUmx8lBDXloFfDbW1N3Rd9QjbkQnLjIa2SqVAqvnvKciSp/s320/partenon.jpg" border="0" /></a> Partenón, principal templo de la Acrópolis de Atenas, consagrado a la diosa griega de la sabiduría, Atenea Parthenos. Se levanta sobre el lugar de un templo arcaico (Hecatompedón), sustituido más tarde por otro templo que no llegó a concluirse (destruido durante el saqueo persa del año 480 a.C.). Sus obras, mandadas construir por Pericles, se comenzaron en el 448 a.C. Se consagró en el 438 a.C. y se completó en el 432 a.C.<br /><br />Sus arquitectos, Ictino y Calícrates, proyectaron un grandioso edificio construido enteramente en mármol procedente de las canteras del monte Pentelikon, de unos 70 × 31 metros. La reciedumbre del orden dórico se atenúa y se hace extremadamente elegante gracias a la delicadeza de sus proporciones, a las correcciones de las aberraciones ópticas y al empleo esporádico del orden jónico. Se trata de un templo períptero octástilo, circundado por un peristilo de ocho columnas en las fachadas principales y diecisiete en las laterales. El espacio interior de la cella se divide en tres naves por medio de una columnata de doble orden superpuesto. En el interior del opistodomo se construyó un recinto donde se guardaba el tesoro de la Liga de Delos, delimitado por cuatro columnas jónicas.<br /><br />El programa escultórico, ideado por Fidias (que supervisó toda la obra) y ejecutado en su taller, comprendía la gran estatua criselefantina (de oro y marfil) de Atenea, situada en la cella, y la decoración arquitectónica. Las noventa y dos metopas del friso dórico representaban las batallas de los gigantes, amazonas, lapitas y centauros, así como la destrucción de Troya. El frontón oriental narraba el nacimiento de Atenea, observada por los dioses del Olimpo, mientras que el occidental se ocupaba de la disputa entre la diosa y Poseidón por el dominio del Ática. El friso jónico, en el muro exterior de la cella (en la galería del peristilo), representaba a lo largo de sus 160 metros de desarrollo la procesión de las panateneas, el principal ritual religioso de Atenas, en el que todo el pueblo presenta a los dioses el nuevo peplum o velo para la antigua estatua de madera de Atenea Poliade. Todas estas esculturas se conservan en la actualidad en el Museo Británico de Londres bajo el nombre de colección Elgin.<br /><br />El Partenón es el principal monumento de la antigua Grecia, y uno de los testimonios más elevados de la civilización occidental: el arte clásico encuentra aquí un equilibrio perfecto entre espacio arquitectónico y forma escultórica. El templo constituye, al mismo tiempo, la máxima expresión de las tradiciones y la vida cultural de la Atenas de Pericles, su momento histórico más relevante.</div>nathiithahttp://www.blogger.com/profile/09610179596849225277noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8515780712498668649.post-76199973782930469402009-06-26T12:12:00.000-07:002009-06-26T12:15:23.694-07:00CAIDA DEL IMPERIO ROMANO<div align="justify">Los breves reinados de Publio Helvio Pertinax (193) y Didio Severo Juliano fueron seguidos por el de Lucio Septimio Severo (193-211), primer emperador de la breve dinastía de los Severos. Los emperadores de este linaje fueron: Caracalla (211-217), Publio Septimio Geta (211-212, compartiendo el primer año de reinado de su hermano Caracalla), Heliogábalo (218-222) y Severo Alejandro (222-235). Septimio Severo fue un hábil gobernante; Caracalla fue famoso por su brutalidad y Heliogábalo por su corrupción. Caracalla otorgó en el año 212 la ciudadanía romana a todos los hombres libres del Imperio romano a fin de poder gravarlos con los impuestos a los que sólo estaban sometidos los ciudadanos. Severo Alejandro destacó por su justicia y sabiduría.</div><div align="justify"><br /> El periodo posterior a la muerte de Severo Alejandro (235) fue de gran confusión. De los 12 emperadores que gobernaron en los 33 años siguientes, casi todos murieron violentamente, por lo general a manos del Ejército, quien también los había entronizado. Los emperadores ilirios, nativos de Dalmacia, lograron que se desarrollara un periodo breve de paz y prosperidad. Esta nueva dinastía incluyó a Claudio II el Gótico, que rechazó a los godos, y Aureliano, quien entre el 270 y el 275 derrotó a los godos, germanos y a la reina de Palmira, Septimia Zenobia, la cual había ocupado Egipto y Asia Menor, restaurando la unidad del Imperio durante algún tiempo. A Aureliano le siguieron una serie de emperadores relativamente insignificantes hasta el ascenso al trono en el año 284 de Diocleciano.</div><div align="justify"><br /> Gobernante capaz, Diocleciano llevó a cabo un buen número de reformas sociales, económicas y políticas: eliminó los privilegios económicos y políticos que habían disfrutado Roma e Italia a costa de las provincias, intentó regular la creciente inflación mediante el control de los precios de los alimentos y de otros productos básicos, así como del salario máximo de los trabajadores, instituyó un nuevo sistema de gobierno en el cual él y Aurelio Valerio Maximiano compartieron el título de augusto, a fin de establecer una administración más uniforme en todo el Imperio. Sus poderes fueron reforzados por el nombramiento de dos césares, Galerio y Constancio, instaurando así el régimen de tetrarquía (dos augustos y dos césares). Diocleciano controlaba Tracia, Egipto y Asia, mientras que su césar Galerio gobernaba las provincias danubianas. Maximiano administraba Italia y África y su césar Constancio, Hispania, la Galia y Britania. La tetrarquía creó una maquinaria administrativa más sólida pero aumentó la ya enorme burocracia gubernamental con cuatro sectores imperiales y sus correspondientes funcionarios, lo que supuso una enorme carga financiera para los limitados recursos imperiales.</div><div align="justify"><br /> Diocleciano y Maximiano abdicaron en el 305 y dejaron a los dos nuevos césares inmersos en una guerra civil, que no acabó hasta la ascensión del hijo de Constancio Constantino I el Grande en el 312. Constantino, que había sido con anterioridad césar en Britania derrotó a sus rivales en la lucha por el poder y reunificó el Imperio de Occidente bajo su mando. Tras derrotar en el 324 a Licinio, emperador de Oriente, Constantino quedó como único gobernante del mundo romano. Se convirtió al cristianismo, que había hecho su aparición durante el reinado de Augusto y que, a pesar de las numerosas persecuciones de que fue objeto, se había difundido durante el mandato de los últimos emperadores y, a finales del siglo IV, se convirtió en la religión oficial del Imperio. Constantino estableció la capital en Bizancio, ciudad reconstruida en el 330 y rebautizada con el nombre de Constantinopla (actual Estambul). La muerte de Constantino (337) marcó el inicio de la guerra civil entre los césares rivales, que continuó hasta que su único hijo vivo, Constancio II reunificó el Imperio bajo su mando en el 351. Fue sucedido por Juliano el Apóstata, conocido por tal nombre a causa de su renuncia al cristianismo, y éste por Joviano (363-364).</div><div align="justify"><br /> A continuación el Imperio volvió a escindirse, aunque bajo el reinado de Teodosio I estuvo unido por última vez tras la muerte del emperador de Occidente Valentiniano II. Cuando falleció Teodosio (395), sus dos hijos se repartieron el Imperio: Arcadio se convirtió en emperador de Oriente (395-408) y Flavio Honorio en emperador de Occidente (395-423).</div><div align="justify"><br /> En el siglo V las provincias del Imperio romano de Occidente se empobrecieron por los impuestos exigidos para el mantenimiento del Ejército y de la burocracia; también a causa de la guerra civil y de las invasiones de los pueblos germanos. Al principio la política conciliadora con los invasores al nombrarles para cargos militares en el Ejército romano y administrativos en el gobierno, tuvo éxito. No obstante, los pueblos invasores del Este emprendieron gradualmente la conquista del Occidente y a finales del siglo IV Alarico I, rey de los visigodos, ocupó Iliria y arrasó Grecia; en el 410 conquistó y saqueó Roma, pero murió poco después. Su sucesor Ataúlfo (410-415) dirigió a los visigodos a la Galia y en el 419 el rey visigodo Valia recibió autorización del emperador Flavio Honorio para asentarse en el suroeste de la Galia, donde fundó un reino visigodo. En torno a estas fechas los vándalos, suevos y alanos ya habían invadido Hispania, por lo que Flavio Honorio se vio obligado a reconocer la autoridad de estos pueblos sobre esa provincia. Durante el reinado de su sucesor, Valentiniano III, los vándalos, bajo el mando de Genserico conquistaron Cartago, mientras que la Galia e Italia eran invadidas por los hunos, encabezados por Atila. Éste marchó primero sobre la Galia pero los visigodos, ya cristianizados y leales a Roma, le hicieron frente. En el año 451 un ejército de romanos y visigodos, mandado por Flavio Aecio, derrotó a los hunos en la batalla de los Campos Cataláunicos. En el año siguiente Atila invadió Lombardía, pero no pudo seguir avanzando hacia el sur y falleció en el año 453. En el 455, Valentiniano, último miembro del linaje de Teodosio en Occidente, fue asesinado. En el periodo comprendido entre su muerte y el año 476 el título de emperador de Occidente fue ostentado por nueve gobernantes, aunque el auténtico poder en la sombra era el general romano de origen suevo Ricimer, llamado también el ‘proclamador de reyes’. Rómulo Augústulo, último emperador de Occidente, fue depuesto por el jefe de los hérulos Odoacro, a quien sus tropas proclamaron rey de Italia en el año 476. El Imperio de Oriente, también llamado Imperio bizantino, perduraría hasta 1453.</div>nathiithahttp://www.blogger.com/profile/09610179596849225277noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8515780712498668649.post-63612924867690002592009-06-26T12:07:00.000-07:002009-06-26T12:09:13.151-07:00EDAD MEDIA<div align="justify"><br />Como edad media se conoce al largo periodo transcurrido desde el siglo V hasta el siglo XV. Su nombre fue adoptado en la Época Moderna en donde se valoraba este periodo solo como algo intermedio entre dos épocas que si se consideraban valiosas: La Antigüedad y el Renacimiento, que era precisamente el renacer al mundo grecorromano.</div><div align="justify"><br />La Edad Media, por sus características políticas, económicas y sociales, era una época muy diferente a la nuestra, que ha sido definida de manera múltiple y variada. Dentro de estas conceptualizaciones esta, por ejemplo, la de Época Oscura o Edad del Oscurantismo, derivada de la pobre documentación escrita que se tiene del periodo. Conceptualizacion que es muy discutible si se piensa que en este periodo surgió la institución educativa más original y vigente hasta nuestros días: la Universidad.</div><div align="justify"><br />Para comprender mejor esta larga etapa de la historia, se la ha dividido en dos grandes periodos: Alta Edad Media (constituye la época de las invasiones, Imperio Carolingio y las Cruzadas) y Baja Edad Media (época de la reapertura de las rutas comerciales, resurgimiento urbano y surgimiento de la Burguesía). </div>nathiithahttp://www.blogger.com/profile/09610179596849225277noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8515780712498668649.post-69229487635059311042009-06-26T12:01:00.000-07:002009-06-26T12:07:45.505-07:00CRISTIANISMO<div align="justify"><br /> Cristianismo, religión monoteísta basada en las enseñanzas de Jesucristo según se recogen en los Evangelios, que ha marcado profundamente la cultura occidental y es actualmente la más extendida del mundo. Está ampliamente presente en todos los continentes del globo y la profesan más de 1.700 millones de personas.<br /><br />El cristianismo, en muchos sentidos y como cualquier otro sistema de creencias y de valores, se comprende sólo desde “el interior” entre aquellos que comparten la creencia y se esfuerzan por vivir de acuerdo con esos valores. Cualquier descripción de la religión que ignorara estas concepciones internas, no sería fiel en el orden histórico. Sin embargo, un aspecto que los que profesan esta fe no reconocen por regla general es que semejante sistema de creencias y de valores también puede ser descrito de una forma que tenga sentido para un observador interesado, aunque no comparta, o no pueda compartir, su punto de vista.<br /><br /><strong>Los comienzos de la Iglesia</strong><br /><br />Jerusalén era el núcleo del movimiento cristiano; al menos lo fue hasta su destrucción a manos de los ejércitos de Roma en el 70 d.C. Desde este centro, el cristianismo se desplazó a otras ciudades y pueblos de Palestina, e incluso más lejos. En un principio, la mayoría de las personas que se unían a la nueva fe eran seguidores del judaísmo, para quienes sus doctrinas representaban algo nuevo, no en el sentido de algo novedoso por completo y distinto, sino en el sentido de ser la continuación y realización de lo que Dios había prometido a Abraham, Isaac y Jacob. Por lo tanto, ya en un principio, el cristianismo manifestó una relación dual con la fe judía: una relación de continuidad y al mismo tiempo de realización, de antítesis, y también de afirmación. La conversión forzada de los judíos durante la edad media y la historia del antisemitismo (a pesar de que los dirigentes de la Iglesia condenaban ambas actitudes) constituyen una prueba de que la antítesis podía ensombrecer con facilidad a la afirmación. Sin embargo, la ruptura con el judaísmo nunca ha sido total, sobre todo porque la Biblia cristiana incluye muchos elementos del judaísmo. Esto ha logrado que los cristianos no olviden que aquel al que adoran como Señor era judío y que el Nuevo Testamento no surgió de la nada, sino que es una continuación del Antiguo Testamento.<br /><br />Una importante causa del alejamiento del cristianismo de sus raíces judías fue el cambio en la composición de la Iglesia, que tuvo lugar más o menos a fines del siglo II (es difícil precisar cómo se produjo y en qué periodo de una forma concreta). En un momento dado, los cristianos con un pasado no judío comenzaron a superar en número a los judíos cristianos. En este sentido, el trabajo del apóstol Pablo tuvo una poderosa influencia. Pablo era judío de nacimiento y estuvo relacionado de una forma muy profunda con el destino del judaísmo, pero, a causa de su conversión, se sintió el “instrumento elegido” para difundir la palabra de Cristo a los gentiles, es decir, a todos aquellos que no tenían un pasado judío. Fue él quien, en sus epístolas a varias de las primeras congregaciones cristianas, formuló muchas de las ideas y creó la terminología que más tarde constituirían el eje de la fe cristiana; merece el título de primer teólogo cristiano. Muchos teólogos posteriores basaron sus conceptos y sistemas en sus cartas, que ahora están recopiladas y codificadas en el Nuevo Testamento. Véase también San Pablo.<br /><br />De las epístolas ya consideradas y de otras fuentes que provienen de los dos primeros siglos de nuestra era, es posible obtener información sobre la organización de las primeras congregaciones. Las epístolas que Pablo habría enviado a Timoteo y a Tito (a pesar de que muchos estudiosos actuales no se arriesgan a afirmar que el autor de esas cartas haya sido Pablo), muestran los comienzos de una organización basada en el traspaso metódico del mando de la primera generación de apóstoles, entre los que se incluye a Pablo, a sus continuadores, los obispos. Dado el frecuente uso de términos tales como obispo, presbítero y diácono en los documentos, se hace imposible la identificación de una política única y uniforme. Hacia el siglo III se hizo general el acuerdo respecto a la autoridad de los obispos como continuadores de la labor de los apóstoles. Sin embargo, este acuerdo era generalizado sólo en los casos en que sus vidas y comportamientos asumían las enseñanzas de los apóstoles, tal como estaba estipulado en el Nuevo Testamento y en los principios doctrinales que fundamentaban las diferentes comunidades cristianas.<br /><br /><strong>Concilios y credos</strong><br /><br />Se hizo necesario aclarar las cuestiones doctrinales cuando surgieron interpretaciones del mensaje de Cristo que vendrían a considerarse erróneas. Las desviaciones más importantes o herejías tenían que ver con la persona de Cristo. Algunos teólogos buscaban proteger su santidad, negando su naturaleza humana, mientras otros buscaban proteger la fe monoteísta, haciendo de Cristo una figura divina de rango inferior a Dios, el Padre.</div><div align="justify">En respuesta a estas dos tendencias, en los credos comenzó, en época muy temprana, un proceso para especificar la condición divina de Cristo, en relación con la divinidad del Padre. Las formulaciones definitivas de estas relaciones se establecieron durante los siglos IV y V, en una serie de concilios oficiales de la Iglesia; dos de los más destacados fueron el de Nicea en el 325, y el de Calcedonia en el 451, en los que se acuñaron las doctrinas de la Santísima Trinidad y de la doble naturaleza de Cristo, en la forma aún aceptada por la mayoría de los cristianos (véase Concilio de Calcedonia; Credo de Nicea). Para que pudieran exponerse estos principios, el cristianismo tuvo que refinar su pensamiento y su lenguaje, proceso en el que se fue creando una teología filosófica, tanto en latín como en griego. Durante más de mil años, éste fue el sistema de pensamiento con más influencia en Europa. El principal artífice de la teología en Occidente fue san Agustín de Hipona, cuya producción de textos literarios, dentro de los que se incluyen los textos clásicos Confesiones y La ciudad de Dios, hizo más que cualquier otro grupo de escritos, exceptuando los autores de la Biblia, para dar forma a este sistema.<br /> <br /> <strong>Persecución<br /></strong><br />Sin embargo, el cristianismo tuvo primero que asentar su relación con el orden político. Dentro del Imperio romano, y como secta judía, la Iglesia cristiana primitiva compartió la misma categoría que tenía el judaísmo, pero antes de la muerte del emperador Nerón en el 68 ya se le consideraba rival de la religión imperial romana. Las causas de esta hostilidad hacia los cristianos no eran siempre las mismas y, por lo general, la oposición y las persecuciones tenían causas muy concretas. Sin embargo, la lealtad que los cristianos mostraban hacia su Señor Jesús, era irreconciliable con la veneración que existía hacia el emperador como deidad, y los emperadores como Trajano y Marco Aurelio, que estaban comprometidos de manera más profunda con mantener la unidad ideológica del Imperio, veían en los cristianos una amenaza para sus propósitos; fueron ellos quienes decidieron poner fin a la amenaza. Al igual que en la historia de otras religiones, en especial la del Islam, la oposición a la nueva religión creaba el efecto inverso al que se pretendía y, como señaló el epigrama de Tertuliano, miembro de la Iglesia del norte de África, “la sangre de los mártires se transformará en la semilla de cristianos”. A comienzos del siglo IV el mundo cristiano había crecido tanto en número y en fuerza, que para Roma era preciso tomar una decisión: erradicarlo o aceptarlo. El emperador Diocleciano trató de eliminar el cristianismo, pero fracasó; el emperador Constantino I el Grande optó por contemporizar, y acabó creando un imperio cristiano.<br /> <br /><strong>La aceptación oficial<br /></strong><br />La conversión del emperador Constantino situó al cristianismo en una posición privilegiada dentro del Imperio; se hizo más fácil ser cristiano que no serlo. Como resultado, los cristianos comenzaron a sentir que se estaba rebajando el grado de exigencia y sinceridad de la conducta cristiana y que el único modo de cumplir con los imperativos morales de Cristo era huir del mundo (y de la Iglesia que estaba en el mundo), y ejercer una profesión de disciplina cristiana como monje. Desde sus comienzos en el desierto egipcio, con el eremitorio de san Antonio, el monaquismo cristiano se propagó durante los siglos IV y V por muchas zonas del Imperio romano. Los monjes cristianos se entregaron al rezo y a la observación de una vida ascética, pero no sólo en la parte griega o latina del Imperio romano, sino incluso más allá de sus fronteras orientales, en el interior de Asia. Durante el inicio de la edad media, estos monjes se transformaron en la fuerza más poderosa del proceso de cristianización de los no creyentes, de la renovación del culto y de la oración y, a pesar del antiintelectualismo que en reiteradas ocasiones trató de hacer valer sus derechos entre ellos, del campo de la teología y la erudición. Véase también Órdenes y comunidades religiosas.<br /><br />Uno de los actos del emperador Constantino que tuvo más repercusión dentro del mundo cristiano, fue su decisión, en el año 330, de trasladar la capital del Imperio desde Roma hasta una “Nueva Roma”, la ciudad de Bizancio, en el punto más oriental del mar Mediterráneo. La nueva capital, Constantinopla (actual Estambul), así llamada en honor del emperador, se transformó también en el centro intelectual y religioso del mundo cristiano de Oriente. Mientras que el mundo cristiano de Occidente se fue centralizando de forma progresiva: una pirámide cuya cima la constituía el papa de Roma (véase Papado), los principales centros del mundo oriental, Constantinopla, Jerusalén, Antioquía y Alejandría, se desarrollaron de forma autónoma. El emperador de Constantinopla tenía una posición muy destacada en la vida de la Iglesia. Por ejemplo, él era quien convocaba y presidía los concilios generales de la Iglesia, órganos supremos de la legislación eclesiástica con respecto a la fe y a los códigos morales. Esta relación especial que surgió entre la Iglesia y el Estado se denominó, con una simplificación excesiva, cesaropapismo. Fomentó una cultura cristiana (como lo atestigua la gran basílica de Santa Sofía en Constantinopla, erigida por el emperador Justiniano I), que unió y sintetizó elementos cristianos y de la antigüedad clásica.<br /><br />El problema radicaba en que esta simbiosis podía significar que la Iglesia se subordinara a la autoridad del Estado. La crisis del siglo VIII respecto a la legitimidad del uso de imágenes en las iglesias cristianas significó también un choque entre la Iglesia y el poder imperial. El emperador León III el Isaurio las prohibió, precipitando así un conflicto en el que los monjes de Oriente se convirtieron en los principales defensores de los iconos. Más adelante, se restauró el culto a los iconos, lo que supuso una medida de independencia para la Iglesia respecto al Estado (véase Iconoclasia). Durante los siglos VII y VIII, tres de los cuatro centros orientales cayeron bajo la influencia expansiva del islam; el único núcleo que quedó sin conquistar fue Constantinopla, que fue sitiada en repetidas ocasiones, hasta que cayó en manos de los turcos en 1453. Sin embargo, la lucha con los musulmanes no era tan sólo de carácter militar. Tanto los cristianos de Oriente como los seguidores del profeta Mahoma trataban de aumentar su mutua influencia en aspectos de índole intelectual, filosófica, científica e incluso teológica.<br /><br />El conflicto con respecto a la adoración de las imágenes resultó ser tan grave porque amenazaba un rasgo fundamental de la Iglesia de Oriente: su liturgia. El cristianismo de Oriente era, y sigue siendo, una forma de culto a partir del cual surge una forma de vivir y de pensar. La palabra griega ortodoxia (junto con su sinónimo, en esloveno, pravoslavie) se refiere a la manera correcta de alabar a Dios, lo cual resulta indisociable del modo correcto de proclamar la verdadera doctrina de Dios y de vivir de acuerdo con su voluntad. Este énfasis aportó a la liturgia y a la teología de Oriente una categoría que los observadores occidentales, incluso durante la edad media, caracterizarían como mística, categoría que se intensificó por la fuerte influencia que ejercía el neoplatonismo sobre la filosofía bizantina. A pesar de que el monaquismo de Oriente, por lo general, se mostraba hostil ante estas corrientes filosóficas de pensamiento, se llevaba a la práctica una vida de devoción bajo la influencia de los escritos de los padres de la Iglesia y de teólogos, como san Basilio, que habían asumido un cristianismo helenístico del que partían muchas de esas ideas filosóficas.<br /><br />Todos los rasgos distintivos del cristianismo de Oriente, como la ausencia de una autoridad eclesiástica central, la estrecha relación con el Imperio, la tradición litúrgica y mística, el uso continuado de la lengua y de otros elementos de la cultura griega, así como su aislamiento a causa de la expansión musulmana, contribuyeron a su alejamiento de Occidente, lo que por último desembocó en el cisma entre las iglesias occidental y oriental. De modo general, los historiadores fechan el Gran Cisma a partir de 1054, cuando Roma y Constantinopla se excomulgaron mutuamente, aunque también se puede decir que la fecha fue 1204, cuando ejércitos procedentes de Occidente, de camino para arrebatar la Tierra Santa del dominio otomano (véase Cruzadas), atacaron y arrasaron la ciudad cristiana de Constantinopla. Cualquiera que sea la fecha, la ruptura entre el cristianismo oriental y el occidental se ha mantenido hasta hoy, a pesar de los repetidos esfuerzos por lograr la reconciliación.<br /><br />Uno de los puntos de conflicto entre Constantinopla y Roma, a comienzos del siglo IX, fue el relativo a la evangelización de los eslavos. Pese a que muchas tribus eslavas, como los polacos, moravos, checos, eslovacos, croatas y eslovenos terminaron envueltas en la órbita de la Iglesia de Occidente, la gran mayoría de la población eslava se convirtió al cristianismo de acuerdo a las normativas de la Iglesia oriental (bizantina). Desde su temprana fundación en Kíev, la ortodoxia eslava impregnó Rusia, donde los rasgos distintivos del cristianismo de Oriente, ya descritos, enraizaron con mucha fuerza. La autoridad autocrática del zar moscovita imitó algunas de las atribuciones del cesaropapismo bizantino; el monaquismo ruso se dejó influir por el ascetismo y la devoción cultivada en los monasterios griegos del monte Athos. El énfasis en la autonomía cultural y étnica hizo evidente, desde muy temprano, que el cristianismo eslavo tenía su propio lenguaje litúrgico (conocido aún como antigua Iglesia eslava). Por otra parte, esta Iglesia fue incorporando los estilos artísticos y arquitectónicos importados de los centros ortodoxos de las zonas de habla griega. En la Iglesia de Oriente también había algunos grupos eslavos de los Balcanes (serbios, montenegrinos, bosnios, macedonios y búlgaros), albaneses, descendientes de los antiguos ilirios, y rumanos, un pueblo de lengua romance. A lo largo de los siglos de dominio turco en los Balcanes, algunas de las poblaciones cristianas locales fueron forzadas a convertirse al islam, como en el caso de algunos bosnios, búlgaros y albaneses.<br />El cristianismo en Occidente<br /><br />A pesar de que el cristianismo de Oriente era en muchos sentidos el heredero directo de la Iglesia primitiva, una parte del desarrollo más dinámico se dio en la zona occidental del Imperio romano. De las muchas razones que hubo para ese desarrollo, merecen mención especial dos causas relacionadas de una forma directa: el crecimiento del poder del Papado y la migración de los pueblos germanos. Cuando se trasladó la capital del Imperio a Constantinopla, la fuerza más poderosa que quedó en Roma fue la de los obispos. La antigua ciudad, capital de la Iglesia de Occidente, desde la que se podía seguir la huella de la fe cristiana a partir de la obra de los apóstoles Pablo y Pedro, en reiteradas ocasiones actuó como árbitro de la ortodoxia mientras otros centros, incluida Constantinopla, caían en la herejía o en los cismas. Roma sostenía esta posición cuando las sucesivas oleadas de tribus, en lo que fue llamado el periodo de las invasiones bárbaras, asolaron Europa. La conversión de los invasores al cristianismo, como en el caso del rey de los francos, Clodoveo I, significó al mismo tiempo su incorporación a una institución presidida por el obispo de Roma. A medida que fue decayendo el poder de Constantinopla sobre las provincias del oeste, se fueron creando reinos germánicos autónomos, hasta que en el 800 nació un nuevo imperio soberano en Occidente, cuando el papa León III coronó emperador a Carlomagno. Véase Sacro Imperio Romano Germánico.<br /><br />Por lo tanto, el cristianismo occidental durante la edad media, al contrario de su réplica oriental, era una entidad única, o por lo menos eso trataba de ser. Cuando alguno de los pueblos se convertía al cristianismo adoptaba como lengua oficial el latín, proceso en el que, por lo común (como fue el caso de los francos y los visigodos en la península Ibérica), perdían incluso su propia lengua. Así fue como el lenguaje de la antigua Roma se transformó en la lengua litúrgica, literaria y cultural de Europa occidental. Si bien los arzobispos, los obispos y los abades ejercían gran poder sobre sus regiones, estaban subordinados a la autoridad del papa, a pesar de que con bastante frecuencia éste era incapaz de satisfacer sus peticiones. Durante los primeros siglos de la edad media, en Europa occidental hubo largas controversias teológicas, aunque nunca llegaron a las enormes proporciones que alcanzaron en Europa oriental. La teología occidental no pudo, al menos hasta después del siglo XI, alcanzar los extremos de complejidad filosófica de Oriente. La sombra de san Agustín continuó dominando durante mucho tiempo la teología latina, y había dificultades para acceder a los textos de las meditaciones doctrinales de los antiguos pensadores cristianos.<br /><br />La imagen de cooperación que existía entre Iglesia y Estado, simbolizada por la coronación de Carlomagno por el Papa, no debe interpretarse como que no hubo problemas entre ellos durante la edad media. Muy al contrario, con frecuencia surgían conflictos con respecto a sus respectivas esferas de autoridad. El desacuerdo más común era el referente al derecho del soberano a nombrar obispos en sus dominios (investidura laica), problema que llevó al papa Gregorio VII y al emperador Enrique IV a un callejón sin salida en 1075. El Papa excomulgó al Emperador y éste se negó a reconocer la autoridad papal. Estuvieron un tiempo reconciliados cuando el mismo Enrique se sometió en Canosa a la penitencia que le impuso el pontífice en 1077, pero la tensión continuó. Poco tiempo después, se estaba discutiendo un asunto muy parecido con respecto a la excomunión del rey Juan Sin Tierra, de Inglaterra, dictada por el papa Inocencio III en 1209, controversia que terminó cuatro años más tarde, cuando el Rey aceptó los dictámenes del Papa. La causa de estas disputas estaba en la compleja implicación de la Iglesia en la sociedad feudal. Los obispos y abades administraban grandes extensiones de terrenos y otros bienes, constituyendo así una gran fuerza económica y política, sobre la que el rey tenía que ejercer un cierto control si quería hacer valer su autoridad sobre la nobleza secular que estaba bajo su potestad. Por otro lado, el Papado no podía permitir que la Iglesia del país se transformara en el títere de un régimen político. Véase Querella de las Investiduras.<br /><br />A pesar de lo referido, sí existió cooperación entre la Iglesia y el Estado cuando, durante las Cruzadas, cerraron filas contra el enemigo común. La conquista musulmana de Jerusalén significó que los Santos Lugares vinculados a la vida de Jesús quedaron bajo el control de un poder no cristiano, aunque se debe reconocer que las noticias que llegaban referentes a las molestias que sufrían los peregrinos a manos de los musulmanes eran sumamente exageradas. El hecho es que en el exaltado ambiente medieval del cristianismo fue intensificándose la certeza de que era deseo de Dios organizar un ejército cristiano para liberar Tierra Santa. Al emprender la primera Cruzada en 1095, las tropas cristianas lograron formar un reino latino y un patriarcado en Jerusalén, aunque un siglo más tarde la ciudad volvió a caer bajo dominio musulmán; en el plazo de 200 años ya había sucumbido hasta el último reducto cristiano. En este sentido, las Cruzadas fueron un fracaso, o incluso, como ocurrió en el curso de la cuarta Cruzada (1202-1204), un verdadero desastre. No sirvieron para restaurar el cristianismo de forma permanente en Tierra Santa, ni tampoco para unificar Occidente, ni en el plano eclesiástico ni en el orden político. Al contrario, aumentaron los rencores entre los cristianos orientales y occidentales, ahondando más en sus diferencias.<br /><br />No obstante, la Iglesia medieval sí logró un triunfo muy importante durante este periodo, que fue el desarrollo de la filosofía y la teología escolásticas. Partiendo siempre del sustrato doctrinal de las enseñanzas expuestas por san Agustín, los teólogos latinos volcaron su interés en la relación entre el conocimiento de Dios alcanzable por la razón humana por sí misma, y el conocimiento que se adquiere a través de la revelación. Se adoptó el lema de san Anselmo: “Creo en aquello que puedo entender”, y se buscó una prueba concluyente para demostrar la existencia de Dios basada en la estructura misma del pensamiento humano (el argumento ontológico). En esa época, Pedro Abelardo estudió las contradicciones que existían entre las distintas tendencias de la tradición doctrinal de la Iglesia, con la idea de desarrollar métodos para lograr armonizarlas. Esos dos cometidos dominaron el pensamiento de los siglos XII y XIII, hasta que la recuperación de las obras perdidas de Aristóteles hizo posible el acceso a un conjunto de definiciones y de matices que pudieron ser aplicados en ambos casos. La teología filosófica de san Agustín buscó hacer justicia al conocimiento natural de Dios, a la vez que exaltaba las enseñanzas reveladas en los Evangelios, y entrelazó las partes dispersas de la tradición formando una sola unidad. San Agustín, junto con sus contemporáneos, san Buenaventura y santo Tomás de Aquino, representaba el ideal intelectual del cristianismo medieval. Véase también Escolasticismo.<br /><br />Sin embargo, coincidiendo con la muerte de santo Tomás de Aquino, aparecieron nubes que amenazaron tormenta en la Iglesia de Occidente. En 1309, el Papado se trasladó de Roma a Aviñón, donde se mantuvo hasta 1377 en la denominada cautividad de Babilonia de la Iglesia. A estos acontecimientos siguió el Gran Cisma de Occidente, durante el cual hubo dos, y a veces hasta tres, aspirantes al solio pontificio. Este litigio no se resolvió hasta 1417, cuando se volvió a unir el Papado, aunque jamás logró recuperar el férreo control ni la autoridad anterior.<br /><br /><strong>La Reforma y la Contrarreforma</strong><br /><br />Hubo reformadores de distintas tendencias, como por ejemplo John Wycliffe, Jan Hus y Girolamo Savonarola, que denunciaron públicamente el relajamiento moral y la corrupción económica que existían dentro de la Iglesia “en sus miembros y en sus mentes”; buscaban provocar un giro radical de la situación. Al mismo tiempo, se estaban produciendo profundos cambios de tipo social y político, producto del despertar de la conciencia nacional y de la fuerza e importancia cada vez mayores que iban adquiriendo las ciudades, en las que surgió con gran poder una nueva clase social sostenida por el comercio. La Reforma protestante podría ser considerada producto de la convergencia de dichas fuerzas: un movimiento para introducir cambios dentro de la Iglesia, el ascenso del nacionalismo y el avance del “espíritu del capitalismo”.<br /><br />El reformador Martín Lutero fue la figura catalizadora que aceleró el nuevo movimiento. Su lucha personal por buscar la certeza religiosa lo condujo, en contra de sus deseos, a cuestionar el sistema medieval de salvación, e incluso la propia autoridad de la Iglesia; su excomunión por el papa León X fue un paso adelante hacia la irreversible división del mundo cristiano en Occidente. El proceso tampoco se limitó a la Alemania de Lutero. Hubo movimientos reformistas en Suiza, que pronto encontraron el apoyo y liderato de Ulrico Zuinglio y en especial de Juan Calvino, cuya obra Institutio christianae religionis se transformó en el más influyente compendio de la nueva teología. La Reforma inglesa, desencadenada por los problemas personales del rey Enrique VIII, evidenció la fuerte influencia que tenían los reformadores en Inglaterra. La Reforma en Inglaterra tomó su propia vía, manteniendo algunos elementos procedentes de la religión católica, como el episcopado histórico, con otros rasgos protestantes, como el reconocimiento de la exclusiva autoridad de la Biblia. El pensamiento de Calvino ayudó en Francia al avance de los hugonotes, grupo que era rechazado con violencia tanto por la Iglesia como por el Estado, aunque al final logró ser reconocido por el Edicto de Nantes en 1598 (revocado en 1685). Los grupos reformadores más radicales, entre los que destacaban los anabaptistas, se pusieron en contra tanto de otros grupos protestantes como de Roma, rechazando prácticas tan antiguas como el bautismo infantil e incluso dogmas como el de la Santísima Trinidad; también estaban en contra de la alianza entre Iglesia y Estado. Véase también Calvinismo; Luteranismo; Presbiterianismo.<br /><br />La confluencia de la Reforma religiosa con el creciente nacionalismo ayudó a determinar su éxito allí donde logró contar con el respaldo de los nuevos estados nacionales. Como consecuencia de estos lazos, la Reforma ayudó a fomentar las lenguas vernáculas, en especial a través de traducciones de la Biblia, que contribuyeron a modelar el lenguaje y el espíritu nacional de los pueblos. También otorgó un nuevo impulso a las predicaciones bíblicas y al culto en lengua vernácula, en la que se compusieron himnos nuevos. Dada la importancia que se concedió a que todos los creyentes participaran en el culto y en las oraciones, la Reforma desarrolló sistemas para enseñar y difundir la doctrina y la ética, presentados en forma de catecismos.<br /><br />La Reforma protestante no fue suficiente para agotar el espíritu renovador que existía dentro de la Iglesia católica. Como respuesta al desafío protestante, y en función de sus propias necesidades, la Iglesia convocó el Concilio de Trento, que se prolongó desde 1545 hasta 1563, año en que se logró dar una formulación definitiva a las doctrinas que se debatían, y asimismo instituir reformas legislativas prácticas respecto a la liturgia, la administración de la Iglesia y la enseñanza de la fe. La responsabilidad de llevar a cabo las decisiones tomadas en el Concilio recayó sobre todo en la Compañía de Jesús, fundada por san Ignacio de Loyola. Considerando que estos cambios religiosos coincidieron con el descubrimiento del Nuevo Mundo, el hecho fue contemplado como una oportunidad providencial para evangelizar a quienes jamás habían oído el anuncio evangélico. El hecho de que el Concilio de Trento no tomara en consideración ninguna de las propuestas de los reformistas y reafirmara las de la Iglesia católica tuvo el efecto de hacer de la división de la Iglesia algo permanente<br /><br />Nuevas divisiones continuaron surgiendo en las iglesias. En un plano histórico, es probable que las más destacadas fueran las de la Iglesia de Inglaterra. Los puritanos se oponían a los “remanentes del papismo” que existían aún en la vida litúrgica e institucional del anglicanismo, y presionaron para lograr su eliminación total. Dada la unión anglicana entre la Corona y la Iglesia, este problema adquirió, a medida que se fue desarrollando, consecuencias políticas violentas, que culminaron con el estallido de la Guerra Civil inglesa y la ejecución del rey Carlos I en 1649. El puritanismo encontró su más completa expresión en Estados Unidos, tanto en el aspecto político como en el teológico. Los pietistas de las Iglesias calvinistas y luteranas de Europa permanecían como un grupo dentro de la organización, en vez de formar una Iglesia independiente. Pero en Estados Unidos el pietismo representó los puntos de vista y las perspectivas de futuro de muchos de los grupos llegados de Europa. El pietismo europeo también tuvo eco en Inglaterra, gracias a las doctrinas de John Wesley, fundador del movimiento metodista.</div>nathiithahttp://www.blogger.com/profile/09610179596849225277noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8515780712498668649.post-92191953838542765572009-06-26T12:00:00.000-07:002009-06-26T12:01:37.834-07:00GRANDES INVASIONESFuera de las fronteras del Imperio Romano vivían Bárbaros, pueblos de diferente cultura a la romana, entre los que destacaban los germanos, esclavos, celtas y Mongoles. Con el tiempo algunos de ellos, como los germanos, penetraron dentro de las fronteras del Imperio, protagonizando un periodo muy importante para la historia de Occidente: las invasiones del siglo V.<br /><br />Los germanos no formaban una población unida. Se dividían en numerosísimos grupos, cada uno con su rey, religión, instituciones y economías (ganaderas, agrícolas o ambas). De estos pueblos, los mas importantes fueron los francos, sajones, anglos, visigos, ostrogodos, lombardos, y vándalos. El único elemento de unidad era la lengua, pues sus diferentes dialectos pertenecían al grupo lingüístico indoeuropeo.<br /><br />Los Germanos no tenían ciudades: vivían en aldeas de cabañas o chozas. Desconocían lo que era un Estado, de modo que se organizaban en tribus, donde la autoridad residía en el rey o jefe guerrero durante los periodos de lucha. En tiempos de paz, una Asamblea General limitaba sus poderes. La familia era la base de la sociedad y el padre tenía mucha autoridad dentro de ella. Adoraban a muchos dioses, siendo el más importante de ellos Wotan, que era considerado el señor del cielo<br /><br />Los Germanos eran pueblos guerreros unidos a sus jefes, por fidelidad personal. La guerra en su principal actividad. Las victorias les daban poder y riqueza.<br /><br />Usaban la banda de guerra o hueste, que consistía en un grupo de jóvenes guerreros que, mediante un contrato o asociación, se ponían al lado de un noble. Los soldados le debían obediencia y ayuda al señor mientras que este les daba armamento y gratificaciones.<br />Algunos de estos pueblos, debido al aumento de población y a la falta de tierras aptas para los cultivos, habían ido penetrando lentamente las fronteras del Imperio.<br /><br />Estas invasiones pacificas a veces se realizaban incluso con el permiso de los Emperadores, quienes se daban cuenta de que Roma necesitaba mano de obra y colonos que cuidaran las fronteras del Imperio. Es así, como la relación entre romanos y Germanos tuvo muchos momentos de paz e intercambio comercial.<br /><br />Sin embargo, esta penetración pacifica cambio radicalmente con la llegada y presión que ejercieron los Hunos y los esclavos contra los pueblos Germánicos. Estos, acorralados, empezaron a invadir en forma violenta los territorios Imperiales, cambiando definitivamente la fisonomía de Imperio Romano.<br /><br />Los pueblos Bárbaros invadieron el Impero y al establecerse en su interior, asimilaron la cultura Grecorromana pasando a ser conocidos como pueblos Romano-germanos. Es en ellos donde se puede encontrar el origen de las distintas nacionalidades europeas.nathiithahttp://www.blogger.com/profile/09610179596849225277noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8515780712498668649.post-50325172700721035122009-06-26T11:51:00.000-07:002009-06-26T11:57:50.504-07:00¿QUIENES FUERON LOS HUNOS?<div align="justify"><br />Los Hunos fueron un pueblo de origen tártaro-mongol que avanzo hacia Europa Occidental, sometiendo y atacando a quien se cruzara en su camino. El primer pueblo Germánico sometido por ellos fue el ostrogodo, que se encontraba ubicado al oriente de los visigodos. Este pueblo, aterrorizado de correr la misma suerte pidió permiso a Roma para establecerse dentro del Imperio. Roma accedió con el compromiso de que a cambio de comida y tierras, ellos defendieran las fronteras del Imperio contra los Hunos.</div><div align="justify"><br />Como los romanos no cumplieron su promesa, los visigodos se revelaron y el Emperador Valente resulto muerto en batalla. Esta acción fue seguida de la invasión y el saqueo a Roma (410). La derrota sufrida por los romanos al ver su ciudad saqueada, demostró la debilidad en que se encontraba el Imperio.</div><div align="justify"><br />Mas tarde, los Hunos, al mando de Atila el “azote de Dios”, como se le denominaba, atacaron Italia. Solo fueron vencidos cuando los romanos, desesperados por la situación, se unieron a los Germanos para vencer definitivamente a los Hunos en el año 451.</div><div align="justify"><br />La caída definitiva de Roma se produjo en el año476 d.C. cuando Odoacro, jefe de un ejército de mercenarios, depuso al último Emperador romano, llamado Rómulo Augustulo.</div><div align="justify"><br />Las invasiones provocaron una profunda transformación política, económica y social dentro de Europa. El reemplazo del Imperio Romano por el de los reinos romanos-germánicos acabó con la unidad de civilización que durante siglos mantuvieron los romanos en el mundo mediterráneo: desapareció la unidad política y jurídica, ya que en cada región del antiguo Imperio se formo un reino germánico independiente. Las ciencias, artes y letras decayeron notablemente, a pesar a pesar de la admiración que en muchos aspectos los germanos sentían por los romanos. Solo los sacerdotes y religiosos se dedicaron al estudio, salvando de la destrucción muchos libros de la Antigüedad. La vida en las ciudades ya destruidas se hizo muy insegura, provocándola paralización del comercio, de la industria y la migración de la gente al campo. El numero de habitantes de cada ciudad disminuyo notablemente. La concentración de las actividades económicas en el campo produjo casi la total desaparición de la moneda, volviéndose al sistema de trueque.</div>nathiithahttp://www.blogger.com/profile/09610179596849225277noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-8515780712498668649.post-62014754784561480582009-06-26T11:47:00.000-07:002009-06-26T11:51:46.475-07:00IMPERIO BIZANTINO<div align="justify">Mientras el Imperio Romano de Occidente sucumbió en el año 476 d. de C., ocupado por los pueblos germánicos, el Imperio Romano de Oriente parecía ser el heredero natural de la antigua Roma. Se le conoce también como Imperio Bizantino debido a que su capital, Constantinopla, antes se llamo Bizancio. Su gran líder desde el año 527 al 565 fue Justiniano, quien trato de restaurar la gloria y los territorios del Antiguo Imperio Romano.<br />El Imperio Bizantino se vio concentrado territorialmente en el sector oriental y con una población mayoritariamente griega. De este modo, el griego pasó lentamente a ser la lengua oficial del Imperio y las costumbres se fueron alejando cada vez más de las existentes en Occidente. Mientras en Roma la autoridad de la Iglesia la tenia el Papa, en Bizancio la autoridad religiosa era el Obispo o Patriarca de Constantinopla, quien apoyado por el Emperador de Oriente, no consideraba al Papa como una autoridad sobre el. Es así, como en el siglo XI d. de C. la Iglesia de Oriente se separo de la de Roma, tomando el nombre de la Iglesia Ortodoxa.<br /><br /><strong>GRANDES APORTES QUE DEBEMOS A LOS BIZANTINOS</strong></div><div align="justify"><br />a) <strong>Código de Justiniano:</strong> Justiniano mando recopilar y ordenar todas las antiguas leyes romanas en un solo gran código que se llamo Digesto.<br /><br />b) <strong>Intermediario comercial:</strong> Bizancio, al encontrarse entre Europa y Asia, mantuvo las relaciones e intercambios comerciales entre ambos continentes.<br /><br />c) <strong>Conservaron la antigua cultura grecolatina:</strong> los Bizantinos fueron quienes, en medio de la confusión cultural que se vivía en Occidente, guardaron y preservaron la cultura greco-latina.<br /> Poseían grandes bibliotecas en donde se guardaban importantes libros griegos y romanos.<br /><br />d) <strong>Propagación del cristianismo:</strong> el Imperio Bizantino cristianizo a los esclavos en el sector oriental de Europa, igualando la obra que antes había hecho el Imperio Romano en la región occidental.<br /> </div>nathiithahttp://www.blogger.com/profile/09610179596849225277noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8515780712498668649.post-82726742879275998922009-06-26T11:32:00.000-07:002009-06-26T11:47:07.366-07:00EXPANSION DEL ISLAM<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyY5wjSuER5e3j489mu41cNgIMVoUajL2P91mQ3gUTFZNsLgZHII44UuMx4lERwN9nRU6fCTC6zjbyb0qICsuYhgYBzQWj_9pds7AD5ain78-cTQO-YmbdFgjTY64G2kzw7ty5a_VLcK33/s1600-h/ISLAM.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5351709579549892770" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 320px; CURSOR: hand; HEIGHT: 294px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyY5wjSuER5e3j489mu41cNgIMVoUajL2P91mQ3gUTFZNsLgZHII44UuMx4lERwN9nRU6fCTC6zjbyb0qICsuYhgYBzQWj_9pds7AD5ain78-cTQO-YmbdFgjTY64G2kzw7ty5a_VLcK33/s320/ISLAM.jpg" border="0" /></a><br /><div align="justify">Expansión del Islam, rápida difusión de la religión islámica que tuvo lugar durante los siglos VII y VIII a través de la conversión y la conquista militar. Mahoma, fundador y profeta del Islam, comenzó a predicar sus revelaciones en La Meca hacia el 612. Veinticinco años después, sus seguidores, a los que se llamó musulmanes, habían alcanzado el control de toda la península Arábiga; de este modo, el Islam se convirtió en la tercera gran religión monoteísta, tras el judaísmo y el cristianismo.<br /><br />Hacia el 650, se había constituido un Estado islámico que abarcaba Arabia, el Creciente Fértil (en esencia, la región de Mesopotamia, es decir, los actuales Irak, Irán y Siria), así como el territorio que hoy ocupan Líbano, Palestina (Israel, Cisjordania, Gaza y Jordania) y Egipto. A principios del siglo VIII, el islam dominaba una amplia área que se extendía desde las regiones periféricas de China y la India, por el este, hasta el norte de África y casi toda la península Ibérica, por el oeste.<br /><br />La notable rapidez de la difusión de esta religión debe atribuirse al uso de la fuerza militar. Mahoma atrajo al islam a los pueblos árabes de la península Arábiga gracias a la firmeza de su carácter, a la promesa de una salvación eterna para aquellos que perecieran luchando por este credo y a los bienes materiales que conseguirían quienes triunfaran en la conquista. Los ataques aislados de las primeras etapas de esta expansión no tardaron en convertirse en auténticas guerras a gran escala, en las que imperios y naciones se rendían al poder de este nuevo fenómeno religioso, militar, político, económico y social.<br /><br /><strong>EL PROFETA MAHOMA</strong><br /><br />Mahoma nació en La Meca, en la ilustre tribu de Quraysh, hacia el 570. Según la tradición, recibió la visita del arcángel Gabriel, que le proclamó profeta de Dios aproximadamente en el 612. Recitando en verso sus revelaciones (que más tarde constituirían el Corán), comenzó su predicación de la religión islámica. Islam, en la lengua árabe significa ‘sumisión’, si bien el Corán añade la acepción “a la voluntad o a la ley de Dios”. En un principio, el profeta no logró apenas adeptos entre los paganos de La Meca, que adoraban a diversos dioses. Pero el número de sus seguidores fue aumentando con el tiempo, y el propio Mahoma comenzó a ser considerado como una amenaza para la elite de La Meca. En el 622, Mahoma y sus seguidores, conscientes del peligro que corrían, se trasladaron a la ciudad de Yatrib (posteriormente Medina), situada junto a un oasis al norte de La Meca. Esta emigración, conocida como la Hégira, marcaría posteriormente el inicio del calendario islámico.<br /><br />Antes de que Mahoma llegara a Medina, la ciudad se había visto sumida en violentas disputas encabezadas por los principales clanes (grupos de familias que descendían de un antepasado común). Varios de los líderes habían conocido a Mahoma dos años antes de estos acontecimientos y habían escuchado sus enseñanzas durante una peregrinación pagana a La Meca. Algunos de los más ilustres invitaron al profeta a Medina para que mediara en sus enfrentamientos en calidad de autoridad religiosa e imparcial. Por su parte, estos jefes se comprometieron a aceptar a Mahoma como profeta, lo que proporcionó credibilidad a la nueva religión. Los habitantes de Medina que se convirtieron al islamismo fueron denominados “ayudantes”. De este modo, Mahoma, que había pasado de árbitro de disputas a líder de una nueva comunidad árabe, inició una campaña para captar fieles entre los residentes, atacó las caravanas de La Meca y, por último, expulsó a las tres tribus judías que controlaban la mayor parte de la agricultura y metalistería de la ciudad.<br /><br />Los hombres que acompañaron a Mahoma en la Hégira eran en su mayoría comerciantes, por lo que carecían de medios de subsistencia en una ciudad eminentemente agrícola como Medina. Ante esta situación, Mahoma decidió asaltar las caravanas de La Meca para proporcionar una fuente de ingresos a sus compañeros y, al mismo tiempo, cumplir dos objetivos importantes: en primer lugar, restaurar el orgullo de sus seguidores (humillados con la expulsión de La Meca) a través de las victorias; en segundo lugar, probar la veracidad de sus propias visiones y confirmar que la nueva comunidad contaba con la bendición de Dios. Por otro lado, al entorpecer las actividades comerciales de La Meca les demostraba que la fuerza del Islam era mayor de lo que habían supuesto.<br /><br /><strong>RIVALIDAD CON LA MECA.<br /></strong><br />Después de varios intentos infructuosos, los musulmanes finalmente atacaron y capturaron una caravana en enero del 624. Los asaltantes dieron muerte a uno de los guardias, la primera víctima de la guerra en nombre del Islam. Los ayudantes se hallaban confusos y preocupados porque el asesinato había tenido lugar durante un mes sacro pagano en el que el derramamiento de sangre estaba prohibido. No obstante, dos de las revelaciones de Mahoma respaldaban el asalto. En ellas se afirmaba que la expulsión de Mahoma y sus compañeros de La Meca era mucho más grave que la violación del mes sagrado. El ataque a la caravana de La Meca provocó una serie de enfrentamientos entre los mecanos y Mahoma.<br /><br />En marzo del 624, una nueva victoria reforzó la moral de los seguidores de Mahoma. El profeta y unos trescientos correligionarios combatieron en el oasis de Badr contra fuerzas de La Meca tres veces superiores a ellos. Este éxito representó un gran acontecimiento para los musulmanes, y las siguientes generaciones consideraron como un símbolo de nobleza haber participado en esta lid. Las tropas de La Meca, que habían perdido a cincuenta hombres en Badr, buscaron la revancha un año después en una gran batalla que tuvo lugar en la colina de Uhud. En ella se batieron 3.000 soldados de La Meca contra 700 musulmanes. La victoria inicial correspondió a los primeros. Tras la derrota, Mahoma infundió ánimo a sus hombres; sin embargo, los vencedores, satisfechos con la revancha, dieron por terminada la lucha y se retiraron.<br /><br />En el 627, Medina fue atacada por un contingente de unos 10.000 hombres compuesto por tropas de mecanos y de las tribus aliadas. Los musulmanes cavaron una gran trinchera en torno a sus posiciones, lo que impidió el avance de la caballería. Finalmente, el ejército de La Meca se retiró después de varias semanas de asedio. Mahoma aprovechó esta exhibición de fuerza para completar la expulsión de las tres tribus judías de Medina. Sus miembros no aceptaban a Mahoma como profeta, ni creían en el mensaje universal del Islam, lo que acabó minando su condición de pueblo elegido. Dos de las tribus ya habían sido expulsadas, y Mahoma sospechaba que la tercera, los Banu Qurayzah, había conspirado en favor de La Meca durante el conflicto. Por ello, ordenó que todos los hombres de esta tribu fueran ejecutados y que las mujeres y los niños fueran vendidos como esclavos. A partir de entonces, el control de la ciudad de Medina estaba ya en manos de Mahoma.<br /><br /><strong>LA CONQUISTA DE LA MECA<br /></strong><br />La rivalidad de La Meca con Medina y los musulmanes concluyó con los acontecimientos que tuvieron lugar en el 628. Como demostración de fuerza y de buena voluntad, Mahoma y unos mil musulmanes emprendieron una peregrinación a la Kaaba, el antiguo santuario dedicado al culto a dioses locales que se encontraba en La Meca. En la reunión celebrada en las afueras de la ciudad, Mahoma llegó a un acuerdo con los líderes mecanos para establecer una tregua de diez años, se accedió a que los musulmanes peregrinaran a la Kaaba, se acordó el cese de los asaltos a caravanas y se permitió que las tribus aliadas tanto de La Meca como de Medina cambiaran de bando si así lo deseaban.<br /><br />En el transcurso del siguiente año, Mahoma aumentó su poder entre las tribus de la región. En el 630, después de haber atraído a su fe a numerosos jóvenes mecanos, marchó sobre la ciudad con 10.000 musulmanes y se hizo con el poder sin apenas resistencia. Uno de los muchachos convertidos era Jalid ibn al-Walid, quien más tarde se convertiría en el arquetipo del guerrero musulmán y al que se concedería el título de “espada de Alá” (Alá significa ‘Dios’ en árabe). Pocos años después de haber sido expulsado de La Meca, Mahoma regresaba a la ciudad en pleno auge del Islam.<br /><br />Varias semanas después de tomar La Meca, los musulmanes fueron atacados por un contingente de 20.000 hombres compuesto por tribus árabes beduinas. Estos pueblos nómadas se habían negado a rendirse al Islam, y es posible que actuaran en venganza porque el profeta había provocado la destrucción de los ídolos paganos de la Kaaba y la transformación de este templo en el principal santuario del Islam. Tras la aplastante derrota que Mahoma infligió a los beduinos, se convirtió en el principal líder de la península Arábiga, por lo que muchas tribus árabes se aliaron con él. Entre los requisitos exigidos para sellar las alianzas, era necesario reconocer a Mahoma como verdadero profeta, aceptar la religión islámica y pagar un tributo para los necesitados (zakat). De este modo, se constituyó en Arabia una gran confederación de tribus árabes unidas por el Islam.<br /><br /><strong>LA SUCESION</strong><br /><br />Mahoma falleció en el 632 y fue sucedido por Abu Bakr al-Siddiq, padre de su esposa favorita. Abu Bakr se convirtió así en el primer califa del Islam (jalifa significa ‘sucesor’ en árabe). Al igual que el fallecido profeta, el nuevo líder pertenecía al clan de los Quraysh. Aunque ni Abu Bakr ni ninguno de los siguientes califas reclamaron el título de profetas, eran realmente la máxima autoridad de una nueva religión que iba adquiriendo también entidad política. Los cuatro primeros califas, seleccionados todos ellos por un consejo de musulmanes, serían llamados posteriormente al-Rashidun (‘bien guiados’, ‘ortodoxos’). Este calificativo fue acuñado para indicar que estos hombres eran los más fieles y virtuosos seguidores de las enseñanzas y ejemplos de Mahoma.<br /><br />Gobernar la nueva comunidad del Islam ya había planteado algunos problemas en vida del profeta. La fuente de las leyes aplicadas eran las revelaciones del Corán, así como las del propio Mahoma, el profeta de Dios. En su fase inicial, la comunidad musulmana, regida en función de los preceptos divinos, podía considerarse una teocracia. Al fallecer Mahoma, las cuestiones relativas al gobierno que no podían resolverse recurriendo al Corán, se dirimían comparándolas con ejemplos de la vida del profeta en los que se reflejaba la voluntad de Dios. Los califas rashidun eran duramente criticados por la comunidad musulmana cada vez que actuaban en función de sus propios criterios. Con el tiempo, los desacuerdos sobre los mencionados ejemplos o sobre sus posibles interpretaciones provocaron una creciente división en el seno del Islam.<br /><br />Otra cuestión a la que tuvieron que hacer frente los sucesores de Mahoma fue el aumento de etnias y culturas diferentes integradas en la nueva comunidad musulmana. En su primera fase, el Islam estaba profundamente vinculado a la identidad árabe. Independientemente de que Mahoma fuera árabe y de que su vida transcurriera en este entorno cultural, en el Corán se resaltaba el hecho de que la lengua utilizada era el árabe, y que la auténtica revelación fue transmitida así por Dios (Corán, 43:4 y 12:2). Por este motivo, los primeros musulmanes se sentían orgullosos de su etnia y de su nueva religión árabe. Pero a medida que el Islam se extendió por otros pueblos, la cuestión sobre si era una religión intrínsecamente árabe se convirtió en otra fuente de conflictos en las décadas posteriores a la muerte de Mahoma.<br /><br /><strong>LA ÉPOCA DE LOS CALIFAS RASHIDUN</strong><br /><br />Abu Bakr dedicó gran parte de su reinado a aplacar las diversas rebeliones locales contra el gobierno del Islam, conocidas como las guerras de apostasía (ridda). Poco antes de tener noticia del fallecimiento de Mahoma, muchas tribus árabes habían renegado de su fidelidad al Islam en favor de nuevos profetas locales. Se trataba más de una cuestión política y económica que de una elección religiosa, puesto que las tribus renunciaron a su compromiso para alcanzar su autogobierno y evitar el pago de la zakat. Abu Bakr tomó parte en algunas de estas luchas, pero el más ilustre caudillo militar de la época fue Jalid ibn al-Walid. Las guerras de apostasía consolidaron el dominio de Medina sobre toda Arabia y la inclusión de estas tierras en el umma o comunidad del Islam.<br /><br /><strong>LA EXPANSION</strong><br /><br />Después de las guerras de apostasía, Abu Bakr decidió difundir el Islam en las regiones del norte, esto es, en los territorios que ocupan actualmente Irak y Siria. Antes del nacimiento del Islam, tanto esta área como la región mesopotámica habían sido zonas de conflictos disputadas durante más de un siglo por el Imperio bizantino y los Sasánidas de Persia. Con un ejército ya constituido a lo largo de las guerras de apostasía e inspirados por su nueva religión y la oportunidad de hacerse con importantes botines, los árabes musulmanes derrotaron a los bizantinos y a los Sasánidas, cuyas fuerzas se hallaban exhaustas por los largos años de lucha. Los soldados de Abu Bakr conquistaron el sur de Irak, lo que suponía una amenaza para las principales ciudades persas de la cuenca del Tigris y el Éufrates, y comenzaron a avanzar hacia la Siria bizantina.<br /><br />Abu Bakr falleció a finales de agosto del 634 y le sucedió Umar ibn al-Juttab, Umar I, padre de la tercera esposa de Mahoma. Umar, convertido al Islam en sus primeros tiempos, había desempeñado un papel fundamental en la negociación para que los ayudantes de Medina aceptaran a Abu Bakr como primer califa. También pertenecía a la tribu de los Quraysh, adoptó el título de amir al-muminin (‘jefe de los creyentes’), para indicar a los musulmanes que eran una nación en armas bajo un gobierno militar.<br /><br />El primer proyecto que llevó a cabo Umar I fue la expansión del Islam hacia el norte, adentrándose en territorio bizantino. Los musulmanes capturaron Damasco en septiembre del año 635 y, casi un año después, las fuerzas bizantinas, dirigidas por el emperador Heraclio I, fueron derrotadas en una contienda que marcó el final del dominio bizantino en el Creciente Fértil. Jerusalén fue tomada en el 638 y se convirtió posteriormente en la tercera ciudad islámica más importante del mundo después de Medina y La Meca.<br /><br />En el nordeste, las fuerzas musulmanas alcanzaron victorias similares frente a los Sasánidas en los territorios que en la actualidad constituyen Irak. El rey persa Yazdgard III (último monarca de la dinastía Sasánida) luchó con arrojo pero, a pesar de sus amplios recursos, fue derrotado en la batalla de Qadisiyah en febrero del 637. Ctesifonte, la capital sasánida establecida en el Tigris, cayó ese mismo año. Los musulmanes avanzaron hacia el este y aproximadamente en el 642 habían conquistado la región de Juzistán, en el suroeste del actual Irán.<br /><br />Durante este tiempo, los ejércitos musulmanes que avanzaban hacia el oeste a las órdenes del general Amr ibn-al-As habían lanzado un ataque contra Egipto. Alejandría se rindió a los musulmanes en noviembre del 641. Umar I estableció un puesto militar en la que había sido ciudad romana de Babilonia, próxima al delta del Nilo, que pasó a llamarse al-Fustat y se convirtió en la primera ciudad de fundación musulmana en Egipto, así como en la precursora de El Cairo.<br /><br /><strong>Las instituciones islámicas<br /></strong><br />Umar I fue estructurando la organización política del Imperio a medida que éste se expandía. Cuando los musulmanes comenzaron a establecerse en las zonas pobladas del Creciente Fértil, Umar I creó una nueva institución para garantizar la protección tanto de los soldados como de los pueblos conquistados. Los soldados, y posteriormente sus familias, residían en amsars (áreas militares aisladas del casco antiguo de la ciudad) o en los nuevos puestos militares. Los árabes eran minoría en las tierras conquistadas y al alojarse en estos recintos preservaban su identidad árabe y podían ser controlados por sus líderes con más facilidad. En Siria, más densamente poblada, los amsars se establecieron en las ciudades ya existentes, mientras que en lo que hoy es Irak, con menos población, se construyeron entre los años 636 y 638 nuevos puestos militares, como Basora y Kufa.<br /><br />Otra de las instituciones creadas por Umar I fue el diwan o registro oficial de soldados musulmanes árabes, cuya función era regular el reparto de los botines obtenidos en las conquistas. En el diwan estaban recogidos los nombres de todos los musulmanes inscritos en los centros de Medina y La Meca, así como de los soldados alistados en los ejércitos conquistadores y de sus familiares. La jerarquía de los nombres del diwan y, por lo tanto, la cantidad del botín que correspondía a cada persona, venía determinada por el orden cronológico de aceptación del islam, por la vinculación con Mahoma y por la importancia del servicio prestado. En este registro se incluía a Aisha y a las restantes esposas de Mahoma, a los familiares del profeta, a los compañeros, a los ayudantes y a aquellos que habían luchado en las batallas de Badr y Uhud, las guerras de apostasía y en la conquista del Creciente Fértil. Los objetos de oro y plata eran repartidos entre las tropas en el lugar de la batalla. Los veteranos recibían un estipendio anual, pero algunos de los más influyentes eran recompensados con tierras. Al califa le correspondía una quinta parte del botín, la misma cantidad que hubiera recibido Mahoma para ayudar a los necesitados de su comunidad, y otro quinto era enviado a Medina.<br /><br /><strong>Disensiones internas<br /></strong><br />Umar I falleció en noviembre del 644 y le sucedió Utmán ibn Affan, yerno de Mahoma. Pertenecía también a la tribu de los Quraysh, aunque era miembro de un clan diferente, el de los Omeyas, ya ilustre en La Meca antes del ascenso de Mahoma.<br /><br />Durante el gobierno de Utmán, las conquistas se ralentizaron y la intranquilidad cundió en las ciudades con puestos militares. Utmán, que representaba a la clase social de los mercaderes de La Meca, no era un experto en técnicas militares y tuvo que hacer frente a la oposición del Ejército desde el comienzo. Al realizarse menos conquistas, disminuyeron también los botines, y los soldados comenzaron a mostrar su desacuerdo ante las riquezas que se enviaban al califa y a los funcionarios de Medina. Además, el único vínculo entre los soldados y sus líderes era el islam. Utmán, en un intento por revitalizar la fuerza del islam, insistió en la elaboración de una única versión del Corán y ordenó quemar todas las copias anteriores. Esa versión “autorizada” del Corán se organizó en función de la longitud de las suras (capítulos), de los más largos a los más cortos. Utmán actuó con nepotismo favoreciendo a los miembros de su propio clan en el nombramiento de puestos destacados, por lo que perdió el respaldo del pueblo.<br /><br />En el 656, diversos grupos de soldados insatisfechos se dirigieron a Medina y se amotinaron contra Utmán arrojándole piedras cuando se hallaba en la mezquita. Los soldados, ante el temor de que un ejército de Siria acudiera en ayuda del califa, asaltaron su residencia en junio del 656 y le asesinaron. Persuadieron después a Alí ibn Abi Talib, que simpatizaba con la causa rebelde y era también primo y yerno de Mahoma, para que aceptara el califato. Alí se encontró con la oposición del clan de los Omeyas y de Aisha, viuda de Mahoma, que consideraba que había llegado a ser califa injustamente.<br /><br />En diciembre del 656, Alí se dirigió con sus tropas leales hacia Basora, donde fue derrotado por las fuerzas fieles a Aisha en lo que se considera la fase inicial de la primera guerra civil islámica. Esta contienda, que comenzó en el 656 y se prolongó hasta el 661, fue conocida posteriormente como la primera fitna (‘prueba’, en árabe), porque sirvió para poner a prueba la unidad de la comunidad islámica. Al concluir la primera batalla, Alí abandonó Medina y se trasladó a Kufa, donde contaba con más apoyo. Allí fue desafiado por Muawiya, el gobernador de Siria perteneciente a la familia Omeya.<br /><br />Muawiya se negó a reconocer a Alí como califa y combatió contra las fuerzas del enemigo en una batalla que tuvo lugar en Siffin, al norte de Siria, en el 657. Cuando la lucha se tornaba favorable a Alí, éste accedió a la petición de Muawiya, que solicitaba someter a arbitraje la cuestión de si Utmán había merecido la muerte por los errores cometidos o si había sido injustamente asesinado. El asunto se dirimió en el año 658 y la decisión fue desfavorable para Alí, que rehusó aceptar el veredicto y trató de reanudar la batalla. Fue entonces cuando algunos de sus seguidores desertaron porque consideraban que, al acceder al arbitraje, había actuado en contra del Corán, que era la palabra de Dios. Cuando los disidentes salieron a la luz, Alí eliminó a muchos de estos jariyíes (‘los que salen’) lo que desilusionó profundamente a los partidarios del califa. Alí deseaba entablar una guerra contra Muawiya, pero se encontró con la oposición de todos los sectores. Finalmente, el califa fue asesinado por un jariyí en enero del 661. Muawiya disuadió al hijo de Alí, Hasan, de reclamar el califato. La proclamación de Muawiya como califa puso fin al periodo de los califas rashidun y marcó el comienzo del califato Omeya.<br /><br />Al concluir la guerra civil y tras el magnicidio de Alí, el islam quedó dividido en tres facciones. La primera y de menor fuerza era la de los jariyíes. Los dos grandes grupos enfrentados eran los shiat Alí, los ‘seguidores de Alí’ (posteriormente conocidos como chiitas), y aquéllos que aceptaban a Muawiya como califa. Este último, el de los denominados suníes, comprendía a la mayoría de los musulmanes. Los chitas exigían que el califato retornara a la familia de Alí, pues consideraban que éste había sido depuesto injustamente y había sido elegido por Dios para suceder al mismo Mahoma. Muchos de los débiles y necesitados que padecieron cuando el gobierno de Alí estaba dominado por el estamento militar, se unieron a su causa.<br /><br /><strong>EL CALIFATO OMEYA<br /></strong><br />Muawiya no fue elegido califa, sino que conquistó el título a la fuerza, y se mantuvo en este puesto gracias a sus excelentes relaciones con las tropas árabes de Siria. Tan fuertes eran sus lazos con el estamento militar árabe que las casi nueve décadas de gobierno de los Omeyas (661-750) han sido calificadas como el periodo del reino árabe. Lo árabe dominaba el islam como principio organizativo del Estado. Esta tendencia inquietaba a los musulmanes tradicionales y a la creciente población de musulmanes no árabes. Muawiya organizó un nuevo centro de gobierno en la ciudad militar de Damasco, lo que indicaba el dominio emergente de Siria con respecto a Medina y La Meca, y se propuso unificar su reino afianzando la posición de la clase guerrera árabe favorable a los Omeyas.<br /><br /><strong>La nueva expansión</strong><br /><br />La dinastía Omeya intentó canalizar la energía de sus súbditos y del Ejército en nuevas conquistas. El norte de África se convirtió en una de las principales áreas de expansión islámica. Dado que las ciudades portuarias de estas regiones estaban en manos de cristianos bizantinos, los árabes sólo ocuparon inicialmente las zonas rurales del interior. En el 670 establecieron un nuevo puesto militar en Kairuán (en la actualidad, en Tunicia), y entre el 697 y el 705 conquistaron Cartago. Los alrededores de la ciudad de Túnez fueron utilizados entonces como base naval árabe. El islam se extendió entre los nativos bereberes, que se incorporaron al Ejército árabe y a los que se asignó la misma porción del botín que a los soldados árabes. Uno de estos bereberes, Tariq ibn Ziyad, dirigió a los ejércitos musulmanes a lo largo de la costa Mediterránea en el 711, hasta alcanzar la península Ibérica a través del estrecho de Gibraltar. Las fuerzas conjuntas de árabes y bereberes conquistaron los territorios que hoy forman Portugal y España (al-Andalus) y se adentraron en la zona occidental de la actual Francia, donde en el 732 fueron derrotados por el rey franco Carlos Martel en una batalla que tuvo lugar entre Tours y Poitiers y que detuvo el avance del islam en Europa.<br /><br />A pesar de que los Omeyas confiaban en unificar los territorios bajo su poder, tuvieron que hacer frente a la oposición de diversos grupos, principalmente los mawali (musulmanes no árabes, pero relacionados con éstos), y los chiitas.<br /><br />Cuando el islam se extendió en el Creciente Fértil y en las zonas circundantes, la población no árabe comenzó a convertirse a esta religión. Pero, al ser éste un movimiento árabe desde sus inicios, los mawali constituían un grupo de segunda categoría. Se les denominaba mawali (‘clientes’, en árabe) porque fueron obligados a unirse o a prestar servicios a tribus o individuos musulmanes. Estas gentes vivían en los suburbios construidos en los alrededores de los amsars y se dedicaban a la agricultura, el comercio, la artesanía y a trabajos que requerían escasa cualificación. Servían en la infantería árabe y recibían una porción de los botines de guerra inferior a la de los árabes. Su esperanza de prosperar residía en la posibilidad de que el gobierno concediera más importancia a la aceptación del islam que a la etnia. Sin embargo, los Omeyas no consiguieron recompensar a todos los musulmanes por igual o bien los botines no eran tan abundantes como se esperaba. Además, las comunidades musulmanas de la zona contaban con los impuestos recaudados a los mawali. Esta actitud contrarió a este sector de la población y alimentó el descontento, la deslealtad y, finalmente, la rebelión.<br /><br />Mientras tanto, continuaban las hostilidades entre los Omeyas y otras facciones musulmanas, especialmente los chiitas. Muawiya, antes de su muerte, acaecida en el 680, nombró como su sucesor a su hijo, Yazid I, lo que hizo innecesaria la elección de un nuevo califa. Esta decisión irritó a quienes rechazaban la creación de un reinado dinástico de los Omeyas. Cada grupo opinaba de diferente forma con respecto a quién tenía derecho a dirigir la comunidad islámica entre los parientes de Mahoma y los descendientes de los personajes estrechamente vinculados al profeta. Los chiitas creían que el califa debía ser un descendiente de Mahoma de la línea de Alí. Los “ayudantes” consideraban que su aportación al islam se había pasado por alto en la elección de los llamados “califas rashidun”, y que lo justo era designar a uno de sus miembros. Muchos grupos cuestionaban la pureza de la fe de los Omeyas. Por otro lado, los musulmanes no árabes eran conscientes de que, al concederse más importancia a la etnia que a la aceptación del islam, quedaba cerrada para ellos la posibilidad de ascender socialmente.<br /><br />El clima de descontento que surgió tras la muerte de Muawiya provocó seis décadas de desórdenes y de guerra civil. Meses después del fallecimiento del califa en el 680, los chiitas se rebelaron en Kufa y reafirmaron su adhesión a Husayn, hijo de Alí. Tras caer en una emboscada tendida en el camino de La Meca a Kufa, Husayn y su grupo, formado por sus parientes y seguidores, fueron masacrados por las fuerzas de los Omeyas. La rebelión chiita de Kufa quedó sofocada, pero el asesinato de Husayn, nieto de Mahoma, conmocionó al mundo islámico y provocó una corriente de simpatía por los chiitas. Poco después, los descendientes de los “compañeros” y de los “ayudantes” del profeta se amotinaron en Medina y aumentó además la duda de los mecanos sobre la pureza de la fe de los Omeyas. Éstos volvieron a tomar Medina y saquearon la ciudad durante tres días. Los ejércitos sirios sitiaron sin éxito La Meca y destruyeron la Kaaba, el templo sagrado del islam. Arabia quedó sumida en el caos cuando los antagonismos entre tribus, latentes desde los tiempos de Mahoma, resurgieron provocando una guerra. Las frecuentes rebeliones de los mawali sembraron la intranquilidad más allá de Arabia, a lo largo de los territorios islámicos.<br /><br /><strong>La caída de los Omeyas<br /></strong><br />La expansión territorial de los Omeyas intensificó los problemas sociales porque el descontento de los mawali se incrementó ante el número de ciudades militares y de población no árabe que se convertía al islam. En la década del 740, los rebeldes chiitas establecieron alianzas con otro clan árabe, el de los Abasíes, descendientes de Abbas, tío de Mahoma. Este clan proclamó que todos los musulmanes, árabes o no, debían recibir igual trato. Tras obtener el apoyo de los mawali persas rebeldes, esta confederación venció en la decisiva batalla que se libró contra los Omeyas en el 750, y que puso fin al dominio de este clan (salvo en al-Andalus, que permaneció bajo su control). La dinastía Abasí trasladó la capital a Bagdad, restauró el orden e instituyó reformas destinadas a impartir justicia a todos los musulmanes.</div>nathiithahttp://www.blogger.com/profile/09610179596849225277noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8515780712498668649.post-89275995858937020892009-06-26T11:24:00.000-07:002009-06-26T11:32:53.802-07:00EL FEUDALISMO<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinkMpi-yQZS9kQ_O48jQraqPQPNuv37B-qqmao2sjHdOwuJxkZKWt0WCD8HRDoU3w0TCb42WQovbvSm4PsYHlVm-3019fB_1c7W-814xVR77ln-07YEp68eGL-cVA0p2Lm2x9VakOeL6J_/s1600-h/la-sociedad-edad-media.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5351705494965005666" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 320px; CURSOR: hand; HEIGHT: 226px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinkMpi-yQZS9kQ_O48jQraqPQPNuv37B-qqmao2sjHdOwuJxkZKWt0WCD8HRDoU3w0TCb42WQovbvSm4PsYHlVm-3019fB_1c7W-814xVR77ln-07YEp68eGL-cVA0p2Lm2x9VakOeL6J_/s320/la-sociedad-edad-media.jpg" border="0" /></a><br /><br /><div align="justify">Feudalismo, sistema contractual de relaciones políticas y militares entre los miembros de la nobleza de Europa occidental durante la alta edad media. El feudalismo se caracterizó por la concesión de feudos (casi siempre en forma de tierras y trabajo) a cambio de una prestación política y militar, contrato sellado por un juramento de homenaje y fidelidad. Pero tanto el señor como el vasallo eran hombres libres, por lo que no debe ser confundido con el régimen señorial, sistema contemporáneo de aquél, que regulaba las relaciones entre los señores y sus campesinos. El feudalismo unía la prestación política y militar a la posesión de tierras con el propósito de preservar a la Europa medieval de su desintegración en innumerables señoríos independientes tras el hundimiento del Imperio Carolingio.<br /><br /><strong>ORÍGENES</strong><br /><br />Cuando los pueblos germanos conquistaron en el siglo V el Imperio romano de Occidente pusieron también fin al ejército profesional romano y lo sustituyeron por los suyos propios, formados con guerreros que servían a sus caudillos por razones de honor y obtención de un botín. Vivían de la tierra y combatían a pie ya que, como luchaban cuerpo a cuerpo, no necesitaban emplear la caballería. Pero cuando los musulmanes, vikingos y magiares invadieron Europa en los siglos VIII, IX y X, los germanos se vieron incapaces de enfrentarse con unos ejércitos que se desplazaban con suma rapidez. Primero Carlos Martel en la Galia, después el rey Alfredo el Grande en Inglaterra y por último Enrique el Pajarero de Germania, cedieron caballos a algunos de sus soldados para repeler las incursiones sobre sus tierras. No parece que estas tropas combatieran a caballo; más bien tenían la posibilidad de perseguir a sus enemigos con mayor rapidez que a pie. No obstante, es probable que se produjeran acciones de caballería en este mismo periodo, al introducirse el uso de los estribos. Con total seguridad esto ocurrió en el siglo XI. Véase Orden de caballería.<br /><br /><strong>Origen del sistema</strong><br /><br />Los caballos de guerra eran costosos y su adiestramiento para emplearlos militarmente exigía años de práctica. Carlos Martel, con el fin de ayudar a su tropa de caballería, le otorgó fincas (explotadas por braceros) que tomó de las posesiones de la Iglesia. Estas tierras, denominadas ‘beneficios’, eran cedidas mientras durara la prestación de los soldados. Éstos, a su vez, fueron llamados ‘vasallos’ (término derivado de una palabra gaélica que significaba sirviente). Sin embargo, los vasallos, soldados selectos de los que los gobernantes Carolingios se rodeaban, se convirtieron en modelos para aquellos nobles que seguían a la corte. Con la desintegración del Imperio Carolingio en el siglo IX muchos personajes poderosos se esforzaron por constituir sus propios grupos de vasallos dotados de montura, a los que ofrecían beneficios a cambio de su servicio. Algunos de los hacendados más pobres se vieron obligados a aceptar el vasallaje y ceder sus tierras al señorío de los más poderosos, recibiendo a cambio los beneficios feudales. Se esperaba que los grandes señores protegieran a los vasallos de la misma forma que se esperaba que los vasallos sirvieran a sus señores.<br /><br /><strong>Feudalismo clásico<br /></strong><br />Esta relación de carácter militar que se estableció en los siglos VIII y IX a veces es denominada feudalismo Carolingio, pero carecía aún de uno de los rasgos esenciales del feudalismo clásico desarrollado plenamente desde el siglo X. Fue sólo hacia el año 1000 cuando el término ‘feudo’ comenzó a emplearse en sustitución de ‘beneficio’ este cambio de términos refleja una evolución en la institución. A partir de este momento se aceptaba de forma unánime que las tierras entregadas al vasallo eran hereditarias, con tal de que el heredero que las recibiera fuera grato al señor y pagara un impuesto de herencia llamado ‘socorro’. El vasallo no sólo prestaba el obligado juramento de fidelidad a su señor, sino también un juramento especial de homenaje al señor feudal, el cual, a su vez, le investía con un feudo. De este modo, el feudalismo se convirtió en una institución tanto política como militar, basada en una relación contractual entre dos personas individuales, las cuales mantenían sus respectivos derechos sobre el feudo.<br /><br /><strong>Causas de la aparición del sistema feudal</strong><br /><br />La guerra fue endémica durante toda la época feudal, pero el feudalismo no provocó esta situación; al contrario, la guerra originó el feudalismo. Tampoco el feudalismo fue responsable del colapso del Imperio Carolingio, más bien el fracaso de éste hizo necesaria la existencia del régimen feudal. El Imperio Carolingio se hundió porque estaba basado en la autoridad de una sola persona y no estaba dotado de instituciones lo suficientemente desarrolladas. La desaparición del Imperio amenazó con sumir a Europa en una situación de anarquía: cientos de señores individuales gobernaban a sus pueblos con completa independencia respecto de cualquier autoridad soberana. Los vínculos feudales devolvieron cierta unidad, dentro de la cual los señores renunciaban a parte de su libertad, lo que era necesario para lograr una cooperación eficaz. Bajo la dirección de sus señores feudales, los vasallos pudieron defenderse de sus enemigos, y más tarde crear principados feudales de cierta importancia y complejidad. Una vez que el feudalismo demostró su utilidad local reyes y emperadores lo adoptaron para fortalecer sus monarquías.<br />El feudalismo alcanzó su madurez en el siglo XI y tuvo su máximo apogeo en los siglos XII y XIII. Su cuna fue la región comprendida entre los ríos Rin y Loira, dominada por el ducado de Normandía. Al conquistar sus soberanos, a fines del siglo XI, el sur de Italia, Sicilia e Inglaterra y ocupar Tierra Santa en la primera Cruzada, establecieron en todas estas zonas las instituciones feudales. España también adoptó un cierto tipo de feudalismo en el siglo XII, al igual que el sur de Francia, el norte de Italia y los territorios alemanes. Incluso Europa central y oriental conoció el sistema feudal durante un cierto tiempo y en grado limitado, sobre todo cuando el Imperio bizantino se feudalizó tras la cuarta Cruzada. Los llamados feudalismos del antiguo Egipto y de Persia, o de China y Japón, no guardan relación alguna con el feudalismo europeo, y sólo son superficialmente similares. Quizá fueran los samuráis japoneses los que más se asemejaron a los caballeros medievales, en particular los sogunes de la familia Ashikaga; pero las relaciones entre señores y vasallos en Japón eran diferentes a las del feudalismo de Europa occidental.<br /><br />En su forma más clásica, el feudalismo occidental asumía que casi toda la tierra pertenecía al príncipe soberano —bien el rey, el duque, el marqués o el conde— que la recibía “de nadie sino de Dios”. El príncipe cedía los feudos a sus barones, los cuales le rendían el obligado juramento de homenaje y fidelidad por el que prestaban su ayuda política y militar, según los términos de la cesión. Los nobles podían ceder parte de sus feudos a caballeros que le rindieran, a su vez, homenaje y fidelidad y les sirvieran de acuerdo a la extensión de las tierras concedidas. De este modo si un monarca otorgaba un feudo de doce señoríos a un noble y a cambio exigía el servicio de diez caballeros, el noble podía ceder a su vez diez de los señoríos recibidos a otros tantos caballeros, con lo que podía cumplir la prestación requerida por el rey. Un noble podía conservar la totalidad de sus feudos bajo su dominio personal y mantener a sus caballeros en su señorío, alimentados y armados, todo ello a costa de sufragar las prestaciones debidas a su señor a partir de su propio patrimonio y sin establecer relaciones feudales con inferiores, pero esto era raro que sucediera ya que los caballeros deseaban tener sus propios señoríos. Los caballeros podían adquirir dos o más feudos y eran proclives a ceder, a su vez, parte de esas posesiones en la medida necesaria para obtener el servicio al que estaban obligados con su superior. Mediante este subenfeudamiento se creó una pirámide feudal, con el monarca en la cúspide, unos señores intermedios por debajo y un grupo de caballeros feudales para servir a la convocatoria real.<br /><br />Los problemas surgían cuando un caballero aceptaba feudos de más de un señor, para lo cual se creó la institución del homenaje feudatario, que permitía al caballero proclamar a uno de sus señores como su señor feudal, al que serviría personalmente, en tanto que enviaría a sus vasallos a servir a sus otros señores. Esto quedaba reflejado en la máxima francesa de que “el señor de mi señor no es mi señor” de ahí que no se considerara rebelde al subvasallo que combatía contra el señor de su señor. Sin embargo, en Inglaterra, Guillermo I el Conquistador y sus sucesores exigieron a los vasallos de sus vasallos que les prestaran juramento de fidelidad.<br /><br /><strong>Obligaciones del vasallo</strong><br /><br />La prestación militar era fundamental en el feudalismo, pero estaba lejos de ser la única obligación del vasallo para con su señor. Cuando el señor era propietario de un castillo, podía exigir a sus vasallos que lo guarnecieran, en una prestación denominada ‘custodia del castillo’. El señor también esperaba de sus vasallos que le atendieran en su corte, con objeto de aconsejarle y de participar en juicios que afectaban a otros vasallos. Si el señor necesitaba dinero, podía esperar que sus vasallos le ofrecieran ayuda financiera. A lo largo de los siglos XII y XIII estallaron muchos conflictos entre los señores y sus vasallos por los servicios que estos últimos debían prestar. En Inglaterra, la Carta Magna definió las obligaciones de los vasallos del rey; por ejemplo, no era obligatorio procurar ayuda económica al monarca salvo en tres ocasiones: en el matrimonio de su hija mayor, en el nombramiento como caballero de su primogénito y para el pago del rescate del propio rey. En Francia fue frecuente un cuarto motivo para este tipo de ayuda extraordinaria: la financiación de una Cruzada organizada por el monarca. El hecho de actuar como consejeros condujo a los vasallos a exigir que se obtuviera su beneplácito en las decisiones del señor que les afectaran en cuestiones militares, alianzas matrimoniales, creación de impuestos o juicios legales.<br /><br /><strong>Herencia y tutela<br /></strong><br />Otro aspecto del feudalismo que requirió una regulación fue la sucesión de los feudos. Cuando éstos se hicieron hereditarios, el señor estableció un impuesto de herencia llamado ‘socorro’. Su cuantía fue en ocasiones motivo de conflictos. La Carta Magna estableció el socorro en 100 libras por barón y 5 libras por caballero; en todo caso, la tasa varió según el feudo. Los señores se reservaron el derecho de asegurarse que el propietario del feudo fuese leal y cumplidor de sus obligaciones. Si un vasallo moría y dejaba a un heredero mayor de edad y buen caballero, el señor no tenía por qué objetar su sucesión. Sin embargo, si el hijo era menor de edad o si el heredero era mujer, el señor podía asumir el control del feudo hasta que el heredero alcanzara la mayoría de edad o la heredera se casara con un hombre que tuviera su aprobación. De este modo surgió el derecho señorial de tutela de los herederos menores de edad o de las herederas y el derecho de vigilar sobre el matrimonio de éstas, lo que en ciertos casos supuso que el señor se eligiera a sí mismo como marido. La viuda de un vasallo tenía derecho a una pensión de por vida sobre el feudo de su marido (por lo general un tercio de su valor) lo que también llevaba a provocar el interés del señor por que la viuda contrajera nuevas nupcias. En algunos feudos el señor tenía pleno derecho para controlar estas segundas nupcias. En el caso de muerte de un vasallo sin sucesores directos, la relación de los herederos con el señor variaban: los hermanos fueron normalmente aceptados como herederos, no así los primos. Si los herederos no eran aceptados por el señor, la propiedad del feudo revertía en éste, que así recuperaba el pleno control sobre el feudo; entonces podía quedárselo para su dominio directo o cederlo a cualquier caballero en un nuevo vasallaje.<br /><br /><strong>Ruptura del contrato<br /></strong><br />Dado el carácter contractual de las relaciones feudales cualquier acción irregular cometida por las partes podía originar la ruptura del contrato. Cuando el vasallo no llevaba a cabo las prestaciones exigidas, el señor podía acusarle, en su corte, ante sus otros vasallos y si éstos encontraban culpable a su par, entonces el señor tenía la facultad de confiscar su feudo, que pasaba de nuevo a su control directo. Si el vasallo intentaba defender su tierra, el señor podía declararle la guerra para recuperar el control del feudo confiscado. El hecho de que los pares del vasallo le declararan culpable implicaba que moral y legalmente estaban obligados a cumplir su juramento y pocos vasallos podían mantener una guerra contra su señor y todos sus pares. En el caso contrario, si el vasallo consideraba que su señor no cumplía con sus obligaciones, podía desafiarle —esto es, romper formalmente su confianza— y declarar que no le consideraría por más tiempo como su señor, si bien podía seguir conservando el feudo como dominio propio o convertirse en vasallo de otro señor. Puesto que en ocasiones el señor consideraba el desafío como una rebelión, los vasallos desafiantes debían contar con fuertes apoyos o estar preparados para una guerra que podían perder.<br /><br /><strong>Autoridad real</strong><br /><br />Los monarcas, durante toda la época feudal, tenían otras fuentes de autoridad además de su señorío feudal. El renacimiento del saber clásico supuso el resurgimiento del Derecho romano, con su tradición de poderosos gobernantes y de la administración territorial. La Iglesia consideraba que los gobernantes lo eran por la gracia de Dios y estaban revestidos de un derecho sagrado. El florecimiento del comercio y de la industria dio lugar al desarrollo de las ciudades y a la aparición de una incipiente burguesía, la cual exigió a los príncipes que mantuvieran la libertad y el orden necesarios para el desarrollo de la actividad comercial. Esa población urbana también demandó un papel en el gobierno de las ciudades para mantener su riqueza. En Italia se organizaron comunidades que arrebataron el control del país a la nobleza feudal que incluso fue forzada a residir en algunas de las urbes. Las ciudades situadas al norte de los Alpes enviaron representantes a los consejos reales y desarrollaron instituciones parlamentarias para conseguir voz en las cuestiones de gobierno, al igual que la nobleza feudal. Con los impuestos que obtuvieron de las ciudades, los príncipes pudieron contratar sirvientes civiles y soldados profesionales. De este modo pudieron imponer su voluntad sobre el feudo y hacerse más independientes del servicio de sus vasallos.<br /><br />El feudalismo alcanzó el punto culminante de su desarrollo en el siglo XIII; a partir de entonces inició su decadencia. El subenfeudamiento llegó a tal punto que los señores tuvieron problemas para obtener las prestaciones que debían recibir. Los vasallos prefirieron realizar pagos en metálico (scutagium, ‘tasas por escudo’) a cambio de la ayuda militar debida a sus señores; a su vez éstos tendieron a preferir el dinero, que les permitía contratar tropas profesionales que en muchas ocasiones estaban mejor entrenadas y eran más disciplinadas que los vasallos. Además, el resurgimiento de las tácticas de infantería y la introducción de nuevas armas, como el arco y la pica, hicieron que la caballería no fuera ya un factor decisivo para la guerra. La decadencia del feudalismo se aceleró en los siglos XIV y XV. Durante la guerra de los Cien Años, las caballerías francesa e inglesa combatieron duramente, pero las batallas se ganaron en gran medida por los soldados profesionales y en especial por los arqueros de a pie. Los soldados profesionales combatieron en unidades cuyos jefes habían prestado juramento de homenaje y fidelidad a un príncipe, pero con contratos no hereditarios y que normalmente tenían una duración de meses o años. Este ‘feudalismo bastardo’ estaba a un paso del sistema de mercenarios, que ya había triunfado en la Italia de los condotieros renacentistas.<br /><br /><strong>SU PAPEL EN EL DESARROLLO POLÍTICO</strong><br /><br />La figura jurídica del feudo estaba contenida en el derecho consuetudinario de Europa occidental y en aspectos feudales como la tutela y el matrimonio, la revertibilidad y la confiscación, que continuaron en vigor después de que la prestación militar hubiera desaparecido. En Inglaterra las posesiones feudales fueron abolidas por ley en 1660, pero se prolongaron en algunas zonas de Europa hasta que el derecho consuetudinario fue sustituido por el Derecho romano, proceso concluido por el emperador Napoleón a principios del siglo XIX. </div>nathiithahttp://www.blogger.com/profile/09610179596849225277noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8515780712498668649.post-89604550470220822882009-06-25T17:30:00.000-07:002009-06-25T17:36:17.670-07:00LAS CRUZADAS<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgysEBK9LMv59L_zbtFZt8_klth6dFewwnDw44LUwicqgtMySz9MASNTGWBCsOKFCnQRCkKum9gM8LLCExE5jrR1DVAGlWJ7OMMfzB-FBSF1MwdTGZWcH4AqSE72f2cxHxN8uO5THD8TEZX/s1600-h/4nn47f2j.gif"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5351428573160783506" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 240px; CURSOR: hand; HEIGHT: 320px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgysEBK9LMv59L_zbtFZt8_klth6dFewwnDw44LUwicqgtMySz9MASNTGWBCsOKFCnQRCkKum9gM8LLCExE5jrR1DVAGlWJ7OMMfzB-FBSF1MwdTGZWcH4AqSE72f2cxHxN8uO5THD8TEZX/s320/4nn47f2j.gif" border="0" /></a> Cruzadas, expediciones militares realizadas por los cristianos de Europa occidental, normalmente a petición del Papa, que comenzaron en 1095 y cuyo objetivo era recuperar Jerusalén y otros lugares de peregrinación en Palestina, en el territorio conocido por los cristianos como Tierra Santa, que estaban bajo control de los musulmanes. Los historiadores no se ponen de acuerdo respecto a su finalización, y han propuesto fechas que van desde 1270 hasta incluso 1798, cuando Napoleón I conquistó Malta a los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, una orden militar establecid<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPtqrBqhrUZkBlSbguO_jrBwp5zgtLQSoMNtO5w2sPOZzrmKILgZJtiW8ZsMpUmzvv-uK-12JnlbgY2UM9UEUFKrXJvWJLfhmkRWt-3WwZwObpyH8ZYMp1YLoWS5tFQPbT-XeKqCaZHr7t/s1600-h/4nn47f2j.gif"></a>a en esa isla durante las Cruzadas. El vocablo cruzada (de ‘cruz’, el emblema de los cruzados) se aplicó también, especialmente en el siglo XIII, a las guerras contra los pueblos paganos, contra los herejes cristianos y contra los enemigos políticos del Papado. Por extensión, el término se emplea para describir cualquier guerra religiosa o política y, en ocasiones, cualquier movimiento político o moral. Así, en España, los alzados contra el gobierno republicano en 1936 pronto denominaron a la guerra iniciada por ellos mismos (1936-1939) Cruzada, por considerar que su objetivo era vencer el ateísmo.<br /><br /><strong>CONTEXTO HISTÓRICO</strong><br /><br />El origen de las Cruzadas está enraizado en el cataclismo político que resultó de la expansión de los Selyúcidas en el Próximo Oriente a mediados del siglo XI. La conquista de Siria y Palestina llevada a cabo por los Selyúcidas islámicos alarmó a los cristianos de occidente. Otros invasores turcos también penetraron profundamente en el igualmente cristiano Imperio bizantino y sometieron a griegos, sirios y armenios cristianos a su soberanía. Las Cruzadas fueron, en parte, una reacción a todos estos sucesos. También fueron el resultado de la ambición de unos papas que buscaron ampliar su poder político y religioso. Los ejércitos cruzados fueron, en cierto sentido, el brazo armado de la política papal.<br /><br />En un esfuerzo por entender por qué los cruzados las llevaron a cabo, los historiadores han apuntado como razones el dramático crecimiento de la población europea y la actividad comercial entre los siglos XII y XIV. Las Cruzadas, por tanto, se explican como el medio de encontrar un amplio espacio donde acomodar parte de esa población en crecimiento; y como el medio de dar salida a las ambiciones de nobles y caballeros, ávidos de tierras. Las expediciones ofrecían, como se ha señalado, ricas oportunidades comerciales a los mercaderes de las pujantes ciudades de occidente, particularmente a las ciudades italianas de Génova, Pisa y Venecia.<br /><br />Aunque estas explicaciones acerca de las Cruzadas quizá tengan alguna validez, los avances en la investigación sobre el tema indican que los cruzados no pensaron encontrarse con los peligros de enfermedades, las largas marchas terrestres y la posibilidad de morir en combate en tierras lejanas. Las familias que quedaron en Europa tuvieron que combatir en muchas ocasiones durante largos periodos de tiempo para mantener sus granjas y sus posesiones. La idea de que los cruzados obtuvieron grandes riquezas es cada vez más difícil de justificar; la Cruzada fue un asunto extremadamente caro para un caballero que tuviera el propósito de actuar en Oriente si se costeaba por sí mismo la expedición, ya que probablemente le suponía un gasto equivalente a cuatro veces sus ingresos anuales.<br /><br />Sin embargo, a pesar de ser una empresa peligrosa, cara y que no daba beneficios, las Cruzadas tuvieron un amplio atractivo para la sociedad contemporánea. Su popularidad se cimentó en la comprensión de la sociedad que apoyó este fenómeno. Era una sociedad de creyentes, y muchos cruzados estaban convencidos de que su participación en la lucha contra los infieles les garantizaría su salvación espiritual. También era una sociedad militarista, en la que las esperanzas y las ambiciones estaban asociadas con hazañas militares.<br /><br /><strong>LA PRIMERA CRUZADA<br /></strong><br />Las Cruzadas comenzaron formalmente el jueves 27 de noviembre de 1095, en un descampado a extramuros de la ciudad francesa de Clermont-Ferrand. Ese día, el papa Urbano II predicó a una multitud de seglares y de clérigos que asistían a un concilio de la Iglesia en esa ciudad. En su sermón, el papa esbozó un plan para una Cruzada y llamó a sus oyentes para unirse a ella. La respuesta fue positiva y abrumadora. Urbano encargó a los obispos asistentes al concilio que regresaran a sus localidades y reclutaran más fieles para la Cruzada. También diseñó una estrategia básica según la cual distintos grupos de cruzados iniciarían el viaje en agosto del año 1096. Cada grupo se autofinanciaría y sería responsable ante su propio jefe. Los grupos harían el viaje por separado hasta la capital bizantina, Constantinopla (la actual Estambul, en Turquía), donde se reagruparían. Desde allí, lanzarían un contraataque, junto con el emperador bizantino y su ejército, contra los Selyúcidas, que habían conquistado Anatolia. Una vez que esa región estuviera bajo control cristiano, los cruzados realizarían una campaña contra los musulmanes de Siria y Palestina, siendo Jerusalén su objetivo fundamental.<br /><br /><strong>Los ejércitos cruzados</strong><br /><br />La primera Cruzada se atuvo en sus líneas generales al esquema previsto por el papa Urbano II. El reclutamiento prosiguió a pasos agigantados durante el resto de 1095 y los primeros meses de 1096. Se reunieron cinco grandes ejércitos nobiliarios a finales del verano de 1096 para iniciar la Cruzada. Gran parte de sus miembros procedían de Francia, pero un significativo número venía del sur de Italia y de las regiones de Lorena, Borgoña y Flandes.<br /><br />El papa no había previsto el entusiasmo popular que su llamamiento a la Cruzada produjo entre el campesinado y las gentes de las ciudades. Al lado de la Cruzada de la nobleza se materializó otra constituida por el pueblo llano. El grupo más grande e importante de cruzados populares fue reclutado y dirigido por un predicador conocido como Pedro el Ermitaño, natural de Amiens (Francia). Aunque fueron numerosos los participantes en la Cruzada popular, solamente un mínimo porcentaje de ellos pudieron llegar al Próximo Oriente; aún fueron menos los que sobrevivieron para ver la toma de Jerusalén por los cristianos en 1099.<br /><br /><strong>La conquista de Anatolia<br /></strong><br />Los ejércitos cruzados de la nobleza llegaron a Constantinopla entre noviembre de 1096 y mayo de 1097. El emperador bizantino Alejo I Comneno presionó a los cruzados para que le devolvieran cualquier antiguo territorio del Imperio bizantino que conquistaran. Los jefes cruzados se sintieron agraviados por esas demandas y, aunque la mayoría en última instancia accedió, comenzaron a sospechar de los bizantinos.<br /><br />En mayo de 1097, los cruzados atacaron su primer gran objetivo, la capital turca de Anatolia, Nicea (la actual ciudad de Iznik en Turquía). En junio, la ciudad se rindió a los bizantinos, antes que a los cruzados. Esto confirmó las sospechas de que Alejo intentaba utilizarlos como peones para lograr sus propios objetivos.<br /><br />Muy poco después de la caída de Nicea, los cruzados se encontraron con el principal ejército Selyúcida de Anatolia en Dorilea (cerca de la actual Eskisehir, en Turquía). El 1 de julio de 1097, los cruzados obtuvieron una gran victoria y casi aniquilaron al ejército turco. Como consecuencia, los cruzados encontraron escasa resistencia durante el resto de su campaña en Asia Menor. El siguiente gran objetivo fue la ciudad de Antioquía (la actual Antakya, en Turquía) en el norte de Siria. Los cruzados pusieron sitio a la ciudad el 21 de octubre de 1097, pero no cayó hasta el 3 de junio de 1098. Tan pronto como los cruzados hubieron tomado Antioquía, fueron atacados por un nuevo ejército turco, procedente de Mosul (en el actual Irak), que llegó demasiado tarde para auxiliar a los defensores turcos de Antioquía. Los cruzados repelieron esta expedición de auxilio el 2 de junio.<br /><br /><strong>La conquista de Jerusalén</strong><br /><br />Los cruzados permanecieron descansando en Antioquía el resto del verano, y a finales del mes de noviembre de 1098 iniciaron el último tramo de su viaje. Evitaron atacar las ciudades y fortificaciones con el fin de conservar intactas sus tropas. En mayo de 1099 llegaron a las fronteras septentrionales de Palestina y al atardecer del 7 de junio acamparon a la vista de las murallas de Jerusalén.<br />La ciudad estaba por aquel entonces bajo control egipcio; sus defensores eran numerosos y estaban bien preparados para resistir un sitio. Los cruzados atacaron con la ayuda de refuerzos llegados de Génova y con unas recién construidas máquinas de asedio. El 15 de julio tomaron por asalto Jerusalén y masacraron a casi todos sus habitantes. Según la concepción de los cruzados, la ciudad quedó purificada con la sangre de los infieles.<br /><br />Una semana más tarde el ejército eligió a uno de sus jefes, Godofredo de Bouillon, duque de la Baja Lorena, como gobernante de la ciudad. Bajo su liderazgo, los cruzados realizaron su última campaña militar y derrotaron a un ejército egipcio en Ascalón (ahora Ashqelon, Israel) el 12 de agosto. No mucho más tarde, la mayoría de los cruzados regresó a Europa, dejando a Godofredo y un pequeño retén de la fuerza original para organizar y establecer el gobierno y el control latino (o europeo occidental) sobre los territorios conquistados<br /><br /><strong>EL APOGEO DEL PODERÍO LATINO EN EL ORIENTE</strong><br /><br />Tras la conclusión de la primera Cruzada los colonos europeos en el Levante establecieron cuatro estados, el más grande y poderoso de los cuales fue el reino latino de Jerusalén. Al norte de este reino, en la costa de Siria, se encontraba el pequeño condado de Trípoli. Más allá de Trípoli estaba el principado de Antioquía, situado en el valle del Orontes. Más al este aparecía el condado de Edesa (ahora Urfa, Turquía), poblado en gran medida por cristianos armenios.<br /><br />Los logros de la primera Cruzada se debieron en gran medida al aislamiento y relativa debilidad de los musulmanes. Sin embargo, la generación posterior a esta Cruzada contempló el inicio de la reunificación musulmana en el Próximo Oriente bajo el liderazgo de Imad al-Din Zangi, gobernante de Mosul y Halab (actualmente en el norte de Siria). Bajo el mando de Zangi, las tropas musulmanas obtuvieron su primera gran victoria contra los cruzados al tomar la ciudad de Edesa en 1144, tras lo cual desmantelaron sistemáticamente el Estado cruzado en la región.<br /><br />La respuesta del Papado a estos sucesos fue proclamar la segunda Cruzada a finales de 1145. La nueva convocatoria atrajo a numerosos expedicionarios, entre los cuales destacaron el rey de Francia Luis VII y el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Conrado III. El ejército germano de Conrado partió de Nuremberg (en la actual Alemania) en mayo de 1147 rumbo a Jerusalén. Las tropas francesas marcharon un mes más tarde. Cerca de Dorilea las tropas germanas fueron puestas en fuga por una emboscada turca. Desmoralizados y atemorizados, la mayor parte de los soldados y peregrinos regresó a Europa. El ejército francés permaneció más tiempo, pero su destino no fue mucho mejor y sólo una parte de la expedición original llegó a Jerusalén en 1148. Tras deliberar con el rey Balduino III de Jerusalén y sus nobles, los cruzados decidieron atacar Damasco en julio. La fuerza expedicionaria no pudo tomar la ciudad y, muy poco más tarde de este ataque infructuoso, el rey francés y lo que quedaba de su ejército regresaron a su país.<br /><br /><strong>SALADINO Y LA TERCERA CRUZADA</strong><br /><br />El fracaso de la segunda Cruzada permitió la reunificación de las potencias musulmanas. Zangi había muerto en 1146, pero su sucesor, Nur al-Din, convirtió su Imperio en la gran potencia del Próximo Oriente. En 1169, sus tropas, bajo el mando de Saladino, obtuvieron el control de Egipto. Cuando Nur al-Din falleció cinco años más tarde, Saladino le sucedió como gobernante del Estado islámico que se extendía desde el desierto de Libia hasta el valle del Tigris, y que rodeaba los estados cruzados que todavía existían por tres frentes. Después de una serie de crisis en la década de 1180, Saladino finalmente invadió el reino de Jerusalén con un enorme ejército en mayo de 1187. El 4 de julio derrotó de forma definitiva al ejército cristiano en Hattin (Galilea). Aunque el rey de Jerusalén, Gui de Lusignan, junto con alguno de sus nobles, se rindió y sobrevivió, todos los Caballeros Templarios y los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén fueron degollados en el campo de batalla o en sus proximidades. Saladino, tras esta victoria, se apoderó de la mayor parte de las fortalezas de los cruzados en el reino de Jerusalén, incluida esta ciudad, que se rindió el 2 de octubre. En ese momento la única gran ciudad que todavía poseían los cruzados era Tiro, en el Líbano.<br /><br />El 29 de octubre de 1187, el papa Gregorio VIII proclamó la tercera Cruzada. El entusiasmo de los europeos occidentales fue grande y a sus filas se apuntaron tres grandes monarcas: el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Federico I, el rey francés Felipe II Augusto y el monarca de Inglaterra Ricardo I Corazón de León. Estos reyes y sus numerosos seguidores constituyeron la fuerza cruzada más grande que había tenido lugar desde 1095, pero el resultado de todo este esfuerzo fue pobre. Federico murió en Anatolia mientras viajaba a Tierra Santa y la mayor parte de su ejército regresó a Alemania de forma inmediata a su muerte. Aunque tanto Felipe II como Ricardo I Corazón de León llegaron a Palestina con sus ejércitos intactos, fueron incapaces de reconquistar Jerusalén o buena parte de los antiguos territorios del reino latino. Lograron, sin embargo, arrancar del control de Saladino una serie de ciudades, incluida Acre (ahora en Israel), a lo largo de la costa mediterránea. Hacia el mes de octubre de 1192, cuando Ricardo I Corazón de León partió de Palestina, el reino latino había sido restablecido. Este segundo reino, mucho más reducido que el primero y considerablemente más débil tanto en lo militar como en lo político, perduró en condiciones precarias un siglo más.<br /><br /><strong>LAS ÚLTIMAS CRUZADAS<br /></strong><br />Las posteriores Cruzadas no obtuvieron los éxitos militares que había tenido la tercera Cruzada. La cuarta, que duró dos años, desde 1202 hasta 1204, estuvo plagada de dificultades financieras. En un esfuerzo para aliviarlas, los jefes cruzados acordaron atacar Constantinopla en concierto con los venecianos y aspirar al trono del Imperio bizantino. Los cruzados lograron tomar Constantinopla, que fue saqueada sin misericordia. El Imperio Latino de Constantinopla, creado así por esta Cruzada, sobrevivió hasta 1261, fecha en la que el emperador bizantino Miguel VIII Paleólogo retomó Constantinopla. Todo ello no contribuyó en nada a la defensa de Tierra Santa.<br /><br />En 1208, en un contexto y en un territorio muy distinto, el papa Inocencio III proclamó una Cruzada contra los albigenses, una secta religiosa, en el sur de Francia. La consiguiente Cruzada fue la primera que tuvo lugar en Europa occidental. Duró desde 1209 hasta 1229 y causó un gran derramamiento de sangre.<br /><br />La primera ofensiva de la quinta Cruzada (1217-1221) tenía como objetivo capturar el puerto egipcio de Damietta (Dumyat), lo cual consiguió en 1219. La estrategia posterior requería un ataque contra Egipto, la toma de El Cairo y otra campaña para asegurar el control de la península del Sinaí. Sin embargo, la ejecución de esta estrategia no obtuvo todos sus objetivos. El ataque contra El Cairo se abandonó cuando los refuerzos que había prometido el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Federico II, no se materializaron. En agosto de 1221 los cruzados se vieron obligados a rendir Damietta a los egipcios y en septiembre el ejército cristiano se dispersó.<br />Federico II<br /><br />La Cruzada que llevó a cabo el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Federico II se diferenció de las anteriores en su forma de enfocar la cuestión. Federico II había prometido dirigir una Cruzada en 1215 y renovó su compromiso en 1220, pero por razones políticas internas del Imperio estuvo posponiendo su salida. Bajo la amenaza de la excomunión del papa Gregorio IX, Federico y su ejército embarcaron finalmente en Italia en agosto de 1227, pero regresaron a puerto pocos días más tarde, cuando el emperador cayó enfermo. El papa, exasperado por otro retraso más, rápidamente excomulgó al emperador. Una vez recuperada su salud, Federico marchó a Tierra Santa en junio de 1228, como un cruzado anónimo, sin la protección de la Iglesia. Federico llegó a Acre, donde encontró que la mayor parte de su ejército se había dispersado. No obstante, no tenía intención de combatir si se podía recuperar Jerusalén mediante una negociación diplomática con el sultán egipcio Al-Kamil. Esas negociaciones dieron como resultado un tratado de paz por el cual los egipcios devolvían Jerusalén a los cruzados, que garantizó una tregua durante 10 años. A pesar de este éxito, Federico era esquivado por los líderes seglares de los estados latinos y por el clero, dado que estaba excomulgado. Al mismo tiempo, el papa proclamó otra cruzada, esta vez contra Federico; reclutó un ejército y procedió a atacar las posesiones italianas del emperador. Federico regresó a Europa en mayo de 1229 para hacer frente a esta amenaza.<br /><br /><strong>Luis IX<br /></strong><br />Transcurrieron casi 20 años entre la Cruzada de Federico y la siguiente gran expedición al Próximo Oriente, organizada y financiada por el rey Luis IX de Francia y motivada por la reconquista de Jerusalén por parte de los musulmanes en 1244. Luis pasó cuatro años haciendo cuidadosos planes y preparativos para su ambiciosa expedición. A finales de agosto de 1248, Luis y su ejército marcharon hasta la isla de Chipre, donde permanecieron todo el invierno y continuaron los preparativos. Siguiendo la misma estrategia que la quinta Cruzada, Luis y sus seguidores desembarcaron en Egipto, el 5 de junio de 1249, y al día siguiente tomaron Damietta. El siguiente paso en su campaña, el ataque a El Cairo en la primavera de 1250, acabó siendo una catástrofe. Los cruzados no pudieron mantener sus flancos, por lo que los egipcios retuvieron el control de los depósitos de agua a lo largo del Nilo. Los egipcios abrieron las esclusas, provocando inundaciones, que atraparon a todo el ejército cruzado, y Luis IX fue forzado a rendirse en abril de 1250. Tras pagar un enorme rescate y entregar Damietta, Luis marchó por mar a Palestina, donde pasó cuatro años edificando fortificaciones y consolidando las defensas del reino latino. En la primavera de 1254 regresó con su ejército a Francia.<br /><br />El rey Luis IX también organizó la última gran Cruzada, en 1270. En esta ocasión la respuesta de la nobleza francesa fue poco entusiasta y la expedición se dirigió contra la ciudad de Túnez y no contra Egipto. Acabó súbitamente cuando Luis murió en Túnez en el verano de 1270.<br /><br />Mientras tanto, las fortificaciones fronterizas que todavía le quedaban al Imperio Latino en Siria y Palestina se vieron sometidas a una presión incesante por parte de las fuerzas egipcias. Una a una, las ciudades y castillos de los estados cruzados cayeron en manos de los potentes ejércitos mamelucos. La última plaza fuerte, la ciudad de Acre, fue tomada el 18 de mayo de 1291 y los pobladores cruzados, junto con las órdenes militares de los Caballeros Templarios y los Caballeros Hospitalarios, buscaron refugio en Chipre. Alrededor de 1306, estos últimos se establecieron en la isla de Rodas, la cual administraron como un virtual Estado independiente y fue la última plaza fuerte en el Mediterráneo hasta su rendición a los turcos en 1522. En 1570, Chipre, por aquel entonces bajo la soberanía de Venecia, también fue conquistada por los turcos. Los otros estados latinos que se establecieron en Grecia como consecuencia de la cuarta Cruzada sobrevivieron hasta la mitad del siglo XV.<br /><br /><strong>CONSECUENCIAS DE LAS CRUZADAS<br /></strong><br />La expulsión de los latinos de Tierra Santa no puso fin a los esfuerzos de los cruzados, pero la respuesta de los reyes europeos y de la nobleza a nuevas convocatorias de Cruzadas fue débil, y las posteriores expediciones se llevaron a cabo sin ningún éxito. Dos siglos de Cruzadas habían dejado poca huella en Siria y Palestina, salvo numerosas iglesias, fortificaciones y una serie de impresionantes castillos, como los de Marqab, en la costa de Siria, Montreal, en la Transjordania, el krak de los Caballeros, cerca de Trípoli y Monfort, cerca de Haifa (Israel). Los efectos de las Cruzadas se dejaron sentir principalmente en Europa, no en el Próximo Oriente. Los cruzados habían apuntalado el comercio de las ciudades italianas, habían generado un interés por la exploración del Oriente y habían establecido mercados comerciales de duradera importancia. Los experimentos del Papado y de los monarcas europeos para obtener los recursos monetarios para financiar las Cruzadas condujeron al desarrollo de sistemas de impuestos directos de tipo general, que tuvieron consecuencias a largo plazo para la estructura fiscal de los estados europeos. Aunque los estados latinos en el Oriente tuvieron una corta vida, la experiencia de los cruzados estableció unos mecanismos que generaciones posteriores de europeos usarían y mejorarían, al colonizar los territorios descubiertos por los exploradores de los siglos XV y XVI.nathiithahttp://www.blogger.com/profile/09610179596849225277noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8515780712498668649.post-70359517645682024622009-06-25T17:26:00.001-07:002009-06-25T17:28:52.859-07:00EDAD MODERNA "RENACIMIENTO"Renacimiento, periodo de la historia europea caracterizado por un renovado interés por el pasado grecorromano clásico y especialmente por su arte. El renacimiento comenzó en Italia en el siglo XIV y se difundió por el resto de Europa durante los siglos XV y XVI. En este periodo, la fragmentaria sociedad feudal de la edad media, caracterizada por una economía básicamente agrícola y una vida cultural e intelectual dominada por la Iglesia, se transformó en una sociedad dominada progresivamente por instituciones políticas centralizadas, con una economía urbana y mercantil, en la que se desarrolló el mecenazgo de la educación, de las artes y de la música.<br /><br /><strong>CONTEXTO<br /></strong><br />El término ‘renacimiento’ lo utilizó por vez primera en 1855 el historiador francés Jules Michelet para referirse al “descubrimiento del mundo y del hombre” en el siglo XVI. El historiador suizo Jakob Burckhardt amplió este concepto en su obra La civilización del renacimiento italiano (1860), en la que delimitó el renacimiento al situarlo en el periodo comprendido entre el respectivo desarrollo artístico de los pintores Giotto y Miguel Ángel, y definió a esta época como el nacimiento de la humanidad y de la conciencia modernas tras un largo periodo de decadencia.<br /><br />La más reciente investigación ha puesto fin al concepto de la edad media como época oscura e inactiva y ha mostrado cómo el siglo previo al renacimiento estuvo lleno de logros. Gracias a los scriptoria (aulas dedicadas al estudio) de los monasterios medievales se conservaron copias de obras de autores latinos como Virgilio, Ovidio, Cicerón y Séneca. El sistema legal de la Europa moderna tuvo su origen en el desarrollo del Derecho civil y del Derecho canónico durante los siglos XII y XIII, y los pensadores renacentistas continuaron la tradición medieval de los estudios de gramática y retórica. En el campo de la teología, durante el renacimiento se continuaron las tradiciones medievales del escolasticismo y las establecidas por las obras de santo Tomás de Aquino, Juan Escoto y Guillermo de Ockham. El platonismo y el aristotelismo fueron cruciales para el pensamiento filosófico renacentista. Los avances en las disciplinas matemáticas (también en la astronomía) estaban en deuda con los precedentes medievales. Las escuelas de Salerno y Montpellier fueron destacados centros de estudios de medicina durante la edad media.<br /><strong><br />CARACTERÍSTICAS<br /></strong>El renacimiento italiano fue sobre todo un fenómeno urbano, un producto de las ciudades que florecieron en el centro y norte de Italia, como Florencia, Ferrara, Milán y Venecia, cuya riqueza financió los logros culturales renacentistas. Estas mismas ciudades no eran producto del renacimiento, sino del periodo de gran expansión económica y demográfica de los siglos XII y XIII. Los comerciantes medievales italianos desarrollaron técnicas mercantiles y financieras como la contabilidad o las letras de cambio. La creación de la deuda pública (concepto desconocido en épocas pasadas) permitió a esas ciudades financiar su expansión territorial mediante la conquista militar. Sus mercaderes controlaron el comercio y las finanzas europeas; esta fluida sociedad mercantil contrastaba claramente con la sociedad rural de la Europa medieval. Era una sociedad menos jerárquica y más preocupada por sus objetivos seculares.<br /><br /><strong>Ruptura con la tradición</strong><br /><br />Por supuesto, la edad media no acabó de forma repentina. No obstante, sería falso considerar la historia como una perpetua continuidad y, por tanto, al renacimiento como una mera continuación de la edad media. Una de las más significativas rupturas renacentistas con la tradición medieval se encuentra en el campo de la historia. Las obras Historiarum florentini populi libri XII (Doce libros de historias florentinas, 1420) de Leonardo Bruno, las Istorie fiorentine (Historias florentinas, 1525) de Nicolás Maquiavelo, Storia d´Italia (Historia de Italia, 1561-1564) de Francesco Guicciardini y Methodus ad facilem historiarum cognitionem (Método para facilitar el conocimiento de la historia, 1566) de Jean Bodin (Bodino), estaban escritas desde un punto de vista secular del tiempo y con una actitud crítica hacia las fuentes históricas. La historia se convirtió en una rama de la literatura más que de la teología; los historiadores renacentistas rechazaron la división medieval cristiana de la historia, que se iniciaba con la Creación, seguida por la encarnación de Jesús, para terminar con el posterior Juicio Final. La visión renacentista de la historia también constaba de tres partes: comenzaba con la antigüedad, continuaba con la edad media y se completaba con la edad de oro, o renacimiento, que acababa de iniciarse. Mientras que los eruditos medievales contemplaban con recelo el mundo pagano griego y romano creyendo que vivían en la última etapa histórica, previa al Juicio Final, sus colegas renacentistas exaltaban el mundo clásico, condenaban el medievo como una etapa ignorante y bárbara y proclamaban su propia era como la época de la luz y de regreso al clasicismo. Esta visión era expresada por muchos pensadores renacentistas que recibieron el nombre de humanistas.<br /><br />La idea renacentista del humanismo supuso otra ruptura cultural con la tradición medieval. Según el profesor estadounidense Paul Oscar Kristeller, este término, frecuentemente mal interpretado, significa la tendencia general del renacimiento a “conceder la mayor importancia a los estudios clásicos y a considerar la antigüedad clásica como la pauta común y el modelo a seguir en toda la actividad cultural”. Se estudiaron los textos clásicos y se enjuiciaron por sus propios valores; desde este momento ya no se utilizarían más para embellecer y justificar la civilización cristiana. El gran interés por la antigüedad tuvo su expresión en la febril y fructífera búsqueda de manuscritos clásicos; se redescubrieron los Diálogos de Platón, los textos históricos de Heródoto y Tucídides, las obras de los dramaturgos y poetas griegos, así como de los padres de la Iglesia, que se publicaron críticamente por primera vez. El estudio de la lengua griega se desarrolló en los siglos XV y XVI gracias a la emigración de eruditos bizantinos que, tras la caída de Constantinopla en manos del Imperio otomano en 1453, la enseñaron en Florencia, Ferrara y Milán. El estudio de la literatura antigua, de la historia y de la filosofía moral, aunque a veces degeneró en una imitación de los clásicos, tenía por objetivo crear seres humanos libres y civilizados, personas de gusto y juicio, ciudadanos, en definitiva, más que sacerdotes y monjes.<br /><br />La perfección del cuerpo humano mediante el entrenamiento físico, ideal que raramente se conoció en la edad media, se convirtió en uno de los objetivos de la educación renacentista. Los estudios humanísticos, junto a los grandes logros artísticos de la época, fueron fomentados y apoyados económicamente por grandes familias como los Medici en Florencia, los Este en Ferrara, los Sforza en Milán, los Gonzaga en Mantua, los duques de Urbino, los dogos en Venecia y el Papado en Roma.<br /><br /><strong>Las artes</strong><br /><br />La recuperación y estudio de los clásicos originó la aparición de nuevas disciplinas —filología clásica, arqueología, numismática y epigrafía— y afectó críticamente al desarrollo de las ya existentes. En el campo de las bellas artes la ruptura decisiva con la tradición medieval tuvo lugar en Florencia en torno a 1420, cuando el arte renacentista alcanzó el concepto científico de perspectiva lineal que hizo posible representar el espacio tridimensional de forma convincente en una superficie plana. Las obras del arquitecto Filippo Brunelleschi y del pintor Masaccio son deslumbrantes ejemplos del uso de esta técnica.<br /><br />Donatello, considerado fundador de la escultura moderna, esculpió una estatua de David, primer desnudo a tamaño natural desde la antigüedad. Desde mediados del siglo XV, las formas y temas clásicos volvieron a ser utilizados: los motivos mitológicos tomados de las fuentes literarias adornaron palacios, paredes, mobiliarios y vajillas; Pisanello retomó la antigua costumbre de acuñar medallas para conmemorar a eminentes figuras, como el político florentino Cosme de Medici; Piero della Francesca, Andrea Mantegna y Sandro Botticelli pintaron retratos de personajes de la nobleza, resaltando sus características individuales. Los ideales renacentistas de armonía y proporción culminaron en las obras de Rafael, Leonardo da Vinci y Miguel Ángel durante el siglo XVI.<br /><br /><strong>Ciencia y tecnología<br /></strong><br />También se hicieron progresos en medicina y anatomía, especialmente tras la traducción, en los siglos XV y XVI, de numerosos trabajos de Hipócrates y Galeno; también fueron traducidos en el siglo XVI algunos de los más avanzados tratados griegos sobre matemáticas. Entre los avances realizados destacaron la solución de ecuaciones cúbicas y la innovadora astronomía de Nicolás Copérnico, Tycho Brahe y Johannes Kepler. A finales del siglo XVI, Galileo ya había dado un paso fundamental al aplicar modelos matemáticos a la física. La geografía se transformó gracias a los conocimientos empíricos adquiridos a través de las exploraciones y los descubrimientos de nuevos continentes y por las primeras traducciones de las obras de Tolomeo y Estrabón.<br /><br />En el campo de la tecnología, la invención de la imprenta en el siglo XV revolucionó la difusión de los conocimientos. La imprenta incrementó el número de ejemplares, ofreció a los eruditos textos idénticos con los que trabajar y convirtió el trabajo intelectual en una labor colectiva. El uso de la pólvora transformó las tácticas militares entre los años 1450 y 1550, favoreciendo el desarrollo de la artillería, que mostró sus efectos devastadores contra los muros de piedra de castillos y ciudades. El ejército medieval, encabezado por la caballería y apoyado por arqueros, fue reemplazado progresivamente por la infantería, provista de armas de fuego y picas; tales fuerzas formaron los primeros ejércitos permanentes de Europa.<br /><br /><strong>Política </strong><br /><br />En el campo del derecho, se tendió a sustituir el abstracto método dialéctico de los juristas medievales por una interpretación filológica e histórica de las fuentes del Derecho romano. Por lo que respecta al pensamiento político, los teóricos renacentistas recusaron, pero no anularon, la proposición medieval de que la preservación de la libertad, del derecho y de la justicia constituía el objetivo fundamental de la vida política. Los renacentistas aseveraron que la misión central del gobernante era mantener la seguridad y la paz. Maquiavelo sostenía que la virtú (la fuerza creativa) del gobernante era la clave para el mantenimiento de su propia posición y el bienestar de sus súbditos, idea consonante con la política de la época.<br /><br />Durante el renacimiento, las ciudades italianas se convirtieron en estados territoriales que buscaban expandirse a costa de otros. La unificación territorial tuvo lugar también en España, Francia e Inglaterra, lo que condujo a la formación del Estado nacional moderno. Este proceso contó con la ayuda de la moderna diplomacia, configurada, al tiempo que las nuevas tácticas militares, cuando las ciudades-estado italianas establecieron embajadas permanentes en cortes extranjeras. En el siglo XVI la institución de la embajada estable se hallaba extendida por el norte del continente, en Francia, Inglaterra y en el Sacro Imperio Romano Germánico.<br /><br /><strong>Religión<br /></strong><br />El clero renacentista, particularmente su más alta jerarquía, ajustó su comportamiento a la ética y costumbres de la sociedad laica. Las actividades de los papas, cardenales y obispos apenas se diferenciaban de las usuales entre los mercaderes y políticos de la época. Al mismo tiempo, la cristiandad se mantuvo como un elemento vital y esencial de la cultura renacentista. Predicadores como san Bernardino de Siena y teólogos o prelados como San Antonino de Florencia, gozaron de gran prestigio y fueron venerados. Además muchos humanistas se preocuparon por cuestiones teológicas y aplicaron los nuevos conocimientos filológicos e históricos para estudiar e interpretar a los padres de la Iglesia. El acercamiento humanista a la teología y a las Escrituras se puede observar desde el erudito y poeta italiano Petrarca hasta el holandés Erasmo de Rotterdam, lo que tuvo un poderoso impacto sobre los católicos y protestantes.nathiithahttp://www.blogger.com/profile/09610179596849225277noreply@blogger.com15tag:blogger.com,1999:blog-8515780712498668649.post-69086220772871754312009-06-25T17:20:00.000-07:002009-06-25T17:26:04.633-07:00CAPITALISMO<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhA7tDuloZcI1n4CPzN6DxYxju0TJ6_7qUUi3zbjlZWA1EqPJwCJXsW6-EUFeDXlAbGNCMKmEYpv_Pp1woqPlSp5T8DxC94VhwGvvcIGYb1PmKBmOdUdv48ulhh6Qqh4JaOMqx2qdT1lnUb/s1600-h/untitled.bmp"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5351425931263491138" style="FLOAT: right; MARGIN: 0px 0px 10px 10px; WIDTH: 318px; CURSOR: hand; HEIGHT: 320px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhA7tDuloZcI1n4CPzN6DxYxju0TJ6_7qUUi3zbjlZWA1EqPJwCJXsW6-EUFeDXlAbGNCMKmEYpv_Pp1woqPlSp5T8DxC94VhwGvvcIGYb1PmKBmOdUdv48ulhh6Qqh4JaOMqx2qdT1lnUb/s320/untitled.bmp" border="0" /></a> Capitalismo, sistema económico en el que los individuos privados y las empresas de negocios llevan a cabo la producción y el intercambio de bienes y servicios mediante complejas transacciones en las que intervienen los precios y los mercados. Aunque tiene sus orígenes en la antigüedad, el desarrollo del capitalismo es un fenómeno europeo; fue evolucionando en distintas etapas, hasta considerarse establecido en la segunda mitad del siglo XIX. Desde Europa, y en concreto desde Inglaterra, el sistema capitalista se fue extendiendo a todo el mundo, siendo el sistema socioeconómico casi exclusivo en el ámbito mundial hasta el estallido de la I Guerra Mundial, tras la cual se estableció un nuevo sistema socioeconómico, el comunismo, que se convirtió en el opuesto al capitalista.<br />El término kapitalism fue acuñado a mediados del siglo XIX por el economista alemán Karl Marx. Otras expresiones sinónimas de capitalismo son sistema de libre empresa y economía de mercado, que se utilizan para referirse a aquellos sistemas socioeconómicos no comunistas. Algunas veces se utiliza el término economía mixta para describir el sistema capitalista con intervención del sector público que predomina en casi todas las economías de los países industrializados.<br />Se puede decir que, de existir un fundador del sistema capitalista, éste es el filósofo escocés Adam Smith, que fue el primero en describir los principios económicos básicos que definen al capitalismo. En su obra clásica Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones (1776), Smith intentó demostrar que era posible buscar la ganancia personal de forma que no sólo se pudiera alcanzar el objetivo individual sino también la mejora de la sociedad. Los intereses sociales radican en lograr el máximo nivel de producción de los bienes que la gente desea poseer. Con una frase que se ha hecho famosa, Smith decía que la combinación del interés personal, la propiedad y la competencia entre vendedores en el mercado llevaría a los productores, 'gracias a una mano invisible', a alcanzar un objetivo que no habían buscado de manera consciente: el bienestar de la sociedad.<br /><br /><strong>CARACTERÍSTICAS DEL CAPITALISMO<br /></strong><br />A lo largo de su historia, pero sobre todo durante su auge en la segunda mitad del siglo XIX, el capitalismo tuvo una serie de características básicas. En primer lugar, los medios de producción —tierra y capital— son de propiedad privada. En este contexto el capital se refiere a los edificios, la maquinaria y otras herramientas utilizadas para producir bienes y servicios destinados al consumo. En segundo lugar, la actividad económica aparece organizada y coordinada por la interacción entre compradores y vendedores (o productores) que se produce en los mercados. En tercer lugar, tanto los propietarios de la tierra y el capital como los trabajadores, son libres y buscan maximizar su bienestar, por lo que intentan sacar el mayor partido posible de sus recursos y del trabajo que utilizan para producir; los consumidores pueden gastar como y cuando quieran sus ingresos para obtener la mayor satisfacción posible. Este principio, que se denomina soberanía del consumidor, refleja que, en un sistema capitalista, los productores se verán obligados, debido a la competencia, a utilizar sus recursos de forma que puedan satisfacer la demanda de los consumidores; el interés personal y la búsqueda de beneficios les lleva a seguir esta estrategia. En cuarto lugar, bajo el sistema capitalista el control del sector privado por parte del sector público debe ser mínimo; se considera que si existe competencia, la actividad económica se controlará a sí misma; la actividad del gobierno sólo es necesaria para gestionar la defensa nacional, hacer respetar la propiedad privada y garantizar el cumplimiento de los contratos. Esta visión decimonónica del papel del Estado en el sistema capitalista ha cambiado mucho durante el siglo XX.<br /><br /><strong>ORÍGENES </strong><br /><br />Tanto los mercaderes como el comercio existen desde que existe la civilización, pero el capitalismo como sistema económico no apareció hasta el siglo XIII en Europa sustituyendo al feudalismo. Según Adam Smith, los seres humanos siempre han tenido una fuerte tendencia a 'realizar trueques, cambios e intercambios de unas cosas por otras'. Este impulso natural hacia el comercio y el intercambio fue acentuado y fomentado por las Cruzadas que se organizaron en Europa occidental desde el siglo XI hasta el siglo XIII. Las grandes travesías y expediciones de los siglos XV y XVI reforzaron estas tendencias y fomentaron el comercio, sobre todo tras el descubrimiento del Nuevo Mundo y la entrada en Europa de ingentes cantidades de metales preciosos provenientes de aquellas tierras. El orden económico resultante de estos acontecimientos fue un sistema en el que predominaba lo comercial o mercantil, es decir, cuyo objetivo principal consistía en intercambiar bienes y no en producirlos. La importancia de la producción no se hizo patente hasta la Revolución industrial que tuvo lugar en el siglo XIX.<br /><br />Sin embargo, ya antes del inicio de la industrialización había aparecido una de las figuras más características del capitalismo, el empresario, que es, según Schumpeter, el individuo que asume riesgos económicos. Un elemento clave del capitalismo es la iniciación de una actividad con el fin de obtener beneficios en el futuro; puesto que éste es desconocido, tanto la posibilidad de obtener ganancias como el riesgo de incurrir en pérdidas son dos resultados posibles, por lo que el papel del empresario consiste en asumir el riesgo de tener pérdidas.<br /><br />El camino hacia el capitalismo a partir del siglo XIII fue allanado gracias a la filosofía del renacimiento y de la Reforma. Estos movimientos cambiaron de forma drástica la sociedad, facilitando la aparición de los modernos Estados nacionales que proporcionaron las condiciones necesarias para el crecimiento y desarrollo del capitalismo. Este crecimiento fue posible gracias a la acumulación del excedente económico que generaba el empresario privado y a la reinversión de este excedente para generar mayor crecimiento.<br /><strong><br />MERCANTILISMO</strong><br /><br />Desde el siglo XV hasta el siglo XVIII, cuando aparecieron los modernos Estados nacionales, el capitalismo no sólo tenía una faceta comercial, sino que también dio lugar a una nueva forma de comerciar, denominada mercantilismo. Esta línea de pensamiento económico, este nuevo capitalismo, alcanzó su máximo desarrollo en Inglaterra y Francia.<br /><br />El sistema mercantilista se basaba en la propiedad privada y en la utilización de los mercados como forma de organizar la actividad económica. A diferencia del capitalismo de Adam Smith, el objetivo fundamental del mercantilismo consistía en maximizar el interés del Estado soberano, y no el de los propietarios de los recursos económicos fortaleciendo así la estructura del naciente Estado nacional. Con este fin, el gobierno ejercía un control de la producción, del comercio y del consumo.<br /><br />La principal característica del mercantilismo era la preocupación por acumular riqueza nacional, materializándose ésta en las reservas de oro y plata que tuviera un Estado. Dado que los países no tenían grandes reservas naturales de estos metales preciosos, la única forma de acumularlos era a través del comercio. Esto suponía favorecer una balanza comercial positiva o, lo que es lo mismo, que las exportaciones superaran en volumen y valor a las importaciones, ya que los pagos internacionales se realizaban con oro y plata. Los Estados mercantilistas intentaban mantener salarios bajos para desincentivar las importaciones, fomentar las exportaciones y aumentar la entrada de oro.<br /><br />Más tarde, algunos teóricos de la economía como David Hume comprendieron que la riqueza de una nación no se asentaba en la cantidad de metales preciosos que tuviese almacenada, sino en su capacidad productiva. Se dieron cuenta que la entrada de oro y plata elevaría el nivel de actividad económica, lo que permitiría a los Estados aumentar su recaudación impositiva, pero también supondría un aumento del dinero en circulación, y por tanto mayor inflación, lo que reduciría su capacidad exportadora y haría más baratas las importaciones por lo que, al final del proceso, saldrían metales preciosos del país. Sin embargo, pocos gobiernos mercantilistas comprendieron la importancia de este mecanismo.<br /><br /><strong>INICIOS DEL CAPITALISMO MODERNO<br /></strong><br />Dos acontecimientos propiciaron la aparición del capitalismo moderno; los dos se produjeron durante la segunda mitad del siglo XVIII. El primero fue la aparición en Francia de los fisiócratas desde mediados de este siglo; el segundo fue la publicación de las ideas de Adam Smith sobre la teoría y práctica del mercantilismo.<br /><br /><strong>Los fisiócratas</strong><br /><br />El término fisiocracia se aplica a una escuela de pensamiento económico que sugería que en economía existía un orden natural que no requiere la intervención del Estado para mejorar las condiciones de vida de las personas. La figura más destacada de la fisiocracia fue el economista francés François Quesnay, que definió los principios básicos de esta escuela de pensamiento en Tableau économique (Cuadro económico, 1758), un diagrama en el que explicaba los flujos de dinero y de bienes que constituyen el núcleo básico de una economía. Simplificando, los fisiócratas pensaban que estos flujos eran circulares y se retroalimentaban. Sin embargo la idea más importante de los fisiócratas era su división de la sociedad en tres clases: una clase productiva formada por los agricultores, los pescadores y los mineros, que constituían el 50% de la población; la clase propietaria, o clase estéril, formada por los terratenientes, que representaban la cuarta parte, y los artesanos, que constituían el resto.<br /><br />La importancia del Tableau de Quesnay radicaba en su idea de que sólo la clase agrícola era capaz de producir un excedente económico, o producto neto. El Estado podía utilizar este excedente para aumentar el flujo de bienes y de dinero o podía cobrar impuestos para financiar sus gastos. El resto de las actividades, como las manufacturas, eran consideradas estériles porque no creaban riqueza sino que sólo transformaban los productos de la clase productiva. (El confucianismo ortodoxo chino tenía principios parecidos a estas ideas). Este principio fisiocrático era contrario a las ideas mercantilistas. Si la industria no crea riqueza, es inútil que el Estado intente aumentar la riqueza de la sociedad dirigiendo y regulando la actividad económica.<br /><br /><strong>La doctrina de Adam Smith<br /></strong><br />Las ideas de Adam Smith no sólo fueron un tratado sistemático de economía; fueron un ataque frontal a la doctrina mercantilista. Al igual que los fisiócratas, Smith intentaba demostrar la existencia de un orden económico natural, que funcionaría con más eficacia cuanto menos interviniese el Estado. Sin embargo, a diferencia de aquéllos, Smith no pensaba que la industria no fuera productiva, o que el sector agrícola era el único capaz de crear un excedente económico; por el contrario, consideraba que la división del trabajo y la ampliación de los mercados abrían posibilidades ilimitadas para que la sociedad aumentara su riqueza y su bienestar mediante la producción especializada y el comercio entre las naciones.<br /><br />Así pues, tanto los fisiócratas como Smith ayudaron a extender las ideas de que los poderes económicos de los Estados debían ser reducidos y de que existía un orden natural aplicable a la economía. Sin embargo fue Smith más que los fisiócratas, quien abrió el camino de la industrialización y de la aparición del capitalismo moderno en el siglo XIX.<br /><br /><strong>LA INDUSTRIALIZACIÓN</strong><br /><br />Las ideas de Smith y de los fisiócratas crearon la base ideológica e intelectual que favoreció el inicio de la Revolución industrial, término que sintetiza las transformaciones económicas y sociales que se produjeron durante el siglo XIX. Se considera que el origen de estos cambios se produjo a finales del siglo XVIII en Gran Bretaña.<br /><br />La característica fundamental del proceso de industrialización fue la introducción de la mecánica y de las máquinas de vapor para reemplazar la tracción animal y humana en la producción de bienes y servicios; esta mecanización del proceso productivo supuso una serie de cambios fundamentales: el proceso de producción se fue especializando y concentrando en grandes centros denominados fábricas; los artesanos y las pequeñas tiendas del siglo XVIII no desaparecieron pero fueron relegados como actividades marginales; surgió una nueva clase trabajadora que no era propietaria de los medios de producción por lo que ofrecían trabajo a cambio de un salario monetario; la aplicación de máquinas de vapor al proceso productivo provocó un espectacular aumento de la producción con menos costes. La consecuencia última fue el aumento del nivel de vida en todos los países en los que se produjo este proceso a lo largo del siglo XIX.<br /><br />El desarrollo del capitalismo industrial tuvo importantes costes sociales. Al principio, la industrialización se caracterizó por las inhumanas condiciones de trabajo de la clase trabajadora. La explotación infantil, las jornadas laborales de 16 y 18 horas, y la insalubridad y peligrosidad de las fábricas eran circunstancias comunes. Estas condiciones llevaron a que surgieran numerosos críticos del sistema que defendían distintos sistemas de propiedad comunitaria o socializado; son los llamados socialistas utópicos. Sin embargo, el primero en desarrollar una teoría coherente fue Karl Marx, que pasó la mayor parte de su vida en Inglaterra, país precursor del proceso de industrialización, y autor de Das Kapital (El capital, 3 volúmenes, 1867-1894). La obra de Marx, base intelectual de los sistemas comunistas que predominaron en la antigua Unión Soviética, atacaba el principio fundamental del capitalismo: la propiedad privada de los medios de producción. Marx pensaba que la tierra y el capital debían pertenecer a la comunidad y que los productos del sistema debían distribuirse en función de las distintas necesidades.<br /><br />Con el capitalismo aparecieron los ciclos económicos: periodos de expansión y prosperidad seguidos de recesiones y depresiones económicas que se caracterizan por la discriminación de la actividad productiva y el aumento del desempleo. Los economistas clásicos que siguieron las ideas de Adam Smith no podían explicar estos altibajos de la actividad económica y consideraban que era el precio inevitable que había que pagar por el progreso que permitía el desarrollo capitalista. Las críticas marxistas y las frecuentes depresiones económicas que se sucedían en los principales países capitalistas ayudaron a la creación de movimientos sindicales que luchaban para lograr aumentos salariales, disminución de la jornada laboral y mejores condiciones laborales.<br /><br />A finales del siglo XIX, sobre todo en Estados Unidos, empezaron a aparecer grandes corporaciones de responsabilidad limitada que tenían un enorme poder financiero. La tendencia hacia el control corporativo del proceso productivo llevó a la creación de acuerdos entre empresas, monopolios o trusts que permitían el control de toda una industria. Las restricciones al comercio que suponían estas asociaciones entre grandes corporaciones provocó la aparición, por primera vez en Estados Unidos, y más tarde en todos los demás países capitalistas, de una legislación antitrusts, que intentaba impedir la formación de trusts que formalizaran monopolios e impidieran la competencia en las industrias y en el comercio. Las leyes antitrusts no consiguieron restablecer la competencia perfecta caracterizada por muchos pequeños productores con la que soñaba Adam Smith, pero impidió la creación de grandes monopolios que limitaran el libre comercio.<br /><br />A pesar de estas dificultades iniciales, el capitalismo siguió creciendo y prosperando casi sin restricciones a lo largo del siglo XIX. Logró hacerlo así porque demostró una enorme capacidad para crear riqueza y para mejorar el nivel de vida de casi toda la población. A finales del siglo XIX, el capitalismo era el principal sistema socioeconómico mundial.<br /><br /><strong>EL CAPITALISMO EN EL SIGLO XX<br /></strong><br />Durante casi todo el siglo XX, el capitalismo ha tenido que hacer frente a numerosas guerras, revoluciones y depresiones económicas. La I Guerra Mundial provocó el estallido de la revolución en Rusia. La guerra también fomentó el nacionalsocialismo en Alemania, una perversa combinación de capitalismo y socialismo de Estado, reunidos en un régimen cuya violencia y ansias de expansión provocaron un segundo conflicto bélico a escala mundial. A finales de la II Guerra Mundial, los sistemas económicos comunistas se extendieron por China y por toda Europa oriental. Sin embargo, al finalizar la Guerra fría, a finales de la década de 1980, los países del bloque soviético empezaron a adoptar sistemas de libre mercado, aunque con resultados ambiguos. China es el único gran país que sigue teniendo un régimen marxista, aunque se empezaron a desarrollar medidas de liberalización y a abrir algunos mercados a la competencia exterior. Muchos países en vías de desarrollo, con tendencias marxistas cuando lograron su independencia, se tornan ahora hacia sistemas económicos más o menos capitalistas, en búsqueda de soluciones para sus problemas económicos.<br /><br />En las democracias industrializadas de Europa y Estados Unidos, la mayor prueba que tuvo que superar el capitalismo se produjo a partir de la década de 1930. La Gran Depresión fue, sin duda, la más dura crisis a la que se enfrentó el capitalismo desde sus inicios en el siglo XVIII. Sin embargo, y a pesar de las predicciones de Marx, los países capitalistas no se vieron envueltos en grandes revoluciones. Por el contrario, al superar el desafío que representó esta crisis, el sistema capitalista mostró una enorme capacidad de adaptación y de supervivencia. No obstante, a partir de ella, los gobiernos democráticos empezaron a intervenir en sus economías para mitigar los inconvenientes y las injusticias que crea el capitalismo.<br /><br />Así, en Estados Unidos el New Deal de Franklin D. Roosevelt reestructuró el sistema financiero para evitar que se repitiesen los movimientos especulativos que provocaron el crack de Wall Street en 1929. Se emprendieron acciones para fomentar la negociación colectiva y crear movimientos sociales de trabajadores que dificultaran la concentración del poder económico en unas pocas grandes corporaciones industriales. El desarrollo del Estado del bienestar se consiguió gracias al sistema de la Seguridad Social y a la creación del seguro de desempleo, que pretendían proteger a las personas de las ineficiencias económicas inherentes al sistema capitalista.<br /><br />El acontecimiento más importante de la historia reciente del capitalismo fue la publicación de la obra de John Maynard Keynes, La teoría general del empleo, el interés y el dinero (1936). Al igual que las ideas de Adam Smith en el siglo XVIII, el pensamiento de Keynes modificó en lo más profundo las ideas capitalistas, creándose una nueva escuela de pensamiento económico denominada keynesianismo.<br /><br />Keynes demostró que un gobierno puede utilizar su poder económico, su capacidad de gasto, sus impuestos y el control de la oferta monetaria para paliar, e incluso en ocasiones eliminar, el mayor inconveniente del capitalismo: los ciclos de expansión y depresión. Según Keynes, durante una depresión económica el gobierno debe aumentar el gasto público, aun a costa de incurrir en déficit presupuestarios, para compensar la caída del gasto privado. En una etapa de expansión económica, la reacción debe ser la contraria si la expansión está provocando movimientos especulativos e inflacionistas.<br /><br /><strong>PREVISIONES DE FUTURO</strong><br /><br />Durante los 25 años posteriores a la II Guerra Mundial, la combinación de las ideas keynesianas con el capitalismo generaron una enorme expansión económica. Todos los países capitalistas, también aquéllos que perdieron la guerra, lograron un crecimiento constante, con bajas tasas de inflación y crecientes niveles de vida. Sin embargo a principios de la década de 1960 la inflación y el desempleo empezaron a crecer en todas las economías capitalistas, en las que las fórmulas keynesianas habían dejado de funcionar. La menor oferta de energía y los crecientes costos de la misma (en especial del petróleo) fueron las principales causas de este cambio. Aparecieron nuevas demandas, como por ejemplo la exigencia de limitar la contaminación medioambiental, fomentar la igualdad de oportunidades y salarial para las mujeres y las minorías, y la exigencia de indemnizaciones por daños causados por productos en mal estado o por accidentes laborales. Al mismo tiempo el gasto en materia social de los gobiernos seguía creciendo, así como la mayor intervención de éstos en la economía.<br /><br />Es necesario enmarcar esta situación en la perspectiva histórica del capitalismo, destacando su enorme versatilidad y flexibilidad. Los acontecimientos ocurridos en este siglo, sobre todo desde la Gran Depresión, muestran que el capitalismo de economía mixta o del Estado del bienestar ha logrado afianzarse en la economía, consiguiendo evitar que las grandes recesiones económicas puedan prolongarse y crear una crisis tan grave como la de la década de 1930. Esto ya es un gran logro y se ha podido alcanzar sin limitar las libertades personales ni las libertades políticas que caracterizan a una democracia.<br /><br />La inflación de la década de 1970 se redujo a principios de la década de 1980, gracias a dos hechos importantes. En primer lugar, las políticas monetarias y fiscales restrictivas de 1981-1982 provocaron una fuerte recesión en Estados Unidos, Europa Occidental y el Sureste asiático. El desempleo aumentó, pero la inflación se redujo. En segundo lugar, los precios de la energía cayeron al reducirse el consumo mundial de petróleo. Mediada la década, casi todos las economías occidentales se habían recuperado de la recesión. La reacción ante el keynesianismo se tradujo en un giro hacia políticas monetaristas con privatizaciones y otras medidas tendentes a reducir el tamaño del sector público. Las crisis bursátiles de 1987 marcaron el principio de un periodo de inestabilidad financiera. El crecimiento económico se ralentizó y muchos países en los que la deuda pública, la de las empresas y la de los individuos habían alcanzado niveles sin precedente, entraron en una profunda crisis con grandes tasas de desempleo a principios de la década de 1990. La recuperación empezó a mitad de esta década, aunque los niveles de desempleo siguen siendo elevados, pero se mantiene una política de cautela a la vista de los excesos de la década anterior.<br /><br />El principal objetivo de los países capitalistas consiste en garantizar un alto nivel de empleo al tiempo que se pretende mantener la estabilidad de los precios. Es, sin duda, un objetivo muy ambicioso pero, a la vista de la flexibilidad del sistema capitalista, no sólo resulta razonable sino, también, asequible.nathiithahttp://www.blogger.com/profile/09610179596849225277noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8515780712498668649.post-75012220752537442912009-06-25T17:17:00.002-07:002009-06-25T17:20:50.049-07:00MARTIN LUTERO<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi6V8Xg0Gl6GDVMqTjSgIeSs2OK7aI1d817Zb7jau0FU_U30awIFtbRfgT9qVwUUXXK_SGaivN_GmJMlGoMoZvLJngQ3pTj8wQe8F5FQPSWwMpB_Rjeh8ZKtb_J2hIVWElaE0um10yj5vV1/s1600-h/Martin_Luther.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5351424600660141394" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; WIDTH: 219px; CURSOR: hand; HEIGHT: 320px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi6V8Xg0Gl6GDVMqTjSgIeSs2OK7aI1d817Zb7jau0FU_U30awIFtbRfgT9qVwUUXXK_SGaivN_GmJMlGoMoZvLJngQ3pTj8wQe8F5FQPSWwMpB_Rjeh8ZKtb_J2hIVWElaE0um10yj5vV1/s320/Martin_Luther.jpg" border="0" /></a> Martín Lutero (1483-1546), teólogo y reformador religioso alemán, iniciador de la Reforma protestante. Figura crucial de la edad moderna en Europa, la influencia del conjunto de sus teorías y doctrinas (que suele ser denominado luteranismo) se extendió, más allá de la religión, a la política, la economía, la educación, la filosofía, el lenguaje, la música y otros espacios de la cultura.<br /><br /><br /><strong>INFANCIA Y JUVENTUD<br /></strong><br />Nació en Eisleben el 10 de noviembre de 1483, descendiente de campesinos, hecho en el que siempre insistió. Su padre, Hans Lutero, trabajó en las minas de cobre de Mansfeld. Recibió una sólida educación en Mansfeld, Magdeburgo y Eisenach. En 1501, a los 17 años de edad, ingresó en la Universidad de Erfurt, donde se licenció en 1502 y doctoró en 1505. Después quiso estudiar Derecho, como su padre deseaba, pero en el verano de 1505 abandonó de pronto sus estudios, vendió sus libros e ingresó en el monasterio de los agustinos de Erfurt, decisión que sorprendió a sus amigos y consternó a sus padres. Más tarde lo explicó recordando que por entonces tuvo varios encuentros con la muerte que le hicieron sentir la fugacidad de la vida. En el monasterio cumplió las reglas impuestas para el noviciado pero no encontró la paz de Dios que esperaba. En el otoño de 1506 profesó como monje y un año después se ordenó sacerdote.<br /><br />Con el propósito de estudiar teología para ocupar una cátedra en una de las muchas universidades alemanas regidas por los monjes, su amigo y consejero Johann von Staupitz, vicario general de los agustinos, le asignó en 1508 un curso introductorio de filosofía moral en la nueva Universidad de Wittenberg (fundada en 1502). En 1509 se licenció en teología y volvió a Erfurt, donde impartió clases y estudió (1509-1511). En noviembre de 1510 visitó Roma en representación de siete monasterios agustinos y cumplió los deberes religiosos acostumbrados para un visitante piadoso, pero la mundanidad del clero romano le indignó. Al poco tiempo de reanudar sus deberes en Erfurt, fue enviado a Wittenberg para estudiar el doctorado de teología. En 1512 se doctoró y asumió la cátedra de Teología Bíblica que conservó hasta su muerte.<br /><br />Lutero fue un predicador, profesor y administrador muy activo. Sus estudios del Nuevo Testamento para preparar sus clases le llevaron a creer que los cristianos se salvan, no por sus propios esfuerzos o méritos, sino por el don de la gracia de Dios, que ellos aceptan por la fe. Aunque los eruditos no se ponen de acuerdo en cuanto a la fecha exacta y el lugar en que Lutero llegó a estas conclusiones, el acontecimiento, crucial en la vida de Lutero, lo hizo enfrentarse contra algunos de los principios fundamentales de la Iglesia católica.<br /><strong><br />COMIENZOS DE LA REFORMA</strong><br /><br />El 31 de octubre de 1517 Lutero se convirtió en controvertida figura pública al exponer en el pórtico de la iglesia de Todos los Santos de Wittenberg (algunos estudiosos dudan sobre si éste fue el lugar exacto) sus 95 Tesis o proposiciones escritas en latín contra la venta de indulgencias (remisión, mediante un pago, de los castigos temporales impuestos por la comisión de los pecados) para la gran obra de los papas Julio II y León X: la construcción de la basílica de San Pedro en Roma. Al margen de cómo se hicieron públicas sus proposiciones, causaron una gran conmoción y fueron traducidas de inmediato al alemán, logrando una amplísima difusión. Lutero defendió con energía sus opiniones en debates universitarios públicos en Wittenberg y en otras ciudades, provocando una investigación por parte de la Iglesia romana que culminó con la condena de sus enseñanzas (15 de junio de 1520) y con su excomunión (3 de enero de 1521) por el papa León X. En abril de 1521 fue convocado ante el emperador Carlos V en la Dieta de Worms y se le pidió que se retractase ante las autoridades seculares y eclesiásticas allí reunidas. Se negó, asegurando que para hacerlo tendrían que refutar sus teorías con las Escrituras y la razón y que no es conveniente ir contra la conciencia. Su famosa declaración: “Aquí estoy, no puedo hacer otra cosa”, quizá no sea más que una leyenda. El emperador condenó a Lutero, pero el elector de Sajonia, Federico el Sabio, lo recluyó en su castillo de Wartburg, donde Lutero emprendió su traducción del Nuevo Testamento del original griego al alemán, una contribución fundamental al desarrollo de la lengua alemana. Los desórdenes provocados en Wittenberg por sus seguidores más extremistas le obligaron a volver a la ciudad, en marzo de 1521, para restablecer la paz por medio de numerosos sermones.<br /><br /><strong>LAS GUERRAS CAMPESINAS<br /></strong><br />Lutero continuó enseñando y escribiendo en Wittenberg, pero pronto se vio envuelto en las disputas que rodearon a las denominadas Guerras Campesinas (1524-1526). Los líderes de dicha revuelta, sobre todo Thomas Münzer (fundador de la secta de los anabaptistas), justificaron sus demandas basándose, de forma errónea, en los escritos de Lutero y aunque éste apoyó muchas de sus aspiraciones políticas, consideró erróneos sus argumentos teológicos. Cuando los campesinos recurrieron a la violencia, los denunció y apoyó los esfuerzos de los príncipes por restablecer el orden. Más tarde repudió la dureza y la política vengativa adoptada por los nobles y su actitud hacia la guerra le hizo perder muchos amigos y seguidores. En 1525, en medio de esta controversia, contrajo matrimonio con Catalina de Bora, una antigua monja. El matrimonio fue feliz y su mujer se convirtió en una colaboradora importante durante el resto de su vida. Después de articular su teología básica en sus primeros escritos De la libertad del cristiano (1519), Manifiesto a la nobleza cristiana de la nación alemana (1520), La cautividad de Babilonia (1520), De la esclavitud del arbitrio (1525) publicó su libro más famoso, Pequeño catecismo (1529). Entre 1955 y 1976 se ha publicado la edición moderna de las obras de Lutero, que ocupa 54 volúmenes. Su Pequeño catecismo explica en un lenguaje sencillo y rico la teología de la Reforma evangélica comentando brevemente, en forma de preguntas y respuestas, temas tales como los Diez Mandamientos, el credo apostólico, el Padrenuestro, el bautismo y la eucaristía. Al prohibírsele asistir a la Dieta de Augsburgo por estar excomulgado, Lutero delegó la defensa de los reformadores, formulada en la Confesión de Augsburgo (1530), en su colega y amigo, el humanista Philip Melanchthon. En 1532 terminó su traducción del Antiguo Testamento. Mientras tanto, su influencia se extendió por el norte y el este de Europa, y su prestigio contribuyó a que Wittenberg se convirtiera en un centro intelectual. Su defensa de la independencia de los gobernantes respecto a la supervisión eclesiástica le ganó el apoyo de muchos príncipes, aunque después se interpretó de manera contraria a su intención original.<br /><br /><strong>ÚLTIMOS AÑOS<br /></strong><br />En 1537 la salud de Lutero empezó a deteriorarse. Preocupado por el resurgimiento del Papado y por lo que interpretó como un intento de los judíos de aprovechar la confusión surgida entre los cristianos para reabrir la cuestión del mesianismo de Jesús, se sintió responsable de semejante estado de cosas y escribió una violenta invectiva contra los judíos y otra contra el Papado y la facción más radical de los reformadores, los anabaptistas. En 1546 se solicitó su mediación en un conflicto surgido entre los dos condes que gobernaban en Mansfeld. Viejo y enfermo, acudió, resolvió el litigio y murió el 18 de febrero de 1546 en Eisleben.<br /><br /><strong>TEOLOGÍA<br /></strong><br />Lutero no fue un teólogo a la usanza clásica, pero la sutilidad y complejidad de su obra, inspirada en su estudio riguroso del Nuevo Testamento y en el gran teólogo del siglo IV san Agustín de Hipona, ejerció una influencia muy importante.<br /><br /><strong>Ley y Evangelio<br /></strong><br />Lutero sostuvo que Dios actúa sobre los seres humanos a través de la ley y de los Evangelios.<br /><br />La ley representa las exigencias de Dios como se expresa, por ejemplo, en los Diez Mandamientos y en los preceptos de Jesús en el Nuevo Testamento. Al margen de sus convicciones religiosas, todas las personas son conscientes de la ley y las tradiciones éticas de su cultura, aunque el pecado distorsione su interpretación. Para Lutero, la ley cumple dos funciones. Permite a los seres humanos mantener cierto orden en su mundo, su comunidad y sus propias vidas a pesar del profundo alejamiento de Dios, del mundo, de sus semejantes y de sí mismos provocado por el pecado original que introdujo el mal radical. Además, la ley acerca a los seres humanos a Cristo por la necesidad del perdón de los pecados.<br /><br />Dios también se relaciona con los seres humanos a través de los Evangelios, donde se narra el sacrificio de su hijo para la salvación del género humano. Esta proclamación no exige más que su aceptación por parte de las personas. Lutero pensaba que la teología se equivocó al confundir la ley con el Evangelio y afirmó que los seres humanos sólo pueden aspirar a ser dignos del don incondicional de la gracia de Dios.<br /><br /><div><strong>Pecado</strong></div><br /><div></div><br /><div>Insistió en que los cristianos, desde que habitan este mundo, son pecadores y santos al mismo tiempo. Son santos en la medida en que creen en la gracia de Dios y no en sus propios actos. Sin embargo, el pecado es un aspecto permanente y omnipresente en la Iglesia, igual que en el mundo, y un santo no es un emblema moral, sino un pecador que acepta la gracia divina, de forma que, desde el ciudadano más respetado hasta el criminal más empedernido, todos necesitan el perdón de Dios.<br /><br /><strong>Lo finito y lo infinito</strong><br /><br />Lutero pensaba que Dios se manifiesta ante los seres humanos a través de formas finitas y terrenales más que en su divinidad pura. Por ejemplo, se reveló a sí mismo en Jesucristo y se dirigió a nosotros hablando con las palabras humanas de los autores del Nuevo Testamento, y su cuerpo y su sangre son recibidos por los creyentes (según la frase de Lutero) “en, con y bajo” el pan y el vino de la Sagrada Comunión. Para Lutero, que derribó la tradicional distinción entre ocupaciones sagradas y seculares, los seres humanos trabajan para sí mismos y para el mundo cualesquiera que sean sus ocupaciones (que llamó vocaciones) como madres, padres, gobernantes o súbditos, carniceros o panaderos; todos son instrumentos de Dios, que trabaja en el mundo a través de ellos.<br /><br /><strong>Teología de la cruz</strong><br /><br />Lutero afirmó que la teología cristiana es la teología de la cruz más que la de la gloria. Los seres humanos no pueden percibir a Dios por medio de la filosofía o la ética. Deben dejar a Dios que sea Dios y verlo donde Él quiere darse a conocer. Para Lutero, Dios revela su sabiduría en la insensatez de los sermones; su poder, a través del sufrimiento, y el significado secreto de la vida, a través de la muerte de Cristo en la cruz.</div>nathiithahttp://www.blogger.com/profile/09610179596849225277noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8515780712498668649.post-72276429796337804692009-06-25T17:17:00.001-07:002009-06-25T17:17:42.387-07:00ABSOLUTISMO<div align="justify">Absolutismo, sistema político en el que se confiere todo el poder a un solo individuo o a un grupo. Hoy el término se asocia casi en exclusiva con el gobierno de un dictador. Se considera el polo opuesto al gobierno constitucional de sistemas democráticos. El absolutismo se diferencia de éstos en el poder ilimitado que reivindica el autócrata, en contraste con las limitaciones constitucionales impuestas a los jefes de Estado de los países democráticos.<br /><br />El desarrollo del absolutismo moderno comenzó con el nacimiento de los Estados nacionales europeos hacia el final del siglo XV y se prolongó durante más de 200 años. El mejor ejemplo se encuentra, quizá, en el reinado de Luis XIV de Francia (1643-1715). Su declaración 'L'Etat, c'est moi' ('El Estado soy yo') resume con precisión el concepto del derecho divino de los reyes. Una serie de revoluciones que comenzó en Inglaterra (1688) fue forzando poco a poco a los monarcas de Europa a entregar su poder a los gobiernos parlamentarios.<br /><br />En la historia de España pueden distinguirse dos clases de absolutismo; el primero, a imagen del que rigiera durante siglos en otros países europeos, se fundamentó en la concepción presidencialista del poder; el segundo, que marca una línea divisoria en el ámbito sociopolítico, se mostró permeable, a partir del siglo XVIII, a las ideas de los pensadores ilustrados y adoptó modos políticos paternalistas que fueron llamados despóticos. No obstante, esta influencia, no fue duradera y, a partir de la Constitución liberal de 1812, determinó el carácter agitado y sangriento del siglo XIX, y una alternancia violenta entre los gobiernos despóticos, nostálgicos del absolutismo, y las frágiles tentativas de los gabinetes liberales o constitucionalistas, que tendría su triste reflejo en la dinámica política del siglo XX: entre 1923 y 1975, con el paréntesis de la II República y la Guerra Civil española (1931-1939) dominaron la política del país dos largos regímenes absolutistas, las dictaduras de Miguel Primo de Rivera (1923-1930) y Francisco Franco (1939-1975).<br /><br />En América Latina el absolutismo ha sido una constante política a lo largo de los dos siglos transcurridos desde su independencia. Durante el siglo XIX predominó un absolutismo de carácter conservador, campesino y latifundista, representante de las oligarquías criollas más tradicionalistas. A lo largo del siglo XX el absolutismo ha adquirido formas autocráticas y dictatoriales más sofisticadas, similares a las de otras zonas del mundo, de carácter militarista, ideológico, entre otros.<br /><br />En la actualidad existen gobernantes absolutistas en muchos países, entre los que se encuentran algunos de los Estados comunistas que han perdurado y algunos otros en Oriente Próximo y en África.</div>nathiithahttp://www.blogger.com/profile/09610179596849225277noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-8515780712498668649.post-85050215591143545042009-06-25T17:13:00.000-07:002009-06-25T17:14:44.517-07:00EDAD CONTEMPORANEA<div align="justify"><br />La edad contemporánea es un periodo de la historia cuyo comienzo suele fijarse en 1789, año de inicio de la Revolución Francesa. Se considera que se prolonga hasta nuestros días.<br /> </div>nathiithahttp://www.blogger.com/profile/09610179596849225277noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8515780712498668649.post-87140754336593016172009-06-25T17:08:00.000-07:002009-06-25T17:13:24.901-07:00REVOLUCION FRANCESA<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhaZsq8fFzQ-jbhkkgP3L0RXJlY2cKB1Ygrrk62drmx7zHuDMf7XouGzs5D2TFgJdbwn-2FZaJCAO5M_j94sEeXJ5FSaiBr88GAFoKeAdjIo6vtvxeippd92D6cKG3j2ivr_Ywia2UnECZP/s1600-h/revolution.png"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5351422641176038866" style="FLOAT: right; MARGIN: 0px 0px 10px 10px; WIDTH: 282px; CURSOR: hand; HEIGHT: 320px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhaZsq8fFzQ-jbhkkgP3L0RXJlY2cKB1Ygrrk62drmx7zHuDMf7XouGzs5D2TFgJdbwn-2FZaJCAO5M_j94sEeXJ5FSaiBr88GAFoKeAdjIo6vtvxeippd92D6cKG3j2ivr_Ywia2UnECZP/s320/revolution.png" border="0" /></a> En la Francia pre-revolucionaria se había consolidado el llamado Antiguo Régimen, entendiendo por tal la organización política económica y social de Europa hasta fines del siglo XVIII.<br />Bajo el régimen monárquico, los Franceses vivían una situación muy desigual entre unos y otros, en cuanto a sus obligaciones, derechos y condiciones de vida. Claramente se identificaban tres grupos o estamentos:<br /><br />· <strong>Nobleza</strong>: Este estamento disfrutaba de considerables riquezas, pues además de los derechos feudales que recibía de los campesinos que vivían en sus tierras, poseían extensas propiedades. Formaba un grupo privilegiado, pues no pagaba impuestos. En este estamento se distinguían dos núcleos: la alta nobleza, que vivía en Versalles junto al rey y llevaba una vida frívola y dispendiosa; y la baja nobleza que vivía en las provincias, en mayor contacto con el pueblo.<br /><br /><br />· <strong>Clero</strong>: Al igual que la nobleza era un pequeño grupo dentro de la sociedad que gozaba de privilegios, prestigio e influencia. Recibía de los fieles el llamado diezmo, impuesto consistente en la décima parte de los frutos. También poseía extensas propiedades, y aunque no pagaba impuestos, hacia donativos.<br /><br />· <strong>Estado llano</strong>: También llamado tercer estado, representaba la mayoría de la población Francesa. Constituía un grupo heterogéneo conformado por la burguesía, gente rica e ilustrada, y por mercaderes, artesanos, obreros y campesinos. Si bien estos últimos eran en un 40% dueños de sus tierras, tenían que pagar grandes impuestos y vivían en absoluta pobreza.<br />Los distintos grupos que formaban el estado llano, en especial la burguesía, comenzaron a clamar por reformas, principalmente en lo referente a los impuestos, a la libertad y a la igualdad ante la ley.<br /><br />Hasta 1789, Francia constituía una monárquica absoluta de derecho divino.<br />Los súbditos no tenían ningún derecho, pero si el deber de obedecer. La libertad individual estaba constantemente amenazada, por la policía que podía detener a cualquiera con una simple orden del rey: la “carta sellada”.<br />No se indicaba la causa de la detención sino porque “tal era la voluntad del rey”. Existía la censura previa y no existía la libertad de conciencia.<br />Se aplicaba el mercantilismo que protegía ante todo a ala industria y ala comercio. Sin embargo, la industria se había vuelto poco eficaz debido a los excesivos reglamentos y ordenanzas. En el comercio se aplicaban derechos de duana internos que solo contribuían a anular esta actividad.<br />A ello hay que sumar los excesivos gastos de la corte, los gastos militares y el pago de la deuda política que en conjunto consumían las tres cuartas partes del presupuesto nacional. Así, a fines del siglo XVIII, el gobierno Francés estaba en banca rota.<br /><br /><strong>FACTORES QUE EXPLICAN LA REVOLUCION</strong><br /><br />Varios fueron los factores que contribuyeron a desatar la Revolución. En primer lugar debemos señalar la grave crisis financiera en que se encontraba Francia. A los excesivos gastos de la corona, se sumo un periodo de sequías y malas cosechas que contribuyo a empobrecer aun más a los campesinos, que sentían fuertemente el peso de los impuestos que debían pagar al Estado.<br />Por otra parte, en el año 1774 murió Luis XV, dejando como heredero a su nieto, Luis XVI de tan solo veinte años. El nuevo monarca tenía cualidades: generoso, cortes, sereno, valiente en momentos críticos y piadoso.<br />Sin embargo carecía de condiciones como gobernante, pues su carácter era débil, su inteligencia mediana y su ignorancia, profunda. Tampoco contó con ministros de talento ni parientes prudentes.<br />Las nuevas ideas de la Ilustración, el liberalismo político y económico, habían calado hondo en Francia, particularmente en la burguesía que deseaba cambios.<br />La experiencia de las colonias en América del norte había demostrado que los ideales ilustrados eran aplicables.<br />Finalmente, los abusos e injusticias del Antiguo Régimen contribuyeron a desatar el movimiento revolucionario. En el año 1787, las arcas del estado estaban vacías y el rey no pudo aumentar mas ya los pesados impuestos que pagaban los campesinos. Sus ministros, buscando una solución, propusieron hacer pagar impuestos a las clases privilegiadas. Sin embargo, estas se opusieron a esta medida financiera, desobedeciendo al monarca e impidiendo que este obtuviera el dinero necesario para su gobierno. Una vez mas, toda la responsabilidad recaía en las clases mas pobres.<br /><br /><br /><strong>EL INICIO DE LA REVOLUCION</strong><br /><br />Para pode salir de la mala situación económica, el ministro Jacques Necker sugirió al rey Luis XVI convocar a los Estados Generales, que no se habían reunido desde 1614.<br />La reunión se efectuó con gran pompa, en mayo de 1789 en el palacio de Versalles; pero inmediatamente surgieron problemas, pues los representantes del estado llano exigieron que el voto fuera individual y no por grupo. El tercer estado, apoyado por algunos miembros del clero y la nobleza, se encerró en el salón del juego de la Pelota y juro no disolverse hasta dar a Francia una Constitución, tomando el nombre de Asamblea Nacional Constituyente.<br />Mientras tanto surgía un gran descontento popular debido al alza en el precio del pan, producto de las malas cosechas. Por otra parte, se temía que el rey Luis XVI fuera capaz de disolver la Asamblea Constituyente, ya que había ordenado que sus tropas se concentraran cerca de Paris. Ante esta situación, el pueblo se levanto espontáneamente el día 14 de julio de 1789 donde los habitantes de Paris se tomaron la cárcel de La Bastilla para protestar en contra del rey. Muchos Aristócratas huyeron para luchar desde el exterior contra la Revolución.<br />Los Estados Generales era una asamblea donde cada uno de lo estamentos aportaba 300 representantes, pero el voto era por grupo. Al estado llano, por ser tan numeroso, se le asignaron 600 representantes, pero nada se dijo acerca de votación.<br /><br /><em>“La Bastilla era una fortaleza cuyas torres de treinta metros y sombríos muros grises habían dominado el barrio obrero de San Antonio durante cuatro siglos. Para los que vivían y trabajaban en ese barrio, La Bastilla se había transformado en el símbolo de la opresión del Rey. Cuando comenzaron los motines en la ciudad de Paris, el gobernador de la prisión, Marqués de Launay, atrinchero a sus hombres, hizo levantar los puentes levadizos, cargo de pólvora los cañones y espero apuntando hacia la calle.<br />El 14 de julio de 1789, las manifestaciones violentas en la ciudad comenzaron desde temprano. La plebe se apodero de tres mil fusiles y algunos cañones que se guardaban en Los Inválidos. Y luego, llevando sus armas descargadas marcharon a través de la ciudad hacia La Bastilla, a la cual había sido trasladada la provisión de pólvora.<br />Una delegación de hombres pidió a Launay que entregara la pólvora. Esta se negó. Durante el resto de la mañana y en las primeras horas de la tarde, fueron enviadas distintas comisiones con la misma petición, pero recibieron idéntica respuesta. Finalmente dos hombres treparon a los techos de un edificio cercano y cortaron las cadenas del puente exterior. La puerta fue derribada a golpes de hachas y la multitud, enardecida, se abalanzo hacia el interior.<br />Este fue el comienzo de una batalla que terminaría con la toma de La B astillay la rendición de Launay. Pero la plebe continuo gritando: “¡Nada de rendición!” Y después de apresar a la guarnición, el pueblo entro a la fortaleza, destrozando todo a su paso.<br />Mas tarde, la cabeza de Launay, clavada en un tridente, fue paseada por las calles de Paris.”<br /><br />Jacqueline Balcells y Ana Maria Guiraldes.”Un día en la vida de Odette, hija de la Revolución”<br /><br /></em><br /><strong>ETAPAS DE LA REVOLUCION</strong><br /><br />1) La Asamblea Nacional Constituyente<br /><br />La Asamblea redacto los principios fundamentales de la nueva organización política mediante la “Declaración de los derechos del hombre y del Ciudadano”. Estos principios eran la libertad, la igualdad y la soberanía popular. Esta declaración fijo derechos y deberes para los hombres de todos los tiempos y regiones del mundo.<br />Para evitar la banca rota, la Asamblea Nacional Constituyente confisco las propiedades del clero, mayoritariamente tierras, que sirvieron de garantías para los “asignados”, papel moneda que se ordeno imprimir.<br />También ordeno que la Iglesia Católica quedara bajo la autoridad del Estado. Sacerdotes y obispos serian elegidos por votación popular, sin la intervención del Papa, medida que este último rechazo, produciéndose la ruptura entre la Iglesia y el gobierno revolucionario. Los sacerdotes Franceses que aceptaron la nueva organización se llamaron juramentados y los que la rechazaron, refractarios. Muchos de ellos pagaron con la muerte su oposición.<br />En el año 1791 la Asamblea Nacional Constituyente promulgo la Constitución que transformo a Francia en una Monarquía Constitucional, estableciendo claramente los poderes del rey y la separación de los tres poderes del Estado: justicia, gobierno, y legislación.<br />Frente a los acontecimientos, el rey Luis XVI decidió huir de Francia para buscar apoyo en otras naciones e iniciar una contrarrevolución, pero fue reconocido en Varennes y se vio obligado a regresar a Paris.<br />Mediante la “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano” y la Constitución de 1791, la Asamblea Nacional Constituyente había destruido los cimientos del Antiguo Régimen. Entonces se disolvió para dar paso a ala Asamblea Legislativa.<br /><br />2) La Asamblea Legislativa<br /><br />Pese al nuevo orden Constitucional, los problemas continuaban y se agravaban. El propio rey busco ayuda extranjera para acabar con la revolución, lo que provoco el estallido de la guerra entre Francia y las Monarquías Europeas. Estas últimas se unieron en coaliciones para frenar el avance de la Revolución. El rey, acusado de traición, fue suspendido de su cargo y puesto en prisión junto a su familia.<br />Por otra parte, los mismos revolucionarios estaban divididos, distinguiéndose claramente en dos grupos: los jacobinos y los girondinos.<br />Frente a las circunstancias, la Asamblea Legislativa fue abolida en 1792 y mediante sufragio se eligió la Convención Nacional.<br /><br />3) La Convención Nacional (1792-1795)<br /><br />El mismo día de su instalación, el 21 de septiembre de 1792, la Convención abolió la Monarquía, proclamo la Republica y condeno a Luis XVI a morir a la guillotina.<br />También la Convención reemplazo el calendario cristiano por uno nuevo, decretando que el año 1792 era el año I de la era Republicana.<br />Se vivía una enorme anarquía: mientras los ejércitos enemigos acosaban a Francia, los franceses enfrentaban una gran escasez de alimentos, al mismo tiempo que producían violentas disputas entre los girondinos y jacobinos. Esto s últimos dominaban en la convención a tal punto que se hablaba de Convención jacobina.<br /><br />4) El Régimen del Terror<br /><br />Para superar la grave crisis, la convención otorgo el poder ejecutivo al Comité de Salud Publica, que tendría a su cargo la dirección de la guerra, la diplomacia y la economía.<br />Este Comité estuvo presidido por Maximiliano Robespierre, jacobino fanático, quien estableció el Terror, que consistía en la persecución sistemática de todos los enemigos de la Revolución. Entre 1793 y 1794, cuarenta mil personas murieron fusiladas o guillotinadas, entre ellas Maria Antonieta, esposa del rey Luis XVI.<br />El gobierno de Robespierre se destaco por ser muy duro y centralizado. La misma energía que aplico contra los enemigos del interior, la mantuvo frente a los enemigos de Francia. Para hacer frente al peligro externo, implanto el servicio militar obligatorio y nacionalizó las fábricas de armamentos y municiones, además de obligar a las fábricas textiles y de calzado para trabajar para el ejército.<br />Durante este periodo se hicieron importantes reformas, entre ellas un nuevo calendario y la creación de una nueva religión en reemplazo del cristianismo.<br />El régimen del Terror implantado por Robespierre limitaba las libertades que tanto anhelaba el pueblo francés. Por ello su gobierno se hizo odioso y finalmente se produjo una reacción general contra el. Sus enemigos se unieron, decretaron su destitución y Robespierre fue condenado a morir en la guillotina.<br />Tras su muerte en 1795, se aprobó una nueva constitución que disolvía la Convención y en su reemplazo establecía el Directorio.<br />Pese a los excesos cometidos durante el periodo del Terror, la Convención termino con sus actividades en 1795 dejando para Francia un gran legado:<br /><br />· Demostró que un país grande y poderoso podía gobernarse sin rey. La republica no era una forma de gobierno extraña a la realidad de Europa.<br />· Creo varios establecimientos de enseñanza superior.<br />· Fundo el Museo Del Louvre, uno de los más completos del mundo.<br /><br />5) El Directorio (1795-1799)<br /><br />El Directorio estuvo integrado por cinco personas y constituía una especie de consejo en el cual todas las resoluciones debían ser aprobadas en conjunto.<br />Sin embargo, el nuevo gobierno no logro detener la guerra, superar la crisis económica ni tampoco acabar con el descontento popular.<br />La revolución llevaba 10 años de desarrollo. La nación Francesa deseaba la paz y el orden para consolidar las transformaciones que se habían alcanzado. Desde las filas del ejército surgió el General Napoleón Bonaparte, quien, apoyado por la burguesía y el ejército, dio en 1799 un golpe de Estado poniendo fin al Directorio. Napoleón Bonaparte, estableció un gobierno que intentaba asegurar los logros revolucionarios y a la vez, integrar el Antiguo Régimen. De esta forma, logro consolidar algunas transformaciones sociales y políticas que quedaron reflejadas en medidas tales como el Código Civil, en el que se fijo definitivamente la igualdad de todos los ciudadanos Ante la ley y se garantizaba el derecho a la propiedad privada.<br /><br />6) El Consulado (1799-1804)<br /><br />Napoleón Bonaparte, el militar más destacado del Ejercito revolucionario en las luchas frente a las potencias extranjeras, tomo el control político. El surgimiento de este caudillismo ha llevado a muchos historiadores a postular que el consulado no puede considerarse parte de la Revolución Francesa, la que habría terminado en 1799. Napoleón llevo a cabo una fuerte política expansiva en el exterior, mientras que en el interior busco pacificar los ánimos. Permitió el retorno de los exiliados, gobernó con gente de todas las tendencias y puso fin a la enemistad con la iglesia Católica. Sentó las bases del Estado francés al crear el Banco de Francia y el Código Civil.<br /><br /><br /><strong>CONSECUENCIAS DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA<br /><br /></strong>La Revolución transformo las antiguas estructuras políticas, demostrando que la Republica era un gobierno que podía funcionar. La monarquía absoluta perdió su vigencia y en caso d reestablecerse esta forma de gobierno, debía ser una monarquía constitucional. La promulgación de una Constitución basada en soberanía popular va a influir en todo el desarrollo político y social del siglo XIX en Europa.<br />Por otra parte, la Revolución reconoció la igualdad de todos los franceses al suprimir los privilegios. Así, la organización social experimento una profunda transformación: la sociedad del Antiguo Régimen, que se basaba en las diferencias de los privilegios heredados, fue progresivamente reemplazada por una sociedad de clases fundada en la posesión de riquezas. La burguesía seria la gran beneficiaria de la Revolución.<br />También la Revolución tuvo importantes consecuencias de orden económico, pues contribuyo a difundir el liberalismo con la supresión de los gremios y de todos los reglamentos que hasta entonces regulaban la actividad económica.nathiithahttp://www.blogger.com/profile/09610179596849225277noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-8515780712498668649.post-11354534228262559442009-06-25T16:56:00.000-07:002009-06-25T17:00:42.110-07:00NAPOLEON BONAPARTE<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLtX6YJsSv1SF3CtZP7IcvBV2W1AYHObr8djWKo4PacvLkffkEJIxJr5Yd6SL6YVMdbRzeCEUcrQTBpfzrBW7p2O0XOseAP2taCIWMTlfYZS8gjrMYUG5rtU9ykjrmOJu4RROdIEp_7aJ8/s1600-h/napoleon_bonaparte1.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5351419383322713522" style="FLOAT: right; MARGIN: 0px 0px 10px 10px; WIDTH: 320px; CURSOR: hand; HEIGHT: 218px" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLtX6YJsSv1SF3CtZP7IcvBV2W1AYHObr8djWKo4PacvLkffkEJIxJr5Yd6SL6YVMdbRzeCEUcrQTBpfzrBW7p2O0XOseAP2taCIWMTlfYZS8gjrMYUG5rtU9ykjrmOJu4RROdIEp_7aJ8/s320/napoleon_bonaparte1.jpg" border="0" /></a> Napoleón I Bonaparte fue emperador de los franceses a principios del siglo XIX, consolidó muchas de las reformas de la Revolución Francesa y está considerado uno de los más grandes militares de todos los tiempos.<br /><br /><strong>PRIMERA ETAPA DE SU VIDA</strong><br /><br />Nació el 15 de agosto de 1769, en Ajaccio (Córcega). Estudió en la Escuela Militar de París. Ya iniciada la Revolución Francesa, reconquistó la base naval de Tolón. Ascendió a general a los veinticuatro años, y en 1795 logró restablecer el orden tras una insurrección de las fuerzas contrarrevolucionarias. Al año siguiente, contrajo matrimonio con Josefina de Beauharnais.<br /><br />Ese mismo año, fue a Italia, donde obligó a Austria y sus aliados a firmar el Tratado de Campoformio, donde se estipulaba que Francia podía conservar los territorios que había conquistado. En ellos, Napoleón fundó, en 1797, la República Cisalpina (Venecia), la República Ligur (Génova) y la República Transalpina (Lombardía). En 1798, conquistó Egipto, pero un año después regresó a su país ante la delicada situación política.<br /><br />Ya en Francia, Napoleón se unió a una conspiración que, en noviembre de 1799, dio un golpe de Estado y estableció un nuevo régimen político: el Consulado. En 1800, derrotó a los austriacos en la batalla de Marengo. Su poder político fue cada vez mayor: de primer cónsul pasó a cónsul vitalicio y, en 1804, se proclamó emperador.<br /><br /><strong>NAPOLEÓN, EMPERADOR DE LOS FRANCESES<br /></strong><br />Napoleón reorganizó la administración y ordenó e integró la legislación civil en el llamado Código de Napoleón y en otros que garantizaban los derechos y las libertades conquistados durante el periodo revolucionario.<br /><br />Aunque Gran Bretaña, Rusia y Austria se unieron en 1805 en la Tercera Coalición (ya se habían formado otras antes contra Francia en los primeros años de las Guerras Napoleónicas), Napoleón parecía invencible: derrotó a sus enemigos en la batalla de Austerlitz (1805); conquistó el reino de Nápoles (1806) y nombró rey de éste a su hermano mayor, José; se tituló rey de Italia; fundó el reino de Holanda, al frente del cual situó a su hermano Luis; incorporó al Imperio el reino de Westfalia y el ducado de Varsovia; impuso un bloqueo sobre las mercancías británicas; conquistó Portugal (1807), e invadió España y nombró rey de este país a su hermano José (1808), lo que originó la guerra de la Independencia española.<br /><br />Por todos los territorios conquistados extendía las reformas liberales. En 1809, creó las Provincias Ilirias (en la zona que un siglo más tarde sería Yugoslavia) y conquistó los Estados Pontificios. En 1810, tras repudiar (rechazar) a Josefina, contrajo matrimonio con María Luisa, archiduquesa de Austria e hija del emperador austriaco, Francisco I.<br /><br />En 1812, las tropas napoleónicas fracasaron en su campaña contra Rusia. Toda Europa se había unido contra el temible Napoleón, que, en 1814, vio de nuevo derrotados a sus ejércitos, esta vez en España. En ese mismo año abdicó y se retiró a la isla de Elba. Pero en marzo de 1815, de nuevo como emperador, afrontó un último periodo de poder (llamado de los Cien Días), durante el cual promulgó una nueva Constitución, más democrática. Todo concluyó al ser derrotado en la batalla de Waterloo, el 18 de junio de 1815. Fue recluido en Santa Elena, una lejana isla en el sur del océano Atlántico, donde falleció, el 5 de mayo de 1821.nathiithahttp://www.blogger.com/profile/09610179596849225277noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8515780712498668649.post-24749086866298457692009-06-25T16:54:00.000-07:002009-06-25T16:56:44.574-07:00INDEPENDENCIA DE ESTADOS UNIDOSDesde 1775 hasta 1783, las trece colonias que Gran Bretaña tenía en la costa atlántica de Norteamérica lucharon para independizarse de su metrópoli (así se llama al país que tiene colonias; en este caso, Gran Bretaña). El triunfo de la revolución iniciada por aquellas trece colonias supuso el nacimiento de un nuevo país, naturalmente, Estados Unidos, que se convertiría en la gran potencia internacional del mundo contemporáneo.<br /><br /><strong>ANTECEDENTES DE LA INDEPENDENCIA</strong><br /><strong><br /></strong>Desde 1763, Gran Bretaña era la principal potencia colonial en América del Norte. En 1765, las autoridades británicas decidieron establecer en sus colonias norteamericanas un nuevo impuesto; lo hicieron a través de la llamada Stamp Act (Ley del Timbre), por la que todo tipo de documento público debería ser redactado en un papel sellado (oficial) que habría que pagar. La oposición de los colonos fue casi total, dando comienzo a las protestas desde las colonias contra las normas impuestas desde Gran Bretaña. Así, representantes de nueve de las trece colonias se reunieron en Nueva York para pedir al Parlamento y al rey británico, Jorge III, que prestara más atención a sus problemas. Al año siguiente, el Parlamento británico anuló la Stamp Act.<br />Sin embargo, en 1767, se establecieron más impuestos a los colonos, que volvieron a protestar. Al año siguiente, hubo ya enfrentamientos armados y, en marzo de 1770, se produjo la llamada matanza de Boston, cuando soldados británicos mataron a cinco colonos.<br />Ya en 1774, Gran Bretaña aprobó las denominadas Leyes Coercitivas (coercitivo significa ‘represivo’, ‘que sirve para forzar a alguien’; por eso, los colonos llamaron Intolerables a estas disposiciones). La más importante de estas leyes, que pretendían castigar a la colonia de Massachussets, suponía el cierre de su principal puerto, el de Boston (un año antes, los bostonianos habían protagonizado un motín ante un nuevo impuesto británico, esta vez, sobre el té). En septiembre de ese mismo año, representantes de las trece colonias se reunieron en la ciudad de Filadelfia; fue el conocido como primer Congreso Continental, en el que escribieron una Declaración de Derechos y Agravios, que, a continuación, enviaron a Jorge III.<br /><br /><strong>LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA ESTADOUNIDENSE</strong><br /><strong><br /></strong>La guerra de la Independencia estadounidense empezó en abril de 1775. Un mes más tarde, se reunió en Filadelfia el segundo Congreso Continental, que se autoproclamó gobierno de las Colonias Unidas de América y creó el Ejército Continental, cuyo comandante en jefe sería George Washington. Las colonias mantenían todavía su lealtad al rey británico; pero le solicitaban que hiciera caso a sus demandas (especialmente, a sus peticiones de autonomía para poder autogobernarse).<br />Jorge III no hizo caso a los colonos y los declaró rebeldes. William Howe fue enviado al frente de las tropas británicas en Norteamérica. El 4 de julio de 1776, el Congreso Continental adoptó la Declaración de Independencia estadounidense, en cuya redacción habían participado personajes tan importantes como Thomas Jefferson, Benjamin Franklin o John Adams, entre otros.<br />En 1778, la gran enemiga de Gran Bretaña, Francia, que ayudaba en secreto a los colonos desde el comienzo de la guerra, reconoció la independencia de las colonias. Hasta entonces, Washington había impedido que los británicos reconquistaran las colonias del norte. Desde 1779, los independentistas fueron ayudados también por España, cuyo rey, Carlos III, declaró la guerra a los británicos. Dos años más tarde, el español Bernardo de Gálvez reconquistó Florida a Gran Bretaña.<br /><br /><strong>EL TRATADO DE PARÍS</strong><br /><br />En agosto de 1781, Washington sitió la ciudad de Yorktown, en Virginia, en el sur de las colonias rebeldes. El 19 de octubre de ese año, Yorktown y el grueso de las fuerzas británicas se rindieron.<br />Las primeras negociaciones para acordar la paz se iniciaron en noviembre de 1782. Casi un año después, el 3 de septiembre de 1783, se firmó el definitivo Tratado de París. Gran Bretaña reconoció la independencia de sus antiguas colonias, que adoptaron el nombre de Estados Unidos de América.nathiithahttp://www.blogger.com/profile/09610179596849225277noreply@blogger.com11